El Delta II cayó en un campo de Artigas

Chatarra espacial. El objeto fotografiado el 2 de marzo en Salto se precipitó en una estancia Lo encontró el capataz y mañana la Fuerza Aérea lo irá a buscar al enterarse del hallazgo por El País

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ARTIGAS | JOSÉ ESTEVES

Una pieza del cohete Delta II enviado a Marte por la NASA en el año 2003 cayó en el medio de un campo, en Artigas, en la noche del 2 de marzo. Es la primera vez que se encuentra chatarra espacial en Uruguay. La Fuerza Aérea la analizará.

César Ustavo "Peteke" Ferráz y su hijo Gustavo estaban en un establecimiento rural en Artigas, donde "Peteke" es capataz. Mientras el padre escuchaba el final del partido entre Nacional y Argentinos Juniors por la Copa Libertadores, Gustavo recorría el campo "rondando" jabalíes, preocupado por la matanza de ovejas que hacen.

Mientras hacía su ronda nocturna vio, según relató a El País, luces brillantes en el cielo. Pocos segundos después escuchó una explosión.

"Andaba en el campo a las once de la noche y cuando me venía veo un tren de fuego, una estrella grande y detrás de ella cuatro o cinco más", comentó. "Venía desde el departamento de Salto y eran cuatro o cinco esferas. La tercera explotó y la última se desintegró". Fue en ese momento que el suelo "tembló" bajó sus pies y que se escuchó un estampido "ensordecedor".

"El susto que me llevé fue importante", recordó Gustavo quien hace varios años atrás (no recuerda cuántos) vio en el cielo, junto a su padre, dos esferas de fuego "gigantes". Nunca supieron que eran ni qué pasó con ellas.

Esta vez, en cambio, si sabría qué eran las esferas brillantes que vio en el cielo porque dos días después de la explosión, a unos nueve kilómetros del casco de la estancia, padre e hijo encontraron un artefacto metálico tirado en el medio del campo. La estructura resultó ser parte del cohete Delta II, lanzado en junio de 2003 desde Cabo Cañaveral (Florida, EE.UU.) hacia Marte.

La carga útil de ese cohete eran dos robots exploradores que tenían como objetivo investigar si hubo vida o no en el planeta rojo.

Con el Delta II la NASA comenzó nuevamente las investigaciones después del desastre ocurrido con el transbordador Columbia en el que murieron sus siete ocupantes.

El lanzamiento del Delta II estaba previsto para el 9 de junio de 2003, pero las inclemencias del tiempo en Cabo Cañaveral no lo permitieron.

Dos días después, finalmente, fue lanzado el cohete con los robot gemelos "Spirit" y "Opportunity" que se unirían a satélites europeos y japoneses y a otros dos de la NASA que ya orbitaban el planeta Marte. El costo de ambos robots fue de US$ 800 millones.

Una vez que los satélites quedan en la órbita, el cohete propulsor pasa a ser un elemento de chatarra espacial, según explicó a El País el coronel Mariano Rodrigo, jefe Relaciones Públicas de la Fuerza Aérea.

"Simplemente era un elemento propulsor de los satélites. Una vez que eso ocurre, la Tierra va ejerciendo presión sobre la chatarra espacial y como no tiene ningún elemento para autopropulsarse, cae", explicó Rodrigo. Cuando padre e hijo hallaron el artefacto lo aislaron. Es que al no saber qué era, Peteke y Gustavo lo miraban con recelo y sentían miedo que les pudiera causar alguna irradiación. "Lo trajimos al casco de la estancia y lo dejamos encerrado en un cuadrado con alambre eléctrico para que ni los animales se pudieran acercar al artefacto", dijo Peteke.

La incertidumbre continuó hasta que los hombres se enteraron que un fotógrafo en Salto había visto la misma imagen que Tato y pudo captarla.

La foto del profesional Luis Alberto Massarino, que fue publicada por el diario El Pueblo de Salto, motivó el análisis de la Fuerza Aérea que determinó que era una parte del cohete Delta II. Lo que nunca se supo era que el objeto había caído en territorio uruguayo y que el capataz y su hijo guardaban parte del cohete. La pieza tiene grabado el número de serie ID 85677-1G y al parecer sería parte de los tanques de combustible del cohete.

"Lo que hallamos nosotros es una esfera de dos metros de diámetro, parece que fuese el propulsor del satélite y está hecho de un material bastante liviano pero muy fuerte", dicen los Ferráz.

