Aborto: piden tratar secuelas del día después

Psiquiatras. El 10% de las mujeres tiene depresiones o intenta autoeliminarse

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La ley de interrupción del embarazo prevé una instancia de apoyo y asesoramiento psicológico a la mujer antes del aborto, pero nada dice sobre el día después. Psiquiatras y psicólogos afirman que es necesario un seguimiento posterior.

"El aborto no es un camino que pueda transitarse sin dejar alguna herida", sostiene la presidenta de la Sociedad de Psiquiatría del Uruguay, Cecilia Idiarte Borda.

El debate sobre la interrupción voluntaria del embarazo terminó en el Parlamento con la aprobación de la ley, pero sigue y seguirá en la calle y en los escritorios del Ministerio de Salud que debe reglamentar la norma para bajarla a tierra, para hacerla práctica.

Hasta ahora, el foco ha estado puesto en la despenalización del acto del aborto, los procedimientos a utilizar, la objeción de conciencia de los médicos, en los comités clínicos que deben asesorar a la mujer en la consulta, en los cinco días de reflexión antes de tomar una decisión definitiva. Pero, ¿qué pasa el día después del aborto?

Para la psiquiatra Idiarte Borda es tan necesario el seguimiento posterior a un aborto como las consultas previas.

La paciente "debe tener un apoyo posterior porque son momentos para transitar acompañados por un profesional, que puede ser un psiquiatra o un psicólogo dependiendo de la situación de cada persona", explicó y confió en que "seguramente" esta asistencia quedará establecida en la reglamentación de la norma.

Lo que la ley prevé es que en cada centro de salud haya un comité clínico multidisciplinario para poder evaluar y asesorar a la paciente que llegue con la intención de interrumpir su embarazo. Ese comité estará integrado, entre otros profesionales, por algún especialista vinculado a la salud mental.

"Puede ser un psiquiatra o un psicólogo, eso aún no está definido", señaló la directora del Programa de Salud Sexual y Reproductivo, Leticia Rieppi.

Esa instancia previa, que ya está establecida en la norma, ha sido señalada como un elemento importante para torcer la decisión de la mujer o para informarla de los riesgos que un aborto trae consigo.

"Pero si la mujer ya tomó la decisión nos parece también importante que se implemente un seguimiento posterior", insistió la presidenta de la Sociedad de Psiquiatría.

La psicóloga Denise Defey, reseñó en el libro de presentación del grupo "Iniciativas sanitarias contra el aborto provocado en condiciones de riesgo", que "las revisiones sistemáticas coinciden en señalar que hay consecuencias importantes en un 10% de las mujeres" que decidieron abortar.

"Duelos patológicos, depre-siones graves, dificultades reproductivas, e incluso procesos de psicotización o intentos de autoeliminación", son señalados como secuelas a tener en cuenta tras la interrupción de un embarazo.

"Estos cuadros se dan con una frecuencia notoriamente mayor en los casos de psicopatología previa o de especial complejidad de la situación de aborto", agrega Defey en su investigación.

Los seguimientos a largo plazo muestran que, si bien la mayoría de las personas no se arrepiente de la decisión que tomó, el aborto es un evento que sigue teniendo peso en sus vidas y en la percepción de sí mismos, dice Defey en el libro.

En esa misma publicación, los médicos José Enrique Pons, Raúl Medina y José Carlos Cuadro se detienen en el hecho de que cuando se consuma un aborto "se trata de la única situación en la que la muerte acarrea automáticamente la condena, poniendo en juego mecanismos emocionales que pocas veces se presentan con esa intensidad en otras circunstancias".

DECISIÓN. En el otro extremo está la instancia previa al aborto. Muchos de los promotores de la ley pusieron énfasis en la posibilidad -los cinco días de reflexión- de que la mujer cambie de opinión y decida seguir adelante con su embarazo.

Defey anota que la decisión de abortar, en un primer momento, depende de mecanismos mentales que "no necesariamente son pautados por la voluntad consciente".

"El impacto de la noticia de un embarazo no esperado genera una sucesión de fases de reacción en las que, en primera instancia, no se puede pensar y, mucho menos, decidir libremente (fase de shock)", explica.

En la segunda fase "no se logra ver la dimensión del problema" y existe una "negación" que no permite dimensionar la decisión a tomar. "La fase siguiente (hostilidad) implica el riesgo de jerarquizar sólo los elementos negativos del embarazo y recién en las últimas fases (depresión y reorganización) de este proceso es que la persona realmente puede tener una percepción más cabal y profunda de la situación".

Para Idiarte Borda es necesaria esta etapa previa de asesoramiento porque muchas veces la mujer "no está segura" de su decisión de abortar.

En el servicio de Salud Sexual y reproductiva del Círculo Católico señalan con orgullo que de 15 consultas por aborto, 14 mujeres decidieron seguir adelante con el embarazo.

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