Enrique Hetzel
CADA NUEVA EDICIÓN de un CD de Benny Carter (fallecido en julio 2003) en la última década del siglo pasado generaba en los críticos y aficionados al jazz expresiones del tipo "asombroso", "increíble", "milagroso". Es que el octogenario músico seguía improvisando con la misma vitalidad de sus años jóvenes, soplando su saxo alto con el mismo donaire, arreglando y componiendo partituras con la originalidad y lucidez que lo caracterizaron durante más de setenta años de brillante carrera.
Sus amigos y colegas lo llamaban The King, posiblemente porque "se movía con la gracia de aquellos que están acostumbrados a caminar con los reyes" (Rex Stewart). Es mejor coincidir con Clark Terry, que aseguraba que fue "un maestro para varias generaciones de músicos de diferentes estilos". Pocos como él conservaron la estética clásica del jazz y mantuvieron una escuela que no admitió concesiones con los vanguardismos ni los avances electrónicos.
MULTIINSTRUMENTISTA. Bennett Lester Carter nació en New York el 8 de agosto de 1907. Aprendió a tocar el piano con las enseñanzas de su madre.
A los 14 quedó fascinado con el trompetista Bubber Miley, que vivía cerca de su casa. Quiso que le enseñara el instrumento, pero Miley le recomendó tocar el saxo alto y un año más tarde, gracias a los progresos del adolescente, lo incorporó a su banda con un jornal de 1,25 dólares.
"No había muchos saxos altos para escuchar en los tempranos años 20", declaró Carter en una ocasión. "Recuerdo que mi inspiración original fue el saxo melódico en Do que tocaba Frankie Trumbauer. Era un gran técnico del instrumento pero no un exhibicionista. Cuando tocaba un solo siempre era algo sencillo y hermoso."
El contrato inicial importante de Carter fue con la Paradise Orchestra del pianista Charlie Johnson, con la que registró sus primeros discos en febrero de 1927 tocando clarinete, saxos alto y soprano. En enero del año siguiente se grabó "Charleston Is The Best Dance After All", uno de sus primeros arreglos.
Trabajó brevemente con la orquesta de Duke Ellington y a fines de 1928, dueño de una sonoridad diáfana y luminosa y un fraseo legato de singular tersura, ingresó en la de Fletcher Henderson. Sus arreglos de "Sweet And Hot", "Somebody Loves Me" y "Keep A Song In Your Soul" llamaron la atención por la frescura melódico-armónica del tratamiento de las distintas secciones orquestales y la facilidad con que generaba el swing en los ejecutantes.
En 1929 inició su relación con los McKinney’s Cotton Pickers y en 1930 la breve y espléndida serie de grabaciones con los Chocolate Dandies (clarinete en "Dee Blues" y "Bugle Call Rag", trompeta en "Once Upon A Time" y "I Never Knew"). Entre 1932 y 1934 dirigió su propia orquesta, en la que tuvo a J.C. Higginbotham, Teddy Wilson, Chu Berry, Ben Webster, Sidney Catlett y otros grandes. Comienza entonces a prevalecer una cadencia "saxofonística" al que se subordinan todos los elementos de la orquesta. Con ello Carter logra empastelar el sonido de la big band y obtener una expresividad más homogénea y "un matiz sonoro enteramente inaudito que a partir de ese momento adquiriría cada vez mayor importancia en el jazz" (Joachim Berendt).
AOS EN EUROPA. La banda no tuvo éxito comercial y en 1935 Carter se afincó en Europa. Tocó con la orquesta de Willie Lewis en Francia, estuvo en Inglaterra como arreglador de la orquesta estable de la BBC, dirigió otra en Holanda con músicos de diversos países. A su acervo instrumental agregó el piano y el saxo tenor y grabó varios discos en Copenhague (incluyó su canto en "When Lights Are Low"), Estocolmo ("Some Of These Days"), La Haya ("Lazy Afternoon"), París ("Farewell Blues") y Londres ("Royal Garden Blues").
Su más célebre participación fue con la "Coleman Hawkins and his All-Star Jam Band" en París, el 28 de abril de 1937. Ese día tocó la trompeta y el saxo alto junto al tenor del director y los saxos franceses André Ekyan y Alix Combelle. En la sección de ritmo figuraban Django Reinhardt (guitarra), Stéphane Grappelly (piano), Eugène d’Hellemmes (contrabajo) y Tommy Benford (batería). El octeto grabó cuatro temas que hoy siguen siendo joyas en cualquier discoteca: "Out Of Nowhere", "Crazy Rhythm", "Honeysuckle Rose" y "Sweet Georgia Brown".
HOLLYWOOD Y LA JATP. Su pasión por la dirección orquestal volvió a manifestarse a su regreso a EEUU en 1939. Allí formó varias nuevas big bands que, hasta 1946, incluyeron a fenómenos tales como Jonah Jones, Sidney de Paris y Doc Cheatham (trompetas), Vic Dickenson, James Archey y Jay Jay Johnson (trombones), Barney Bigard (clarinete), Sonny White (piano), Max Roach (batería) y las cantantes Helen Humes, Kay Starr y Maxine Sullivan.
En 1943 se radicó definitivamente en Los Angeles, California. Recibió una oferta para escribir arreglos para la película Stormy Weather, en la que apareció tocando trompeta junto a Fats Waller. Desde ese momento fue uno de los orquestadores habituales de Hollywood, componiendo para filmes como The Snows of Kilimanjaro y A Man called Adam, las musicales The Five Pennies y The Gene Krupa Story y la serie televisiva Name of the Game.
"Había bastante trabajo, pero eran pocas las bandas sonoras que tenían jazz, por lo que tuve que componer música para filmes de todo tipo, dramáticos, policiales, humorísticos". Dirigió algunas agrupaciones en locales de Los Angeles pero su renacimiento con el jazz se produjo al comenzar los años 50, cuando Norman Granz lo contrató para sus conciertos con Jazz At The Philharmonic.
La JATP llevó a Carter de gira por diversos países y le hizo grabar con quienes serían sus acompañantes habituales: Roy Eldridge, Lester Young, Oscar Peterson, Art Tatum, Herb Ellis, Ben Webster, Ray Brown, Willie Smith, Gene Krupa, Bill Harris y otros famosos.
Además Carter siguió dirigiendo sus propios grupos. Discos como Aspects (1958) con Frank Rosolino y Barney Kessel, The King (1976) con Milt Jackson, In The Mood For Swing (1987) con Dizzy Gillespie y Howard Alden, y New York Nights (1995) con Chris Neville, son algunas de las numerosas perlas que este inagotable creador dejó como legado de su feroz talento.
Entre los premios que recibió merecen citarse el "Gold Award" de la revista Esquire (1946-47), la inclusión en la "Galería de la Fama" de Down Beat (1977) y el Grammy por su carrera musical (1987). Su vida se apagó el pasado 12 de julio en un hospital de Los Angeles por causa de una neumonía.