Los estudios del Servicio de Sanidad del Ejército muestran que en 15 años, desde 1993 a 2008, solo 39 efectivos retornaron al país luego de una misión en el exterior siendo portadores del virus de inmunodeficiencia adquirida (HIV), lo cual es menos del 1% teniendo en cuenta la cantidad de militares enviados a esas misiones de Naciones Unidas desde entonces.
A la vez, desde 2008 a la fecha, ningún efectivo del Ejército presentó esa patología al retornar al país después de participar de una misión de paz, dijo la doctora María Cristina Sosa, directora técnica del Servicio, que es quien se encarga de los aspectos sanitarios de los contingentes que van al Congo, Haití y Sinaí, especialmente. Anualmente, el Ejército envía 4.500 efectivos a misiones de Naciones Unidas.
La ONU no permite que una persona con el virus de HIV sea enviada a una misión de paz.
La semana pasada, el comandante en jefe de la fuerza, Jorge Rosales, declaró que la cantidad de personal del Ejército portador del virus es de un número "significativo", pese a lo cual esas personas continúan en servicio.
Rosales defendió la decisión del Poder Ejecutivo de mantener como requisito para el ingreso a la fuerza la condición de no ser HIV positivo.
Rosales dijo que no es discriminación sino que hay actividades propias de un militar que no pueden ser cumplidas por personas con esta enfermedad.
La Asociación de Ayuda al Sero Positivo salió a responder al jefe militar diciendo que los exámenes de HIV que se piden en el Ejército "no deberían ser un filtro" para el ingreso de personas a la fuerza. Liset Collazo, vicepresidenta de la organización, subrayó que "la discriminación es muy grande en Uruguay".
"El comprobante de no ser portador de HIV no es correcto si se realiza como filtro para entrar a un trabajo y si termina influyendo en la decisión de tomar a una persona", dijo.