La inseguridad tiene ribetes inesperados. En un barrio de la ciudad de Migues los "gatos chorros" se convirtieron en un verdadero dolor de cabeza. Por no hablar de los 50 perros que además de los 80 felinos conviven en una casa abandonada.
Bruno González vive en la casa de al lado con su esposa y su hija de 2 años. "Este asunto tiene varios años, hoy ya hay una montonera de perros y gatos que impresiona", dice Bruno. "Ni siquiera podemos dejar que nuestra hija esté afuera de la casa sola, o ponerle una piscina en verano, porque entran los animales y rompen todo", dice.
Él como otros vecinos de esta manzana de Migues sufren desde hace años las consecuencias de una casa que se ha convertido en refugio de animales que viven solos. La casa pertenecía a una familia que tenía varias mascotas, pero al morir sus dueños y quedar en manos de una descendiente de la familia, la vivienda entró en franco abandono y la población canina y felina creció de manera explosiva. Hoy se estima hay unos 80 gatos y unos 50 perros.
El mayor problema que ven los vecinos linderos como Bruno y su familia es de orden sanitario. Pero como verdaderos émulos de ciertas conductas humanas, los gatos suelen hacer estragos como "ladrones" y los perros como verdaderos "matones de barrio".
El problema con la casa ubicada en la esquina de Progreso y Treinta y Tres ya sobrepasó la tolerancia de los vecinos y llegó al ámbito de la Junta Departamental de Canelones. No es la primera intervención pública en el tema; personal médico de Salud Pública ya inspeccionó la finca y elevó su informe crítico. De hecho, la propia Intendencia Departamental de Canelones ya había recibido una denuncia de los vecinos unos dos años atrás, según indicó a El País el edil nacionalista Joselo Hernández, quien recogió la inquietud del vecindario.
"TODA LA CUADRA". Gladys Ferrero vive hace 20 años en una casa cuyos fondos son linderos con la la vivienda tomada por los animales. La vecina es una de las que más se ha movido para llevar este tema a la consideración de las autoridades.
"No puedo abrir las ventanas porque los gatos se me cuelan", cuenta. Y, además de hacer sus necesidades, le roban pan, carne, vuelcan los recipientes con leche. Gladys asegura que esto es algo que no solo le pasa a ella, "es en toda la cuadra, van a todas", sentencia.
Los inconvenientes por vivir junto a la casa de los animales se multiplican. Sobre todo el olor nauseabundo que, asegura, emana de la vivienda y "produce vómitos".
"Las perras no están vacunadas ni castradas. La situación se multiplicó una y otra vez, ahora ya se fue de control", dice.
Tanto Gladys como Bruno recuerdan a los vecinos que vivían allí hace años. Un matrimonio con su hija, tenían algunas mascotas, pero bien alimentadas y en condiciones higiénicas. Los gatos, recuerdan, estaban encerrados en una enorme jaula y nunca iban de "visita" a las casas vecinas.
Pero esto comenzó a cambiar dramáticamente hace unos seis años, cuando el matrimonio falleció y la hija abandonó la casa, dejando tras de sí a los animales.
Bruno recuerda que cuando su vecina quedó sola con los animales, cuyo número ya iba en aumento, poco tiempo después debió irse de la casa ya que los médicos le aconsejaron que no continuara conviviendo con tantos animales. "¿Y a nosotros sí nos conviene? ¿Es que nosotros sí podemos?", se queja Bruno.
Él, al igual que Gladys, tienen la sospecha de que la responsabilidad escapa a los antiguos dueños de la vivienda. "Muchos han tomado la costumbre de tirar ahí animales abandonados", sostiene.
Los vecinos aseguran que en la última inspección a cargo de Salud Pública se hallaron evidencias de potenciales problemas sanitarios a raíz de esta población animal. Hidatidosis, toxoplasmosis, rabia, sarna, son algunos de estos potenciales riesgos sanitarios. "Nadie sabe lo que pueden tener estos animales", comentó Gladys.
El viernes pasado la Comisión de Salud de la Junta Departamental canaria escuchó el planteo de los vecinos. Ahora estudia el caso. (Producción: Renzo Rossello)
Un pequeño y antiguo poblado
La localidad de Migues está a poco más de 60 kilómetros de Montevideo. Su población supera las 2.000 personas, en el Censo de 2004 vivían allí 2.203 habitantes. Los datos del Censo 2011 aún no fueron desagregados por localidad, pero se estima que residen allí unas 2.400 personas.
Las tierras que conforman la localidad fueron adquiridas en 1761 por Juan Villanueva Pico, pero en tiempos de la Revolución Artiguista se expropia este latifundio y luego de un largo proceso un apoderado logra la devolución de las tierras que en 1835 son vendidas a Blas Migues. Pero el proceso fundacional no se inicia sino hasta 1859, cuando Gregorio Migues construye allí una espaciosa finca en las cercanías de la actual plaza del pueblo.
En 2007 la localidad fue azotada por un fuerte temporal que produjo daños considerables en viviendas.
"No hay ladrones, pero igual se cierra"
"Parece mentira que en una localidad donde no existe la delincuencia, estos vecinos tengan que vivir con las puertas y las ventanas cerradas ante el acecho de los gatos intentando buscar comida", dijo a El País el edil blanco Joselo Hernández.
Según explicó el legislador departamental la desesperación de los vecinos de Migues va en aumento al constatar que sus reiterados planteos no reciben respuesta. "Ahora con la llegada de las lluvias, la presencia de humedad en la vivienda, el olor nauseabundo se incrementa a diario, sin hablar del riesgo de enfermedades", apuntó Hernández.
Según el edil una vecina de la localidad canaria llegó a comentarle que estaba evaluando iniciar una demanda judicial a la Intendencia de Canelones, por su omisión al no actuar ante denuncia de los miguenses. De acuerdo con la información de la que dispone el edil, los propietarios de la finca no han recibido multas. Solamente se les envió una intimación a nivel del municipio local para que retiraran los animales antes del 20 de marzo pasado, que no se ha cumplido.
Equipo del MSP elevó un informe
Un informe de personal médico de la Dirección Departamental de Salud del MSP, elevado el pasado 14 de marzo, da cuenta de la situación que testimonian los vecinos de Migues.
Tras consignar el estado de abandono de la vivienda, el fuerte ladrido de los perros y el fuerte olor a excrementos y orina, en la inspección física de la vivienda, los funcionarios del MSP anotaron sus conclusiones.
"No sabemos si los animales en general están vacunados contra la rabia (zoonosis), así como las enfermedades propias de estos animales. La molestia referente al ruido se pudo constatar, en nuestra visita. Hoy percibimos el olor a excrementos. En una (vivienda) lateral y al fondo hay vecinos pegados a esta finca, quienes no pueden usar su propio espacio, por los olores y gatos que andan a su alrededor. Estos animales, aunque en nuestro país no se han registrado casos, pueden transmitir rabia canina, los gatos toxoplasmosis. Las condiciones higiénicas en general del lugar son precarias", consigna el informe.