Después de mí, el diluvio

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LUCIANO ÁLVAREZ

La adicción al poder es una patología prácticamente incurable. En una secuencia de El padrino II, el viejo mafioso Hyman Roth se dispone a hacer negocios con la dictadura de Batista, en Cuba. Por un lado, da a entender que le queda poco tiempo: "Cuando un hombre llega a este momento de su vida, desea que todo lo que ha podido tener pase a sus amigos como premio a su amistad y para asegurar que todo vaya bien cuando me haya ido." Sin embargo, el joven Michael Corleone sabe que en realidad trama asesinarlo: "Dice que soy su hijo, su sucesor. Pero cree que va a vivir para siempre y quiere eliminarme".

La lista de dirigentes políticos que piensan y actúan como Hyman Roth es inabarcable.

Hosni Mubarak, de 82 años, representa por estos días una puesta en escena bien conocida: luego de gobernar Egipto durante 30 años despliega todo un repertorio como si fuera a vivir eternamente. Como está enfermo se propone crear una dinastía nombrando a su hijo, luego reprime a los disidentes, negocia y asegura que debe sacrificarse en el poder porque es la única alternativa al caos.

A medida que pasa el tiempo, el poder encierra a sus dueños en una burbuja de irrealidad.

Mao Tse Tung gobernó China durante 27 años y tenía la edad de Mubarak cuando murió en 1976. En sus últimos años "no tenía, prácticamente contacto con el mundo exterior" -dice Jonathan D. Spence- "y cada vez menos preocupación por las consecuencias (...) de sus propias decisiones arbitrarias". Recorría China escoltado por una imponente guardia pretoriana en su tren privado, mientras a su paso eran trasplantadas miles de hectáreas de arroz para mostrar una falsa fertilidad al Gran Timonel. A su alrededor se jugaban sangrientas luchas por el poder real, atizadas por el propio Mao, aunque su preocupación mayor era mantenerse sexualmente activo, a pesar del Parkinson y los problemas pulmonares y cardíacos.

Francisco Franco murió un año antes. Como Mao, hacía años que estaba encerrado en su burbuja. Por un lado representaba activamente su papel protocolar: audiencias, inauguraciones, presidencia de las reuniones de ministros, sin olvidar la firma de sentencias de muerte mientras pudo mantener una pluma entre sus manos. Pero la mayor parte del tiempo se dedicaba a la caza, la pesca, a mirar fútbol y toros por televisión y jugar a la lotería deportiva con seudónimo (la ganó dos veces).

Si la de Mao puede considerarse una muerte natural, difícilmente pueda darse ese calificativo a la del Caudillo. Su entorno, mientras pensaba en cómo mantener el régimen y sus prebendas, "estuvo empeñado en retenerle en este mundo todo lo posible", dice Paul Preston y agrega que "su sufrimiento fue intenso y brutal, quizás ni su peor enemigo le habría deseado ese final". Durante dos meses fue sometido a un verdadero ensañamiento quirúrgico y a una parafernalia de máquinas de soporte vital. A veces recobraba el conocimiento y murmuraba "que duro es morir".

Su vecino y colega, Antonio de Oliveira Salazar, gobernó Portugal durante 34 años (1932 - 1968), aunque él creyera que fueron 36. Un hematoma cerebral le sacó definitivamente de la realidad en 1968 y fue sustituido por Marcelo Caetano. Hasta su muerte, en julio de 1970, se le hizo creer que aún gobernaba el país.

Philippe Petain, llegó a la política cuando rondaba los 80 años, luego de haber sido un héroe militar. En 1940 se convirtió en la imagen visible de la Francia entregada a los nazis, aunque, probablemente ya había entrado en un proceso de senilidad. Fue condenado a cadena perpetua en 1945 y murió en 1951. Un caso similar fue el del Mariscal Paul von Hindenburg, que entró a la política con 78 años y terminó designando a Hitler como jefe de gobierno en 1933. Aquejado de demencia senil, murió al año siguiente confundiendo a Hitler con el Káiser, dirigiéndose a él con el título de "Majestad".

Se atribuye al rey Luis XV la frase "Después de mí, el diluvio", pero no hay acuerdo sobre su verdadero sentido. Para unos significa: "O yo o el diluvio", que es lo que dice, palabra más, palabra menos, Hosni Mubarak. En cambio, para otros quiere decir: "El que venga atrás que arregle".

Sea cual sea el sentido, un diluvio fue lo que se produjo luego de las muertes de Perón y Tito.

Juan Domingo Perón fue la principal e insoslayable figura de la política argentina, durante tres décadas. Luego de ser presidente desde 1946 hasta su derrocamiento en 1955, regresó al país el 20 de junio de 1973, para tomar directamente el poder en medio de una incontrolable violencia entre sus propios seguidores. Tenía 78 años cuando el 1 de julio de 1974 un paro cardíaco terminó con su vida y el chaparrón se convirtió en diluvio.

Josip Broz, "Tito", fue el amo de Yugoslavia durante 37 años. Murió el 4 de mayo de 1980, a los 88 años. A sus funerales asistieron cuatro reyes, treinta y un presidentes, seis príncipes, veintidós primeros ministros, y cuarenta y siete ministros de Relaciones Exteriores. La República Socialista Federativa de Yugoslavia desapareció en 1991 y sus seis ex estados protagonizaron las guerras de los Balcanes, que pasarán a la historia como una de las más bestiales del siglo XX.

Winston Churchill protagonizó la vida política británica desde 1925 y fue "el más grande en el más grande de los dramas", como lo definió De Gaulle. En sus últimos años producto de sucesivos derrames cerebrales, perdió parte de sus facultades, pero no afectó la vida británica, puesto que el viejo león jamás dejó de respetar las veleidades de la ciudadanía democrática. Nunca hubo riesgo de diluvio.

Por estos mismos días, el mundo ha estado pendiente de la salud de Nelson Mandela. El obispo Desmond Tutu dijo: "Ya tiene 92 años. […] Queremos que se quede para siempre, pero... puede pasar cualquier cosa".

Mandela no solo derrotó al apartheid sudafricano y unificó al país, sino que se mantuvo en el gobierno apenas cuatro años (1994 - 1999) y tal como lo había prometido, no buscó la reelección, demostrando que el poder no es necesariamente adictivo.

"Hosni Mubarak representa una puesta en escena bien conocida: luego de gobernar Egipto durante 30 años despliega todo un repertorio como si fuera a vivir eternamente".

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