"Punta del Este está llena de secretos: para disfrutarla es clave tener un guía"

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Rogerio Fasano

Hijo de padre italiano y madre brasileña, Rogerio Fasano (49) es dueño de doce restaurantes y cuatro hoteles. Uno de sus emprendimientos está "perdido" a seis kilómetros de la estación Ancap de La Barra, en unas 482 hectáreas sobre una colina alta y con vista 100% natural. A los 18 años quiso ser cineasta, pero una "crisis" lo transformó en dueño de la cadena de restaurantes que fundó su bisabuelo, en 1902. Asegura que los turistas clientes que recibe en temporada se deslumbran con la "Saint Tropez" de Sudamérica, en referencia al balneario, y reconoce que este año el movimiento es menor. Le gustaría que el balneario "no se apagara" en el invierno.

PUNTA DEL ESTE | G.PÉRGOLA / M. GALLARDO

-Usted afirma que cuando su padre era rico tenía pensado ser cineasta, pero cuando quedó "pobre" terminó al frente de la marca familiar Fasano, ¿Cómo fue eso?

-Nunca imaginé dedicarme a la gastronomía. Para nada. Fueron dos momentos en mi vida. Cuando tenía a mi papá rico me gustaba el cine y estudiar en Londres. Pero efectivamente cuando todo se complicó me metí a trabajar en esto, con 20 años. No sabía nada de nada. Lo más cercano a esto que estaba era que me gustaba salir a comer afuera.

-¿Qué fue lo que pasó que se complicaron los negocios familiares?

-Mientras mi abuelo estaba al frente del restaurante Fasano mi padre optó por dedicarse a otra cosa. Tenía una fábrica de whisky y vinos en Río Grande del Sur. Le iba muy bien. Mi abuelo murió, y mi padre decidió cerrar el restaurante, porque no podía hacerse cargo de todo. El problema fue que al tiempo ya no le empezó a ir tan bien con su fábrica. Tenía problemas financieros. Yo vivía en Londres en ese momento, estudiando cine. Un día me llamó mi hermano y me dijo que debía regresar, que la cosa no estaba bien como para que yo siguiera estudiando cine. A la semana regresé a Brasil. Mi padre tenía una propuesta para reabrir Fasano. Era una marca con mucho nombre y no quería venderla. Me puso a mí de la familia. El comienzo fue un desastre total. Me fue horrible.

-¿Por qué?

-Abrimos dentro de un shopping. No era el lugar adecuado. Y el concepto nuestro era muy equivocado. Era el momento de la Nouvelle Cuisine Francaise, que estaba de moda, y quisimos hacer algo parecido en un shopping. Horrible. Terminé cerrando a los seis meses. Me busqué un local independiente, hice cocina italiana, más fiel al estilo de la marca, y ahí sí empezó el éxito.

-¿Qué indicaciones le dio su padre?

-Antes de tomar el negocio mi padre me alertó de que esta era una profesión de locos. Los horarios son malos, no hay fines de semana. En Francia se dice que los dueños de los restaurantes son los esclavos del siglo XXI.

-¿Cómo ha manejado esa esclavitud en Punta del Este, donde antes venía a descansar?

-Tengo un equipo. Aprendí a delegar. Aunque cuesta. El otro día estaba en una fiesta hablando con Giuseppe Cipriani y me bromeó que ya no aparezco más por las fiestas. Desde que abrí en Punta del Este, para mí es otra historia. Antes Punta del Este era diversión. Ahora es trabajo. Me divierto recién después de las 3 de la mañana, que quedo libre. Además, me gusta estar en los detalles. Sobre todo porque a este proyecto lo considero todavía un bebé. Es muy reciente. Hay que ponerlo a caminar solo.

-Recibe en su hotel y restaurante a clientes de todas partes del mundo, muchos de ellos que vienen por primera vez al balneario ¿Qué le dicen de Punta del Este como destino?

-La gran mayoría se va encantada. Ahora, la clave de quien viene a Punta del Este para disfrutarla es tener a una persona que lo guíe y le descubra todos sus secretos. Así se disfruta mucho más. Desde los restaurantes increíbles que hay, las fiestas privadas, los almuerzos y asados en las casas de distintas personas, las chicas lindas. Hay muchos secretos escondidos en Punta del Este.

-¿Cómo dio con el balneario?

