THOMAS L. FRIEDMAN
Katerina Sokou, de 37 años, periodista griega de la sección financiera en Kathimerini, periódico de circulación diaria, me contó la siguiente historia: un grupo de integrantes alemanes del Parlamento de Baviera llegó a Atenas poco después de que estallara la crisis aquí y se reunieron con algunos políticos, académicos, periodistas y abogados griegos en una taberna para evaluar la economía griega. Sokou dijo que su impresión fue que los alemanes estaban intentando averiguar si deberían estarle prestando dinero a Grecia para un rescate. Fue una nación entrevistando a otra para un préstamo.
"No estaban aquí como turistas; nosotros estábamos dándoles información sobre cuántas horas trabajamos", recordó Sokou. "Realmente prevalecía la sensación de que teníamos que convencerlos con respecto a nuestros valores".
Es que esta historia no sólo es sobre tasas de intereses. Es sobre valores. Actualmente los alemanes les están diciendo a los griegos: "Les prestaremos más dinero, siempre y cuando ustedes se comporten como alemanes en su forma de ahorrar, en el número de horas que trabajan, en la longitud de las vacaciones, así como en la consistencia que tengan para pagar impuestos".
Pero estos dos países son diferentes. Alemania es el epítome de un país que se enriqueció produciendo cosas. Grecia, después de haberse unido a la Unión en 1981, de hecho se convirtió en meramente otro petro-estado de Oriente Medio; solo que en vez de un pozo tenía a Bruselas, que bombeaba subsidios constantemente, ayuda y euros con bajas tasas de intereses para Atenas.
Los recursos naturales crean corrupción, ya que los grupos compiten por el control de la llave. Eso es exactamente lo que ocurrió en Grecia cuando tuvo acceso a enormes préstamos y subsidios en euros. La naturaleza emprendedora de los griegos fue canalizada en la dirección equivocada: en una competencia por fondos y contratos del gobierno.
Ciertamente, no todo fue dilapidado. Grecia registró una verdadera racha de modernización en los años 90. Pero después de 2002, se puso a descansar, pensando que ya lo había logrado, y demasiado "euro-petróleo" de la Unión volvió a financiar un corrupto sistema patrimonial del que políticos dispensaban empleos y proyectos a localidades a cambio de votos. Esto reforzó un enorme Estado asistencialista, en el cual los jóvenes soñaban con un placentero puesto gubernamental y todos, desde choferes, hasta farmaceutas y abogados tenían permitido erigir barreras de ingreso que inflaron artificialmente los precios.
La membresía en la Unión "fue una gran oportunidad para el desarrollo, y la desperdiciamos", explicó Dimitris Bourantas, catedrático en la Universidad de Atenas. "Tampoco aprovechamos los mercados de los (ex)países socialistas en torno a Grecia. No aprovechamos el crecimiento de la economía. Los perdimos todos porque el sistema político estaba concentrado en acrecentar la administración pública; no en la actitud emprendedora, competencia o estrategia industrial o ventajas competitivas. Creamos un Estado con ineficiencias, corrupción y una enorme burocracia. Fuimos el último gran país soviético en Europa``.
Es por esto, agregó, que los griegos, cuando se mudan a EE.UU., "desencadenan sus habilidades" en formas que les permiten prosperar. Pero aquí en Grecia, el sistema fomenta justamente lo opuesto. Aquí, los inversionistas te dicen que la burocracia relacionada con el lanzamiento de un nuevo negocio es abrumadora. Es de locos: Grecia es el único país del mundo en el que los griegos no se comportan como griegos.
Con el descenso de Beirut y Dubai, Atenas debería haberse convertido en el centro de servicio del Mediterráneo. En vez de eso, Chipre y Estambul aprovecharon ese papel. Grecia no debe desperdiciar la crisis. Si bien ha instituido algunas reformas durante 2010, el premier George Papandreou me dijo: "Lo más frustrante es la resistencia en el sistema. ¿Cómo se produce un cambio en la cultura?"
Hará falta una revolución cultural. Y eso puede ocurrir sólo si los dos partidos principales de Grecia se unen y fuerzan un cambio radical en la cultura gobernante de arriba a abajo. Sin eso, Grecia nunca será capaz de saldar sus préstamos.