Ginecólogos debaten los efectos prácticos y éticos del aborto

Despenalización del aborto. Lo que más les preocupa es cómo se instrumentará la objeción de conciencia. Buscan evitar que se transforme en un elemento de discriminación laboral

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Con la despenalización del aborto en puerta, los ginecólogos están "preocupados" por sus efectos prácticos y éticos. Buscan determinar las consecuencias de la objeción de conciencia y piden que esto no sea causa de discriminación laboral.

Para los ginecólogos se abre un escenario nuevo en su ejercicio profesional. Cuando se apruebe la ley de despenalización del aborto -solo resta la sanción del Senado- los especialistas pasarán de limitarse a asesorar a las mujeres sobre la interrupción del embarazo a tener que realizar el procedimiento.

En cada institución de salud, pública o privada, habrá un comité compuesto por un médico ginecólogo, un psiquiatra y un trabajador social, que deberá informar a la mujer de las alternativas y también de los riesgos del aborto. Después, en caso que la mujer siga firme en su decisión, se tendrá que concretar la interrupción del embarazo.

Esta nueva realidad genera incertidumbre entre los ginecólogos. Surgen preguntas. ¿Qué pasa si en la plantilla de una mutualista u hospital no hay ginecólogos que quieran llevar adelante este procedimiento? ¿Esto afectará su condición laboral actual? ¿Si hay pocos que quieran hacerlo, se verán sobrecargados? ¿Serán estigmatizados por los otros colegas?

Gerardo Vitureira, dirigente de la Sociedad Ginecotocológica del Uruguay, dijo a El País que más allá del debate filosófico aborto sí aborto no -donde la institución no tiene ni tendrá una posición formal al respecto- lo que hoy "preocupa" al gremio es el tema de la objeción de conciencia que podrá hacer cada profesional para no participar de la interrupción del embarazo y cuáles serán sus consecuencias en la práctica diaria.

"Se está trabajando con asesoramiento desde el punto de vista jurídico y ético para determinar la implicancia de la declaración de la objeción de conciencia. Sobre todo desde el punto de vista laboral. Nos preocupa gremial y laboralmente", admitió.

Vitureira se refiere a las posibles derivaciones que pueda tener "tanto por la positiva como por la negativa" el hecho de oponerse a concretar un acto médico.

"Si yo hago objeción de conciencia en un lugar de trabajo donde se me `obliga` a realizar un procedimiento y es un sitio donde las consultas por interrupción del embarazo pueden ser muy altas, a lo mejor ya no le sirvo mucho, porque hay procedimientos que no los voy a hacer", ejemplificó.

Por el otro lado, agregó, si el médico no tiene objeciones, pero ocurre que no está de guardia cuando llega una mujer para hacerse un legrado, ¿la institución podrá reclamarle que vaya a hacer un procedimiento fuera del horario laboral?, se preguntó.

"Hay que destinar a un profesional para cumplir con el procedimiento. La mutualista puede no encontrar a ninguno en su planilla o puede encontrar a todos", agregó.

También se cuestionó si esta diferencia de posturas sobre un mismo acto no redundará en discriminación o estigmatización entre los propios colegas.

Para el especialista estos son temas que desde el punto de vista de la implementación práctica sí requieren de una posición formal de la Sociedad de Ginecotocología. Y en eso están trabajando.

Solo en el Hospital Pereira Rossell, un promedio de 20 mujeres por día consultan para interrumpir su embarazo.

Aunque no hay datos oficiales que lo sostengan, se ha estimado históricamente que en todo el país se hacen 30.000 abortos cada año.

ÉTICA. De acuerdo al último censo médico, en Uruguay hay cerca de 600 ginecólogos.

Vitureira aclaró que al gremio "no le interesa" saber cuántos de ellos hará uso de la objeción de conciencia "porque no hay por qué hacer manifiesta la voluntad de cada uno ante los demás".

"Así sea uno o sean todos. Lo que queremos determinar es hasta dónde puede ser un elemento discriminador en la realidad laboral y que no traiga perjuicios también para el usuario".

La ginecóloga Marie González, docente de Bioética de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República, ya anunció que abogará por que sean "muchos los ginecólogos que se nieguen a practicarlo (el aborto) por objeción de conciencia".

