Cuando se habla de las candidaturas al Oscar, los documentales suelen ser dejados un tanto de lado. Se piensa en las mejores ficciones, los actores, los libretistas, los directores. Pero el documental también existe.
Este año, uno de los favoritos en el rubro es Exit through the gift shop, que arranca con Thierry Guetta, un excéntrico comerciante francés afincado en Los Angeles, aficionado a grabar todo lo que ocurre a su alrededor. El hombre decidió un día ponerse tras la cámara para realizar una película sobre el arte urbano y algunos de los más célebres artistas del `street art`, entre ellos el grafitero británico que se hace llamar Banksy, y otros colegas como Space Invader y Shepard Fairey.
Pero en medio del registro las cosas se dieron vuelta, y es el enigmático Banksy quien tomó la cámara y comenzó a filmar a Guetta, quien a partir de ahí se sumerge en el universo del arte urbano adoptando el alias de Mr. Brainwash.
Lo que ya se está llamando "la película de Banksy" circula actualmente por Internet, ha sido presentada en los festivales de Sundance, Berlín, Deauville y San Sebastián, y compite por el Oscar contra otros títulos importantes. GasLand, de Josh Fox, examina los alegadamente poco escrupulosos procedimientos de la empresa Haliburton (a la que está notoriamente vinculado el ex presidente Dick Cheney) para echar mano a las tierras de diversos propietarios a lo largo de los Estados Unidos, donde hay al parecer un valioso reservorio de gas natural. Inside job, de Charles Ferguson, es según se dice un análisis a fondo de las causas y las responsabilidades de la crisis económica que ha sacudido a los Estados Unidos y al mundo. Restrepo de Tim Hetherington y Sebastian Junger, presenta la crónica de un año en la vida de un pelotón de soldados norteamericanos en Afganistán. Finalmente está la coproducción entre Brasil y Gran Bretaña Waste land, de Lucy Walker, Karen Harley y Joao Jardim, sobre el artista plástico paulista Vik Muñiz y el reciclaje en el barrio Jardim Gramacho, que recibe diariamente 7.000 toneladas de desperdicios de la Baixada Fluminense y de Río de Janeiro. El film ha sido descrito como "una enriquecedora experiencia acerca del poder del arte para embellecer una realidad conflictiva".
Más allá de Guetta y del arte urbano, la verdadera estrella de Exit through the gift shop es el misterioso Banksy, un grafitero que no da la cara y cuyas intervenciones urbanas y su opción por el anonimato han dado mucho que hablar. En estos días, Banksy está vagando a través de Los Angeles y, de alguna manera, autopromocionando su película a través de su arte callejero.
Quienes han visto su obra han señalado, simultáneamente, su calidad técnica y su carácter provocador. Las paredes de la ciudad han aparecido cubiertas con imágenes bastante insólitas, por ejemplo Charlie Brown con una lata de gasolina y un fósforo, a punto de provocar un incendio. Los seguidores del cómic no sabían que el bueno de Carlitos tenía esa vocación oculta de piromaníaco, pero todos los días se averigua algo nuevo de las personas más inesperadas.
Uno de los trabajos más controvertidos de Banksy fue dibujado para la empresa Light Group, una cadena de restaurantes de Las Vegas, y muestra al ratón Mickey borracho, con una copa en la mano y sin afeitar, sobre un cartel publicitario de la cadena CBS, amagando manosear a la modelo del anuncio mientras Minnie observa la escena. Este último cartel no fue obviamente del agrado de CBS ni de la empresa Disney, y al parecer fue rápidamente retirado por la propia CBS (propietaria de la valla publicitaria) sin molestarse en anunciárselo previamente a los anunciantes. La cadena de televisión argumentó que la publicidad no se ajustaba a sus estándares de exigencia.
Una de las intrigas generadas por la presencia de "la película de Banksy" entre los cinco documentales candidatos al Oscar es la de si el misterioso artista callejero decidirá dar la cara en caso de que la Academia decida en definitiva otorgarle la estatuilla. ¿Subirá al estrado para darse a conocer al mundo? ¿Enviará a alguien en su lugar, como lo hizo en su momento Marlon Brando? ¿O el lugar quedará vacío, sin que nadie responda, como ocurrió cuando, en los años cincuenta, se anunció que el Oscar a mejor guión era para un señor Robert Rich, que había escrito una película llamada El niño y el toro, y nadie apareció? En el caso de Rich había, según se supo luego, un motivo para ocultarse: era en realidad el seudónimo de Dalton Trumbo, escritor de izquierda condenado al ostracismo de las "listas negras".