-Solía venir a pasar mis días de descanso, desde hace más de 10 años. El primer lugar donde me quedé fue en el Hotel San Rafael. Después vine para aquí y en uno de esos años el propietario de este lugar me dijo que quería vender. Consulté con el grupo con el que ahora estoy asociado, JHSF, y compramos. Son 500 hectáreas, en un lugar increíble.

-¿Fue tan sencillo como lo cuenta, teniendo en cuenta que el concepto suyo (de villas y campo) es diferente a la Punta del Este que se está acostumbrado a ver?

-Justamente, al momento de evaluar comprar vimos que estaba empezando una moda, de pasar de tener propiedades grandes frente al mar a buscar casas con caballos, vistas increíbles, un entorno bien campestre, pero muy próximo de la ciudad. Igualmente, teníamos dudas al inicio, de por qué elegir la Barra, y al interior, pero todo eso se fue despejando.

-Ha viajado por distintas partes del mundo ¿Qué vio en Punta del Este que no encontró en ninguno de los lugares que ha visitado?

-Como brasileño, lo más importante que tiene Punta del Este es su temperatura. Aparte de ser una ciudad limpia, cuidada, organizada. Acá no hay mucho problema de violencia e inseguridad tampoco. Pero por sobre todo, uno encuentra en Punta del Este la certeza de que por dos o tres meses podrá llover uno o dos días, pero no como en San Pablo o Río, que puede alquilar una casa por 15 días y lloverle los 15 días. ¡Ya me pasó muchas veces! Ni un día de sol. Esto en Punta no pasa.

-Sin embargo, el brasileño dice que el agua de la costa uruguaya es fría…

-Sí, es verdad que para los brasileños la playa de acá no impresiona, porque allá hay playas muy lindas. Pero la certeza del clima le juega mucho a favor. Y también gusta mucho esa cosa más europea que tiene Punta como estilo de vida. Noche, fiestas, la certeza del buen tiempo. Los brasileños la llaman la Saint Tropez de Sudamérica. A Punta del Este viene mucha gente de muy lejos. Yo si viviera en Nueva York no sé si es tan obvio tener una casa en Punta. Son doce horas de aéreo. Sin embargo, se ve mucho esta escena. Norteamericanos con casas aquí.

-¿Qué cosas cree que debería mejorar Punta del Este para seguir creciendo como destino?

-A mí me gustaría que las personas descubriesen de Punta del Este una estadía más larga. Por esto creo que el campo de Punta del Este está tomando mucho valor. Tener una casa al frente al mar en invierno es inhóspito. Si la tiene en el campo se disfruta de otra manera. Esto es lo que está empezando a surgir en Punta. No la veo solo como ciudad de veraneo, y por eso invertí aquí. Tenemos que traer más gente. Una cosa que cambiaría Punta es si los comerciantes abrieran más locales durante el invierno. Para mí el problema no es el frío. El brasileño viaja para pasar frío. Ama el frío, la estufa a leña, ese clima por unos días. Pero lo que pasa en Punta es que en invierno no hay negocios y la ciudad está apagada.

-¿Cómo ha visto lo que va de temporada en cuanto a movimiento?

-Sinceramente, la sentí más vacía que el año pasado. No se ve el tráfico del año pasado. El otro día hablaba con los dueños de la Huella y me decían que tenían la misma percepción.

-¿De la propuesta gastronómica que tiene Fasano, muy reconocida a nivel mundial, ¿le ha incorporado algo de Uruguay?

-Productos sí. Tenemos el cordero de aquí, que es muy bueno. El caviar uruguayo también. El tomate acá es como italiano y la batata es fantástica. En vinos, siendo honesto, el Tan-nat no es una uva que me desvele. Igual, tengo una frase que responde a esta pregunta: cocina italiana, vino francés, máquina alemana… y mujer brasileña. Si todo eso está en Punta del Este... la felicidad es completa.

TERRENO COSTÓ us$ 12.8:

El complejo Fasano Las Piedras tiene una superficie de 481 hectáreas. Es el fraccionamiento más grande de la zona. El grupo brasileño JHSF desembolsó unos US$ 12.8 millones para comprárselo a la familia argentina Braun. La propuesta incluye 32 bungalows para albergar a los pasajeros del hotel, dos restaurantes y un desarrollo inmobiliario de unos 200 predios de 5.000 metros cuadrados. Unos cincuenta inversores adquirieron predios para construir sus residencias en el Fasano. El metro cuadrado ronda los U$S 200. Una cancha de golf diseñada por Arnold Palmer quedará lista a fin de año, bajo una inversión aproximada de US$ 10 millones.

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