BUENOS AIRES | LA NACIÓN/GDA
Descanso y poca actividad. Así fueron las horas previas de la presidenta Cristina Fernández antes de la operación a la que se someterá hoy por el cáncer de tiroides que le detectaron la semana pasada y que la tendrá 72 horas internada.
Los días del lunes y ayer fueron dedicados casi exclusivamente a la familia y a sus íntimos, salvo por escasas reuniones programadas -una de ellas con Amado Boudou, el vicepresidente que quedará al mando del país por unos 20 días, hasta que la mandataria termine con su reposo.
Todos los estudios prequirúrgicos ya le fueron realizados a la presidenta, que sería operada hoy a las ocho de la mañana. Según informó ayer el diario argentino La Nación, Fernández sería internada recién a las siete de la mañana.
De buen ánimo, la presidenta se llevó de El Calafate a toda su familia para Olivos. Estuvieron sus hijos, Máximo y Florencia; su nuera, Rocío García; su mamá, Ofelia Wilhelm, y su cuñada, la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner -hermana de su fallecido esposo y expresidente argentino, Néstor Kirchner-, además de sus médicos personales, Luis Buonomo y Marcelo Ballesteros.
Cristina cumplía el pedido de los médicos, que le recomendaron descanso y evitar las actividades públicas en las horas previas a la operación.
Se espera que el vocero presidencial y secretario de Medios, Alfredo Scoccimarro -que dio a conocer la enfermedad de la mandataria-, sea el encargado de comunicar el resultado luego de la operación.
Mientras tanto, los ministros estaban ayer a la espera de las órdenes de Olivos. Nadie sabe aún si podrá ir al Hospital Austral una vez que finalice la operación en la que se le quitará el carcinoma papilar maligno detectado la semana pasada a Fernández, y que, según la información difundida oficialmente por la Casa Rosada, no había provocado metástasis.
Más allá de evitar los actos públicos y las actividades oficiales, Cristina no dejará de estar pendiente de la gestión. A todos los ministros con los que se reunió la semana pasada les pidió que se concentraran en sus respectivas administraciones. "La orden fue que el Gobierno debería seguir adelante", confió uno de ellos.
Boudou, que deberá reemplazar a la presidenta, se instalará en un despacho del Banco Nación para estar a mano de la firma de resoluciones y decretos diarios que prepara el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini. Pero no organizará reuniones ni tendrá un perfil alto. Su reemplazo es más bien simbólico, refuerzan las fuentes oficiales. Más allá del pedido de la presidenta, con su internación de 72 horas habrá un impasse en la gestión. Algunos ministros ya avisaron que estos días no pisarán la Casa Rosada.
La última aparición pública de la presidenta fue el miércoles pasado, al mediodía, cuando en un acto en la Casa Rosada en el que anunció la refinanciación de las deudas provinciales con la nación habló de la enfermedad y buscó llevar calma en medio de la incertidumbre y preocupación que había generado su estado de salud.
Vigilia. Un grupo partidario de Cristina se ubicó ayer a las afueras de la institución médica, "a la espera de la evolución de la mandataria". Integrantes del Movimiento Evita de Derqui y Luis Lagomarsino se instalaron frente al hospital, colgaron banderas, afiches y pancartas y acomodaron carpas para iniciar la vigilia. Un referente del Movimiento Evita local, Juan Luna, dijo: "Los compañeros están ansiosos y no queríamos que llegue el día y quedarnos sin lugar o lejos de donde va a estar la presidenta". Además, aseguró que no saben si Cristina "va salir a saludar", pero que si lo hace, quieren "estar cerca".
"Seguramente mañana llegarán más compañeros de distintas partes del país y hasta tendremos en la puerta del hospital el camión central del Movimiento Evita, que está muy equipado, incluso hasta con oficinas", agregó
Boudou firmará; las decisiones son de Máximo
Buenos Aires | Por la operación a la que será sometida la presidenta Cristina Fernández, desde ayer y hasta el martes 24 de este mes, el vicepresidente Amado Boudou está a cargo del Poder Ejecutivo.
Según trascendió, en esos días la agenda del gobierno pasará por el ajuste fiscal, bautizado "sintonía fina" por la presidenta.
Desde el lunes rige la anunciada quita de subsidios al gas, la luz y el agua a 270.000 usuarios, pero también se sumarán a esa quita nuevas zonas geográficas y más sectores de la economía, y se seguirá de cerca a las provincias para que ajusten sus gastos y su personal para poner en caja su situación fiscal. Y Boudou se deberá enfrentar a las reacciones.
Las decisiones políticas pasarán por Carlos Zannini, secretario legal y técnico, y el hijo de la presidenta, Máximo Kirchner.
El protagonismo en la cuestión económica será del ministro de Planificación, Julio De Vido, y del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno.
En estos días, Boudou consultará con ese núcleo duro de poder "cristinista", acatará y firmará.
Entre los temas imprevistos con los que deberá lidiar Boudou está la muerte del gobernador de Río Negro, Carlos Soria (ver aparte).
En tanto, en el ámbito sindical, por el receso estival, la operación de la presidenta y para calmar los ánimos dentro de la Confederación General del Trabajo, los distintos sectores que integran y disputan el control de la central obrera se preparan para transitar un enero sin sobresaltos.
Eso en el plano de las intenciones, porque todo parece depender del rol que decida jugar el secretario adjunto del Sindicato de Choferes de Camiones, Pablo Moyano, que en los últimos días se movió como vocero de su padre, el líder de la CGT, Hugo Moyano, quien eligió un bajo perfil.