La búsqueda del avión Fairchild que desapareció el miércoles de noche fue suspendida ayer poco después de la caída del sol, pero hoy se retomará desde temprano, con apoyo de un buque de la Armada equipado con sonar.
"Ya estamos muy fuera de los tiempos de autonomía de la aeronave (desaparecida) y de los tiempos de supervivencia", sostuvo el vocero de la Fuerza Aérea, Álvaro Loureiro, y agregó con resignación: "Ahora hay que pensar en encontrar los restos del avión".
El operativo de búsqueda se disparó minutos después que se perdiera contacto con el Fairchild Metro, biturbo-hélice, que había despegado del Aeropuerto de Carrasco a las 19:45 del miércoles, y en el que viajaban dos tripulantes con rumbo a Ezeiza, en Buenos Aires.
El avión era piloteado por Walter Rigo, de 63 años, piloto retirado de la Fuerza Aérea, con más de 16.000 horas de vuelo.
Como copiloto viajaba Martín Rivas, de 34, quien contaba con una experiencia de vuelo superior a las 500 horas.
El Fairchild, perteneciente a la empresa Air Class, transportaba encomiendas hacia la capital argentina.
Según el vocero de Fuerza Aérea, las condiciones meteorológicas al momento de despegar el avión, "no eran las mejores, pero el aeropuerto estaba operativo, o sea que se estaba en condiciones de volar".
El avión desapareció del radar a unas dos millas al suroeste de la Isla de Flores.
El primer avión de búsqueda salió desde la base de Fuerza Aérea sobre las 22:00. A su vez, cerca de las 2:00, el buque ROU Maldonado se dirigió hacia la Isla de Flores, a realizar tareas de apoyo a esta búsqueda.
Durante toda la jornada, dos aviones -un Aviocar y un Cessna- y un helicóptero AS 365, realizaron el rastreo aéreo.
A primera hora de la mañana, la búsqueda aérea comenzó desde el puerto de Montevideo hacia el este, y contó con el apoyo de dos embarcaciones de la Asociación de Salvamentos Marítimos (ADES) y del ROU Maldonado.
A las 17:15, decoló el último vuelo de búsqueda realizado en la jornada. El País estuvo a bordo de ese vuelo, con periodistas de otros medios.
"Vamos a continuar la búsqueda mientras la luz natural nos permita una adecuada visualización", indicó Loureiro.
"En la noche de ayer, se realizó una búsqueda más intensa debido a que la probabilidad de encontrar gente y asistirla era mayor", explicó.
"Tenemos que razonar que si no hemos podido encontrar nada en condiciones diurnas, de noche va a ser peor", dijo, argumentando además que el mar estaba "bastante complicado" y no facilitaba la búsqueda.
MISIÓN. En este último vuelo de rastreo viajaba el Escuadrón 3, integrado por nueve tripulantes, seis observadores, un piloto y dos copilotos.
El mismo tuvo una duración de una hora y media, aunque la autonomía de vuelo con la que contaba el avión era de 5 horas. Este último vuelo retomó la búsqueda en el punto en que había cesado el Cessna minutos antes de las 17:00 horas, frente a la Bahía de Piriápolis.
"A partir de ese punto hicimos pasajes paralelos a la Bahía, realizando un rastrillaje parejo, manteniendo una trayectoria en paralelo, con un ancho por pasada de dos millas", explicó Gonzalo Camacho, uno de los observadores del vuelo.
El avión ascendió hasta unos 1.000 pies de altura (unos 300 metros). Antes de partir, los efectivos de Fuerza Aérea pidieron a los periodistas que subieron al Aviocar, que se colocaran chalecos salvavidas.
"Prepárense, porque cuando se abran las compuertas, van a sentir la correntada del viento y mucho frío", dijo uno de los tripulantes. Nada de esto sucedió. El viento se sintió, pero el frío faltó a la cita.
"Se me fue la mano con el aire acondicionado y no lo pude bajar", dijo el piloto.
A 20 minutos de iniciarse el vuelo, la tripulación le pidió a los observadores, tres periodistas y dos camarógrafos que se abrocharan los cinturones ya que iban a abrir las compuertas de cola del avión para realizar las tareas de observación en búsqueda de algún resto del avión o de los dos pasajeros.
Tres de los observadores se sentaron de espaldas a los controles del avión, para avistar el mar con la ayuda de binoculares. Los otros tres observadores observaban desde las ventanillas de la aeronave.
A los 25 minutos de iniciada la observación, hubo rotación. Los efectivos, que iban amarrados a una cuerda atada a los asientos del Aviocar, cedieron su lugar a los que observaban el mar desde las ventanillas.
Sobre las 17:52, los seis observadores se reunieron. La luz no era la ideal, aunque resolvieron continuar. "Vamos a extender la búsqueda por unos 15 ó 20 minutos más. Después volvemos a Carrasco", anunciaron.
El avión debía recorrer, en su último tramo, 40 millas, pero apenas llegó a la mitad, ya que la visibilidad, a esa hora, era mínima.
Exactamente 20 minutos después, a las 18:12, las compuertas de la cola del Aviocar se cerraron. Minutos antes, se produjo otra reunión. Se había avistado un objeto de color blanco flotando en el mar, pero la luz no permitía distinguir de que se trataba.
"Se vio algo en la zona próxima a Cuchilla Alta, pero la poca visibilidad hacía muy dificil ver qué era y tampoco nos permitía bajar hasta el lugar", dijo uno de los tripulantes.
ÚLTIMO DIÁLOGO. La desaparición del avión se produjo sin que se registraran comunicaciones relevantes entre los tripulantes y la torre de control.
La aeronave no comunicó problemas antes de desaparecer del radar y no se logró entonces establecer ningún diálogo entre los operadores y el piloto. El último intercambio se produjo previo al despegue y tuvo las características habituales que incluían el reporte del tiempo:
-(Torre de control): Autorizados a salir (...), 25 nudos… Hay una racha (de viento) de hasta 27 (nudos). Alfa Sierra, 1-5-5- Cambio con Montevideo. Buen vuelo.
-(Tripulación): Hasta la vuelta, gracias.
-(Torre de control): Un abrazo.
-(Tripulación): Gracias, viejo, hasta luego.
Esas fueron las útlimas palabras que se intercambiaron.
El radar lo perdió a los 15 minutos
La aeronave civil despegó de Carrasco a las 19.45 horas del miércoles con dos tripulantes a bordo. Quince minutos más tarde, el Control de Tránsito Aéreo de Carrasco alertó al Centro Coordinador de Rescate de la Fuerza Aérea, que dispuso una intensa búsqueda.
La aeronave perdida pertenece a la empresa uruguaya Air Class, que se dedica al transporte de carga y correo internacional. El avión transportaba encomiendas y su destino era Ezeiza.
Dos pilotos, Walter Rigo (63 años), retirado de la FAU con experiencia de vuelo de más de 16.000 horas, y Martín Riva (34) iban a bordo.