Los desafíos de largo plazo

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HERNÁN BONILLA

La coyuntura económica de Uruguay es positiva en términos generales, sostenida por un crecimiento del entorno de 6% en los últimos 10 años. Ahora bien, ¿Uruguay volvió a ser la Suiza de América contra la que Mujica se levantó en armas? (Pepe dixit) o ¿estamos simplemente en una fase creciente de nuestro escarpado ciclo económico? Vamos por partes.

Uruguay ya vivió en su historia períodos de crecimiento similares al actual. De esa experiencia sabemos que un craso error de la última etapa de crecimiento similar en tasa y duración (la sustitución de importaciones de mediados del siglo XX) fue considerarlo permanente. Como sabemos terminó con un estancamiento de casi 20 años, y la principal responsabilidad estuvo en los errores cometidos en la etapa de crecimiento, amén de los propios de los frustrados intentos de salida posteriores.

Hoy también estamos cometiendo errores del tipo que limitan el actual crecimiento y que nos van a complicar cuando cambie la fase del ciclo. Algunos son coyunturales, como la mala estrategia para frenar la inflación y sus consecuencias sobre el tipo de cambio, pero otros tienen efectos más estructurales.

En primer lugar el manejo de las cuentas públicas. El despilfarro grosero de los últimos 7 años con efecto acumulativo tiene como consecuencia un aumento del gasto público insoportable. Es cierto que el peso del Estado sobre los uruguayos no es un tema nuevo, pero hoy está agudizado. Se mida como se mida el crecimiento del Estado mete miedo y esclerosa y paraliza al verdadero motor de toda economía, la gente que trabaja, ahorra e invierte. Estamos ante un Leviatán similar al de nuestras peores épocas y que ha generado poderosos anticuerpos corporativos que lo vuelven un monstruo con vida propia.

Relacionado con lo anterior está el incremento del gasto por encima incluso de un formidable crecimiento. Una economía sobrecalentada, con déficit fiscal de cerca de 3% del producto y deuda pública en crecimiento es una bomba de tiempo. La solución es teóricamente sencilla y políticamente compleja, instrumentar una regla fiscal. En criollo es ahorrar cuando se crece por encima de lo normal para gastar cuando no se tiene, evitando el círculo vicioso de tener que aplicar un ajuste fiscal a las apuradas en recesión, lo que produce más recesión. No hay economía que pueda crecer sostenidamente en el tiempo sin un panorama estable y predecible en sus finanzas públicas, está en la tapa del libro pero se ve que no en el que estudió Lorenzo.

Un tercer tema central es la falta de inversión en infraestructura. Estancada a los niveles de la administración Vázquez es insuficiente a todas luces en cuanto a carreteras, puertos, trenes y medios de comunicación en general, además de generación de energía. La participación público privada es una buena opción pero la ley actual no marcha y necesita modificaciones además de más iniciativa del sector público.

Cuarto y último por hoy, la errática o inexistente estrategia de inserción internacional. Sin la búsqueda activa de nuevos mercados para nuestras exportaciones y jugados al Mercosur estamos perdidos. Si comenzamos a diversificar nuestro comercio exterior mejoraremos la probabilidad de tener un crecimiento estable.

Como vemos los desafíos son importantes, y lo que hagamos por superarlos decisivo para el futuro del país.

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