¿Quousque tandem Presidente?

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Ha vencido los años y el tiempo el episodio de la vieja república romana, donde Marcos Tulio Cicerón cansado de soportar la peligrosa acción negativa de Lucio Catilina le espeta en pleno Senado: Quousque tandem, Catilina, abutere patientia nostra? (¿Hasta cuándo Catilina abusarás de nuestra paciencia?). La frase vuelve a resonar con otros protagonistas.

Argentina seguirá siendo nuestro vecino, los argentinos nuestros hermanos, para la presidente Cristina Fernández "el Pepe" seguirá siendo su "querido amigo", "el Pepe" seguirá visitando a su amiga Cristina, pero es hora de que al Presidente de la República Oriental del Uruguay, José Mujica se le termine la paciencia, ponga fin a los arrumacos con la Casa Rosada y asuma que ese gobierno no tiene el menor cariño por el Uruguay y, para peor, no respeta ni palabras ni Tratados. Asumir esa realidad y actuar. Hay daños que ya están hechos y otros en proceso, pero que no se piense ni por un segundo que algo o alguien va a impedir que se concreten. Solo puede buscarse el camino para minimizar el impacto negativo.

Cientos de trabajadores uruguayos se encuentran en seguro de paro y muchas empresas al borde de la quiebra. Pensaron que el Tratado del Mercosur que implicaba la libre circulación de bienes y servicios a través de la eliminación de aranceles o restricciones no arancelarias, iba a ser respetado y eso era garantía para sus inversiones. No fue así; trabas arbitrarias, discrecionales, persistentes o de cualquier otro tipo que se pudieran inventar, fueron lanzadas en catarata interminable por el gobierno argentino, hasta construir un búnker. La liberación global del Mercosur dio paso a una negociación producto por producto para nuestras exportaciones, que fueron asfixiando a las empresas uruguayas y plantearon un horizonte de incertidumbre al futuro laboral de sus trabajadores.

Ahora la mira está puesta en el turismo argentino. El presidente de la AFIP, el símil de nuestra DGI, fue clarito cuando afirmó que "preferimos que se queden a veranear en el país". Y para convencerlos de ello, ha descargado una pesada batería de medidas que convierten la salida de un argentino en auténtico tormento, sin considerar siquiera las acciones que le puedan caer a su regreso.

El gobierno uruguayo había buscado por el lado de incentivar el uso de las tarjetas de crédito que los argentinos encontraran, ya no beneficios, pero sí por lo menos una situación normal en sus visitas. El retruco fue casi inmediato: se aplicará un impuesto del 15% en las transacciones realizadas en el exterior por los argentinos con tarjeta de crédito y, además, se exigirá a las entidades administradoras de las tarjetas que informe sobre los rubros, comercios y montos involucrados realizados en el exterior. Si esto no es guerra, que nunca venga la paz.

El gobierno uruguayo, por más que insista, no va a cambiar las decisiones de enfrente. Además, el gobierno argentino está en su legítimo derecho de adoptarlas; es un tema que hace a la interna de ese país. Pero, eso sí, no deberíamos ser tan complacientes y sumisos como para aprobar un intercambio de información tributaria que solo favorece al fisco argentino. De la misma manera que respetamos sus decisiones, que aguanten las nuestras. Hay un principio de reciprocidad en las relaciones internacionales y parece absurdo que frente al destrato adoptemos la genuflexión.

Lo que corresponde hacer ya y rápido, es buscar alternativas a la presencia turística de enfrente, porque estamos hablando de una cifra que oscila en los US$ 1.300 millones (bastante más que las exportaciones de carne) que ingresa por este rubro. Brasil y Paraguay (el mismo Paraguay que, por hacerle caso a la presidente Fernández lo suspendimos del Mercosur) aparecen, en el corto plazo, como los objetivos principales. Y, con un poco más de tiempo, cambiar las perspectivas y empezar a mirar hacia el Pacífico: el 6 de junio, en el desierto de Atacama, los presidentes de Chile, Perú, Colombia y México lanzaron la "Alianza del Pacífico" una ambicioso proyecto estratégico que busca comerciar con el mundo. Como dijo el exmandatario peruano Alan García, gestor de esta iniciativa: "Esta no es una integración romántica o poética, es una integración realista". Esto no es cuestión de afinidades ideológicas y simpatía, es por principios y por plata. Basta de "más y mejor Mercosur" porque de simples tontos pasaríamos a flor de nabos.

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