La presión popular para exigir la dimisión del gobierno de transición y de sus ministros vinculados al régimen del fugado presidente Ben Alí se mantenía hoy y recibió el apoyo de un millar de jóvenes del centro de Túnez, donde surgió hace un mes la "revolución de los jazmines".
"El pueblo viene a tumbar al gobierno", gritaban desde su llegada en la madrugada los participantes de esta "Caravana de la libertad", que salieron el día anterior del centro-oeste pobre y rural del país, por las calles aún desiertas de la capital, constataron periodistas de la AFP.
Llegados a la capital a bordo de una caravana variada de decenas de camiones, autos, motos, camionetas, los manifestantes subieron por la avenida Habib Bourguiba, arteria central y simbólica de la capital donde hay manifestaciones diarias contra el ejecutivo provisional.
Ante el ministerio del Interior, desplegaron un amplio retrato de Mohamed Buazizi, joven vendedor de frutas que se prendió fuego el 17 de diciembre en Sidi Buzid (centro-oeste), desencadenando los primeros movimientos de revuelta.
Luego marcharon hasta el palacio de la Kasbah, que alberga las oficinas del Primer ministro, donde estuvieron alejados del edificio por un doble alambrado de púas, primero protegido por policías anti-disturbios y luego por militares.
Cerca de mediodía lograron hacer retroceder esas barreras cerca de la entrada de las oficinas del Primer ministro Mohamed Ghanuchi, quien durante once años fue jefe de gobierno de Zine El Abidine Ben Alí.
"Vinimos de Menzel Buzaiane, de Sidi Buzid, de Regueb para tumbar los últimos remanentes de la dictadura", dijo un viejo cubierto por una bandera tunecina, Mohamed Layani.
Así se refería a los principales focos de rebelión del centro insumiso y pobre, que estuvo en primera línea de la revuelta popular que provocó finalmente el 14 de enero la caída del presidente Ben Ali.
Los manifestantes esgrimían los retratos de los "mártires", víctimas de la represión de la revuelta popular, que causó por lo menos 100 muertos, según la ONU.
Entre ellos, como desde el viernes, se veían policías de civil o en uniforme, que pedían la creación de un sindicato de policía y tratan con su presencia en las manifestaciones hacerse perdonar por la feroz represión policiaca de la rebelión popular.
La "Caravana de la libertad" debía en principio llegar a Túnez a pie, en cuatro o cinco días. Pero los caminantes dijeron el domingo que "no había que perder tiempo para hacer caer al gobierno" y que decidieron venir lo más rápido posible a bordo de vehículos motorizados, desafiando el toque de queda.
Muy cuestionado, el gobierno parece apostar por un agotamiento del movimiento en los próximos días y trata de poner en marcha el país, relanzando en especial la actividad económica. La jornada del lunes servirá de prueba para calibrar cómo evoluciona la relación de fuerzas entre calle y gobierno.
Por otra parte, dos de los más cercanos colaboradores del derrocado se encontraban en arresto domiciliario y un tercero era buscado activamente, anunció el domingo la agencia oficial TAP.
Abdalá Kallel, presidente del Senado y ex ministro del Interior, y Abdel Aziz Ben Dhia, asesor de Ben Alí y uno de los artífices de su política, fueron arrestados y colocados en prisión domiciliaria, según TAP.
Abdel Wahab Abdalá, otra eminencia gris de Ben Alí, ministro-consejero de la presidencia, que supervisaba la información, es "buscado por los servicios competentes", añadió TAP.
Los estudiantes de escuelas primarias y secundarias, y una parte de los bachilleres, deben regresar a las escuelas, cerradas desde el 10 de enero, cuatro días antes de la fuga a Arabia Saudita de Ben Alí.
Pero el sindicato de maestros de primaria ya convocó una "huelga general ilimitada" a partir del lunes para exigir la formación de un nuevo gobierno sin caciques de la época de Ben Alí.
En fin, la secretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton "animó" el sábado en una entrevista telefónica al Primer ministro Mohamed Ghanuchi a aplicar "reformas y la transición hacia una democracia abierta".
AFP