Cantó todo su repertorio clásico, el que esperaba el público, pero también prodigó sorpresas, algunas de ellas entre canción y canción. En pocas palabras, fue el mejor concierto que ha dado el rock en la historia uruguaya.
Hello Goodbye marcó el inicio de un recital que se hizo desear media hora más de lo anunciado. Comenzó a las 21:00 horas, con Paul McCartney enfundado en chaqueta azul y pantalón negro, con su clásico bajo Hofner colgado al hombro. Los presentes lo recibieron de pie, de forma espontánea.
"¡Hola Montevideo, buenas noches uruguayos!", gritó en español a una audiencia que lo recibió con estruendosa ovación. Después, en inglés, invitó al público a "pasarlo bien".
All My Loving, un tema de la primera hora de The Beatles, sirvió para calentar los motores y para que Paul, de nuevo dirigiéndose al público, anunciara que estaba "muy feliz de venir acá por primera vez". El texto lo leyó en un telepronter que tenía al pie del escenario.
"Esta noche voy a tratar de hablar algo en español, pero más que nada en inglés", agregó entre risas. "¿Están listos para una fiesta esta noche?", preguntó.
Enseguida dio paso a Jet, canción que grabó con Wings, y siguió con Sing the changes, escrita por McCartney para el grupo The Fireman.
Después de atacar esta canción, se quitó la chaqueta dejando a la vista su camisa blanca y un par de tiradores, y se lanzó a innovar su repertorio de la gira On The Run con otro viejo clásico de The Beatles: The Night Before.
"Es la primera vez que toco esta canción en Sudamérica", dijo. Y ahí fue el momento en que la banda pareció entrar en calor defintivamente. Antes de interpretar Paperback Writer, alzó la guitarra y explicó: "Esta guitarra es la original, la que usé en los 60" (cuando grabó la canción).
Paul, que venía variando instrumentos entre el bajo y la guitarra eléctrica, se pasó luego al piano para insuflar mayor intimidad a la audiencia, mientras Brian Ray se apropió del bajo.
El ex-Beatle abrió ese set con The Long and Winding Road ("Un largo y sinuoso camino"): el título hizo evocar a algunos las largas y sinuosas colas que habían hecho desde el mediodía para arribar al estadio. Siguió con 1985 y no tardó en devorarse al público con una interpretación de My Valentine, que arrancó lágrimas en algunos espectadores y le dio al propio artista una panorámica mágica del coloso con la platea poblada de lucecitas, en su mayoría de celulares y cámaras fotográficas.
La canción que promociona su más reciente álbum signó uno de los momentos culminantes de la noche. Paul dijo que la había escrito "para Nancy", su "hermosa esposa".
El flamante videoclip en blanco y negro, que grabó el actor Johnny Depp, se proyectó en las pantallas gigantes mientras el mismo efecto también envolvía al cantante en tiempo real, y en blanco y negro.
Maybe I`m Amazed vino a continuación.
Un detalle: cuando Paul se sentaba al piano, situado a un lado del escenario, el público de la tribuna América sólo podía verlo en pantalla gigante.
I`m Looking Through You significó el retorno al clásico repertorio de The Beatles, que continuó con Paul solo en el escenario, con la guitarra acústica, para cantar uno de los temas más esperados: Blackbird.
Antes había hecho gala de su exiguo español, rememorando su niñez y el tiempo en que asistía a clases de castellano, "cuando tenía 11 años".
Entonces recitó unas líneas que aprendió en la escuela:
Tres conejos en un árbol
tocando el tambor
Que sí, que no
Que sí lo he visto yo.
El "versito", vale acotar, es una anécdota recurrente que el músico británico ya ha contado en todos sus conciertos previos en Sudamérica.
Exactamente a las 22.00 horas, mencionó a "Liverpool" y a "(Luis) Suárez", el ídolo del club de su ciudad natal y esto provocó ovaciones.
EVOCACIÓN. McCartney no dejó pasar la ocasión para recordar a sus viejos compañeros de Liverpool, John Lennon y George Harrison, ambos fallecidos. A George lo mencionó antes de cantar Something, una de las mejores canciones que firmó Harrison poco antes de la disolución de The Beatles (y que Frank Sinatra, erróneamente, calificó como "la mejor canción escrita por Lennon y McCartney").
A Lennon, lo evocó cuando se aprestaba a interpretar Here today, casi en el ecuador del recital.
Paul se lució paseándose por el escenario con una gran variedad de instrumentos, desde el bajo Hofner a la guitarra eléctrica, la acústica, el piano, la mandolina y hasta un ukelele. Simpático, improvisó pasos de baile a ritmo de los cánticos que le regaló el público, y hasta los acompañó punteando en su guitarra. Se tomó un momento para sí mismo con previo aviso; apenas diez segundos con la mirada perdida hacia la multitud, para grabar esa instantánea en su mente, con tres generaciones como protagonistas. "Son muy cálidos" agregó luego en español. "¡Maldonado y Rivera nos están viendo por la tele!", comentó "canchero". Y volvió al piano para otro segmento memorable que alcanzó un clima de gran intimidad con Let it Be, para terminar con fuegos artificiales y pirotecnia en medio de Live and Let Die.
Hey Jude, que continuó la nostalgia Beatle le sirvió para organizar al coro popular. "Sólo los hombres", pidió. Luego "¡las mujeres!". Y el juego entre público y artista resultó contagioso.
Seguramente muchos se resfregaron los ojos o se pellizcaron en algún momento, porque aunque allí estaba, resultaba enceguecedora la emoción de estar viviendo un concierto histórico, impensado en Uruguay. Ni el más optimista habría dicho que alguna vez sucedería. No obstante, el ensueño tuvo un puente a la realidad cuando Paul apareció con la bandera uruguaya, mientras uno de sus músicos se paseaba con el pabellón británico. Su regreso a las teclas, esta vez fue en un piano vertical de colores ubicado al centro (que era apreciable desde la tribuna América), con su registro intacto, la elegancia de un Sir y el ritmo de Lady Madonna en los pies. Antes de los bises llegaron Day Tripper y Get Back. Hubo dos bises y costó dejarlo ir, porque un anhelo cumplido es difícil de repetir aunque prometió hacerlo, en español y en inglés. "Nos vemos la próxima" y por las dudas subrayó "see you next time" cuando la lluvia de papelitos bajaba el telón de una noche inolvidable, de piel de gallina y ojos húmedos.
"Papá, ¿cómo se llama esta canción?", preguntaba una chica adolescente que se movía a ritmo de Golden Slumbers pero se sabía toda la letra de Yesterday. "Tenemos que irnos a casa. Sí amigos. Sí muchachos", ensayaba McCartney, el ex beatle, el Sir, el eterno joven de Liverpool, el que fue protagonista de la banda más revolucionaria de la historia de la música popular. El mismo que una vez dijo: "quiero tocar en Uruguay. ¡Yeah!". Y lo hizo.