Brutal fuga y captura de 4 reclusos

Santiago Vázquez. Reclusos armados con pistolas de alto calibre que no se sabe cómo ingresaron en el Comcar consumaron el violento escape Se apoderaron de un camión y derribaron los portones

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ANDRÉS ROIZEN

En la tarde de ayer el Comcar fue escenario de un motín con toma de rehenes y posterior fuga. La escena fue cinematográfica y decenas de policías se desplegaron para capturar a los reclusos tras un tiroteo.

Sobre las 16 horas cuatro presos armados al mando de un camión con cinco policías como rehenes volaron dos portones de la cárcel y se dieron a la fuga.

Recorrieron un par de cuadras por el camino Basilio Muñoz, hasta que los propios policías habrían logrado detener el vehículo y facilitar la captura de los delincuentes.

La Policía ya se encontraba movilizada tras el aviso de la guardia carcelaria y un gran operativo estaba en proceso.

Cuando comenzó el motín, los reclusos se hallaban en una zona de galpones del establecimiento carcelario. En esa instancia, tomaron a cinco policías que estaban en el lugar como prisioneros. Luego, abordaron un camión que se hallaba estacionado y obligaron al policía que oficiaba de chofer a acelerar y atropellar los dos pesados portones de la entrada. Uno de las estructuras metálicas voló hacia un costado y la otra fue arrastrada por el vehículo más de 50 metros.

Los delincuentes estaban armados con dos pistolas 9 milímetros, una pistola Thunder 380 y un revólver Magnum 357, que todavía se busca establecer cómo ingresaron al lugar, además de cortes carcelarios.

Tres efectivos fueron introducidos adentro de la cabina y dos en la caja del camión que pertenece al Ministerio del Interior. Dos reclusos subieron a la caja y otros dos se pararon en los estribos laterales del vehículo, desde donde apuntaban a los guardias y los obligaban a obedecer.

Según las primeras versiones del hecho, uno de los delincuentes ya había sido herido por la guardia al atravesar el perímetro carcelario.

Cuando el camión quedó frenado, llegaron los primeros policías y comenzó un tiroteo. Los delincuentes tenían algunas prendas que se parecían a la vestimenta policial y generaban ciertas precauciones para los efectivos actuantes.

En el intercambio de disparos, uno de los reclusos recibió un tiro en la cabeza y cayó gravemente herido junto al camión. Los otros tres se dieron a la fuga ocultos por los altos pastizales del lugar. Los policías que habían sido capturados no sufrieron lesiones mayores y sólo uno de ellos debió permanecer en observación por los golpes recibidos.

La zona fue cerrada rápidamente por las autoridades carcelarias que coordinaron el operativo.

Se acordonó la zona para poder acorralar a los delincuentes. Para ello se contó con el apoyo de la Guardia Republicana, la Jefatura de Montevideo, la Policía Caminera, el plantel de perros y un helicóptero de la Fuerza Aérea.

El área fue dividida y se fue trabajando por zonas. Sucesivos allanamientos se realizaban en los campos del perímetro delimitado y las autoridades carcelarias seguían de cerca las actuaciones que ya involucraban a por lo menos 100 efectivos de distintas unidades. No había margen para el error y la tensión se notaba en los rostros de los policías implicados.

Efectivos armados con escopetas y otras armas de gran calibre recorrían los pastizales y se iban descartando lugares.

Dos delincuentes fueron localizados rápidamente de esa forma y a la hora y media del suceso solo restaba ubicar a uno. Se suponía que estaba herido de bala en una pierna y que permanecía en el terreno próximo al que había quedado el camión, donde se había producido el tiroteo.

Ahí se reunieron más de cuarenta efectivos de distintas unidades sobre las 17:30 horas y se dispusieron a ingresar en línea para realizar el barrido del terreno, dejando unos pocos metros entre uno y otro. La orden fue apuntar al recluso al ubicarlo y dar inmediato aviso en voz alta; los jerarcas al mando señalaron que pretendían detenerlo con vida.

Fueron pocos segundos después del ingreso a las cerradas malezas cuando se detectó al fugado. Estaba agazapado en el suelo, a unos pocos metros del camino, con una pistola cargada y un corte de gran tamaño. El tiro en la pierna y la agobiante presión policial no le dieron lugar para ningún tipo de reacción y fue reducido.

"Quedate quieto", le gritó con violencia un policía. Lo sacaron entre varios y lo subieron a una camioneta. Fue trasladado para recibir atención. Atrás quedó el efectivo que lo ubicó, mientras era abrazado y aplaudido como un héroe. Los demás festejaban y se felicitaban por el eficaz operativo.

El recluso que recibió el disparo en la cabeza fue identificado como Matías Fernández, se dijo que estaba muerto pero después se señaló que permanecía internado grave. Los otros son Eduardo Brasil, que fue impactado en la pierna, Eusebio Amorín y Alberto Pereira.

El caso ya está en la órbita de la Justicia. Los dos reclusos que resultaron ilesos volvieron a la cárcel bajo medidas especiales, los otros dos permanecían internados.

"El Rana" cayó tras 8 meses fugado

RIVERA | FREDDY FERNÁNDEZ

Tras un paciente operativo, la Policía del departamento de Rivera detuvo a un recluso que había fugado el 24 de marzo de la cárcel departamental.

El delincuente Carlos Miguel Paes González, conocido por el mote de "El Rana", estaba procesado por rapiña.

"El Rana" demostró ser particularmente escurridizo y logró permanecer en libertad durante ocho meses tras su espectacular fuga del hospital local, desde donde se fue, pese a que tenía grilletes y estaba esposado. En la madrugada de ayer policías de la Seccional 10ª dieron con su paradero, y montaron el cerco a la vivienda, esperando que amaneciera. Al verse acorralado, el diminuto delincuente salió por la ventana del fondo, y se escondió en unos bañados. Tras más de media hora de persecución, los nueve policías y el oficial que protagonizaron la persecución lograron su objetivo y lo condujeron a la cárcel de Cerro Carancho.

El prófugo no conocía este centro de reclusión ya que había huido dos meses antes de su inauguración.

En mayo, la nueva prisión sustituyó al establecimiento carcelario que funcionaba en el centro de la capital de Rivera.

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