Los hombres no encontraron marcas en el campo que determinaran el lugar de la caída de la estructura y por eso crearon su propia hipótesis.

"La chatarra espacial habría caído en la cima de un cerro y de ahí barranca abajo terminó en el campo", explicaron. Después de conservar varios días la estructura metálica, Peteke y Gustavo informaron de la existencia del artefacto a la Policía.

La Comisión Receptora e Investigadora de Denuncias de Objetos Voladores No Identificados (C.r.i.d.o.v.n.i.) de la Fuerza Aérea, en tanto, tomó conocimiento del caso por El País. Oficiales de la fuerza visitarán mañana el campo para analizar la pieza e intentar determinar dónde cayó.

"Para nosotros es interesante descartar que no haya ningún otro elemento esparcido por la zona y para eso tenemos que determinar cómo y dónde fueron los acontecimientos", indicó el coronel Rodrigo.

LA NASA DECIDIRÁ. La Fuerza Aérea tiene la responsabilidad, como autoridad aeronáutica, de "recuperar" el objeto y hacer gestiones internacionales para poner la chatarra espacial a disposición de su dueño, en este caso, la NASA, explicó Rodrigo.

"La idea es, con la anuencia de los dueños del terreno donde cayó la chatarra, movilizarla a Montevideo y, a través de la Embajada de Estados Unidos, comunicar a la NASA que tenemos algo que les pertenece", informó el coronel.

Por su parte, padre e hijo, tienen intenciones de quedarse con la pieza. "El artefacto lo encontré yo y ahora es mío", dijo el capataz.

El jefe de Relaciones Públicas de la Fuerza Aérea no descartó que, al tratarse de chatarra, a la NASA no le interese recuperarla pero aseguró que a Uruguay le "corresponde" avisar que tiene ese objeto en su poder. "Lo hallado es parte del cohete. Y no tiene nada de la carga útil, por eso al gobierno estadounidense puede no interesarle pero nosotros tenemos que hacer lo que debemos que es informarlos y poner todo a su disposición. Una vez que ellos decidan ahí se verá", sostuvo el portavoz de la Fuerza Aérea.

CuAndo era un O.V.N.I.

El diario El Pueblo de Salto publicó el sábado 5 de marzo la foto que tomó Luis Massarino en Zanja Honda (Salto), junto al río Uruguay y el testimonio del fotógrafo que aseguraba haber visto una "flotilla" de objetos en el cielo. Massarino luego relató a El País y a otros medios su experiencia. El lunes 7 las autoridades de la Fuerza Aérea tomaron contacto con la foto del objeto hasta ese momento no identificado. Y ese mismo día, citando información de la NASA, concluyeron que "luego de analizar el relato del testigo principal, la foto, e información de caída de chatarra espacial, (se) concluye que las luces avistadas en vuelo por diferentes testigos en el departamento de Salto la noche del miércoles 2 de marzo correspondían a la reentrada de restos de una de las etapas del cohete Delta II lanzado en 2003 desde Cabo Cañaveral por EE.UU. Por lo tanto, existe un 100% de probabilidad de fenómeno convencional".

Desde un cohete a pedazos de pintura

Hasta ahora no se había encontrado nunca en Uruguay chatarra espacial. Sin embargo, sí se observó varias veces objetos brillantes que se mueven muy rápido por el firmamento.

En una nota publicada por El País en marzo, el astrónomo uruguayo Gonzalo Tancredi explicó que la basura o chatarra espacial está compuesta por cientos de elementos diferentes. "Son desde pedazos de pintura que saltan de los cohetes o pequeñas piezas como tornillos, hasta instrumentos que un astronauta pudo haber perdido, como un guante o un destornillador", ilustró el doctor en Astronomía de la Facultad de Ciencias.

Tancredi dijo que "esporádicamente", los desechos de mayor tamaño pueden distinguirse desde la Tierra.

Según explicó Tancredi, la percepción visual desde la Tierra es posible cuando los objetos ingresan a la atmósfera y circulan a menos de 100 kilómetros de la superficie. Entonces, comienzan un proceso de calentamiento a grandes temperaturas por fricción con el aire y adquieren un gran brillo.

La Fuerza Aérea a través de su Comisión Receptora e Investigadora de Denuncias de Objetos Voladores No Identificados (Cridovni) registra un promedio de 40 denuncias anuales sobre objetos no identificados.

Pero, según recordó Tancredi, el último avistamiento de chatarra confirmado en Uruguay se registró en el año 2000, cuando entró en la atmósfera un cohete ruso que no quedó en órbita.

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