Hay niños que desaparecen de la emergencia del Hospital Pereira Rossell. Sus padres se los llevan para evitar estudios que evidencien casos de maltrato. La situación quedó en evidencia durante el último Congreso Nacional de Neurocirugía.
Puerta de Emergencia del Hospital Pereira Rossell. Un equipo de médicos se apronta a realizar estudios a un bebé de poco más de un año de vida con síntomas de haber sido maltratado. Lo van a buscar pero el niño no está. Desapareció.
Una situación similar a esta fue presentada dos veces durante la exposición de un caso clínico en el marco del III Congreso Nacional de Neurocirugía, realizado en el LATU del 17 al 19 de abril.
Como parte de su conferencia "Maltrato y TEC" (traumatismo encéfalo craneano), Javier Prego, uno de los coordinadores de la emergencia del Pereira Rossell, explicó síntomas y situaciones antes las cuales es necesario que los médicos estén alerta para detectar un traumatismo causado por un maltrato físico.
Durante la exposición, Prego presentó el caso de un bebé de 15 meses que fue atendido en la emergencia y que provenía de un entorno de violencia familiar. El especialista puntualizó los detalles del caso y tras explicar los síntomas primarios apuntó: "Este niño se nos fue del hospital, sin imágenes".
"No sé cómo se pudo ir si tenía 15 meses, estamos hablando de un bebé, solo no pudo salir", comentó al pasar uno de los médicos expositores al cierre de la conferencia. Prego contó que denunciaron a la Policía, el niño fue reingresado y pudieron estudiarlo.
Volvió a desaparecer. "Lo vio el psiquiatra, consideró que la madre tenía un buen vínculo, se hizo la denuncia, y el niño se nos fuga del hospital", reiteró el coordinador de la emergencia. "O sea que el hospital tampoco es un lugar muy seguro para los niños", lamentó.
La historia derivó en secuelas y complicaciones asociadas al maltrato de su familia. Pero independientemente de su realidad, el caso del niño dejó entrever un fenómeno particular dentro del hospital: fugas, escapes desde el centro de salud.
"No es extraño que eso suceda, que el paciente se escape del hospital", admitió una fuente médica que trabaja en la misma emergencia. "Por lo general te das cuenta enseguida. `¿Dónde está?` `No sé, se fue. Fue al baño y no volvió`", ilustró.
Entonces, se hace la denuncia a la Policía y se los va a buscar. Pero tampoco eso es sencillo. A veces, los familiares dan direcciones que no son las reales o se mudan o se van a la casa de algún familiar. "Es todo un engorro", apuntaron a El País desde la emergencia.
"Ir a buscar un niño por ahí en Montevideo no es sencillo. La Policía tiene bastante training entonces los ubica y los trae", apuntaron. En presencia de los oficiales, no suelen generar inconvenientes para volver.
En cuanto a la frecuencia con que estas situaciones se presentan, todas las fuentes coincidieron en que no es de todos los días, pero cada pocos meses se enfrentan a una fuga.
En general, no se trata de niños que se fugan voluntariamente sino de padres, madres o personas a cargo que deciden retirarlos del hospital. La causa varía. "Una madre se puede enojar momentáneamente por una cuestión menor, retirarse y después volver", comentaron.
Otras veces, y son las más preocupantes para los médicos, los retiran para evitar que un estudio deje en evidencia que los maltrataron, como posiblemente haya sucedido en el caso presentado por Prego.
PADRES, NO DUEÑOS. Consultada sobre hasta qué punto una madre puede decidir retirar a su hijo de un hospital, la abogada Laura Araújo, especialista en derecho de familia del estudio Ferrere, recordó que los niños tienen derechos por sí mismos.
Si el bienestar físico y la propia vida están en juego, explicó la abogada, "esa situación es tomada como prioritaria a la voluntad de sus padres". Los médicos del Pereira coincidieron con ella. "Los padres no son dueños de los niños para hacerles lo que quieran", indicaron.
"El adulto se puede retirar porque decide ante sí, si estás internada y te querés ir problema tuyo, pero en los niños no es así, los padres no pueden tomar decisiones que pueden arriesgar la vida del niño", enfatizó uno de los médicos consultados.
¿Qué hacer para evitarlo? Depende de cada caso. Algunas veces, según pudo saber El País, los clínicos han sospechado que el niño corría peligro y alertaron a los guardias para evitar que se lo llevaran.
"Si hubo una situación previa o una situación de mucho conflicto y hay guardias en el hospital se los pone en advertencia", comentaron. "Se les dice `ojo tratá de vigilar acá porque es una familia difícil, una familia complicada, vigilemos, estemos atentos".
Pero esto no puede hacerse con todos los niños. "No podés poner bajo vigilancia de seguridad a todas las personas que están siendo estudiadas", apuntaron los clínicos. "Hay que buscar el punto medio, entonces es difícil, hay que tomar decisiones caso a caso en función de las posibilidades de riesgo".
Ante una fuga quien decide qué medida tomar es el juez, en un proceso que tampoco es sencillo. "Pueden tomar medidas legales, puede ser desde una falta hasta un delito, depende de los motivos o las cuestiones en juego", apuntó un médico de la emergencia.
En casos extremos, en los que se considere que la vida del niño corre peligro, puede llegarse a la suspensión y hasta el retiro de la patria potestad.
En todos los niveles económicos
Durante la conferencia "Maltrato y TEC" (traumatismo encéfalo craneano), en el marco del III Congreso Nacional de Neurocirugía, Javier Prego, coordinador de la emergencia del Hospital Pereira Rossell, recordó que en niños que sufren maltrato hay lesiones en el tronco encefálico y en la médula que pasan inadvertidas si no se buscan con estudios específicos. Estas lesiones son frecuentes en quienes padecen el "síndrome del niño sacudido".
Walter Pérez, presidente de la Sociedad Uruguaya de Pediatría confirmó que es la forma más frecuente de traumatismo asociado a maltrato.
Se produce cuando "el adulto toma al niño y lo sacude de modo que la cabeza flexiona y deflexiona con violencia provocando daño en neuronas y axones, a menudo irreparables", explicó el especialista. Sucede en clases sociales altas y bajas, apuntó.