En declaraciones a la agencia AP, González señaló que la normativa "considera al aborto como un acto médico, siendo que es la antítesis: la medicina es para salvar vidas".

De igual modo opinó el director del Instituto de Estudios de Bioética y Salud de Uruguay, Eduardo Casanova. "Es un ser humano, no importa el grado de desarrollo que tenga: al principio, al final o a la mitad de la vida, siempre es un ser humano. Cuando lo mata otro ser humano, eso se llama homicidio", dijo a El País.

La Comisión de Bioética del Sindicato Médico del Uruguay (SMU) no arribó a una posición de consenso sobre el tema: en el seno de ese ámbito no todos los médicos opinan igual.

La directora de la Comisión del SMU, Mariela Mautone, explicó que la visión general sobre la ley es favorable en el entendido que se le da a la mujer que decide abortar la posibilidad de acceder a "una mejor salud, tener mecanismos seguros y alejarse de los riesgos de enfermedad y muerte que implican los abortos clandestinos".

"Estamos a favor de salvaguardar la vida de las personas. En este contexto nosotros no encontramos mayores objeciones éticas al proyecto", dijo Mautone, que insistió que dentro de la comisión no hubo unanimidad de criterios en este asunto.

Vitureira dijo que entre los ginecólogos tampoco hay una postura a favor o en contra de la práctica del aborto que pueda considerarse predominante. Al contrario, la sensación que envuelve a los médicos es que el tema tiene infinitos matices. "Por lo general hay un sentimiento de que las cosas no son blanco o negro. La postura es ni nunca voy a interrumpir un embarazo, ni siempre lo voy a hacer". Vitureira advierte ahí un problema, porque la objeción de conciencia no admite esos matices. Debe haber una posición única e invariable frente al tema.

"No se puede decir que tal día o con tal paciente sí lo hago y en otros casos, no".

Otro detalle que apuntó Vitureira es que con la despenalización del aborto, el médico pasará a tener un rol más activo, diferente al de ahora que solo se limita a asesorar y en todo caso monitorear luego la interrupción voluntaria del embarazo de una paciente en su casa con pastillas de misoprostol. "El tema es que ahora debo actuar, antes no participaba. Nadie me puede obligar si yo no quiero, ni nadie me puede prohibir si quiero. La idea es que en ese cambio se respeten los derechos profesionales y laborales. Lo otro pasa por la cabeza, el corazón y hasta la fe de cada uno", concluyó.

"No se interrumpe un embarazo, se interrumpe una vida"

Para el doctor en bioética Eduardo Casanova, que además es director del Instituto de Estudios de Bioética y Salud de Uruguay, la despenalización del aborto "contradice la realidad científica". "En el caso del aborto, lo que dice la ciencia, es que esto se trata de un homicidio. La interrupción del embarazo es un eufemismo: se interrumpe una vida humana y con intencionalidad. Es un homicidio doloso", cuestionó.

Agregó que, a su entender, lo que resolvió el Parlamento el pasado martes tiene que ver con una decisión de "tipo ideológico" que es "anticientífica y por supuesto antihumana". "Si alguien me quiere convencer de lo contrario tendría que hacerlo con argumentos racionales y estos son ideológicos, son posturas más allá del raciocinio. Si uno razona despojado de prejuicios puede llegar a la conclusión de que la muerte de un ser humano por otro ser humano se llama homicidio", señaló el profesional.

Por otra parte, dijo que en este nuevo escenario que se impone con la despenalización del aborto se pondrá en entredicho el Estado de Derecho. "Quedamos enfrentados a una contradicción si no se respeta el derecho más elemental que es a la vida", afirmó.

"Nos rasgamos las vestiduras de que hay violencia de todo tipo y lo que estamos haciendo es promoviendo la peor de todas las violencias. No es un homicidio simple, es con agravantes, es el homicidio de un ser humano indefenso e inocente", concluyó.

Juan Pablo Tosar, bioquímico de 26 años y miembro del Espacio Joven Vida Más, contrario a la despenalización del aborto, señaló en declaraciones a la Agencia AP que "este tipo de proyectos no ayuda a que valoremos la vida de todos los seres humanos``.

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