Un charrúa de pluma italiana

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MATÍAS CASTRO

EL 17 DE JULIO de 1967, una familia española viaja en diligencia a través del campo. Están dispuestos a instalarse en la Banda Oriental. Un grupo de indios, sorpresivamente, interrumpe su viaje y los ataca. El ataque, a su vez, se ve abortado por la aparición de un indio charrúa llamado Charoná. Es un adolescente delgado, bienintencionado, sonriente. Busca mediar en el asunto, y lo logra. Las cosas se resuelven pacíficamente y se da un buen ejemplo a los niños que sostienen en sus manos la revista con esta historieta. Así era la primera aventura que vivió Charoná, a razón de dos páginas semanales, con guión de Omar Prego Gadea y dibujos del italiano Sergio Boffano. El primer episodio salió en el número uno de la revista Charoná.

AVENTURAS. Prego, que sólo escribió ese guión, era en ese entonces secretario de redacción de El Diario, publicación que pertenecía a la poderosa Sociedad Editora Uruguaya Sociedad Anónima, SEUSA. Esta empresa también publicaba el diario La Mañana, la revista Andresito, Pilán (sobre el personaje televisivo de Eduardo Freda), y además traducía e importaba historietas y fotonovelas extranjeras, entre las que estaba Diabolik. Sergio Boffano, que había nacido en Génova en 1917, se desempeñaba como director de arte de Pilán. Había venido de Italia luego de la Segunda Guerra Mundial, junto a su hermano, su madre y su padre. En su país trabajaba como dibujante haciendo animación e ilustraciones para publicaciones infantiles, como Il Corriere dei Piccoli.

Uno de los primeros trabajos que tuvo Boffano en Uruguay fue como parte del departamento de arte de una película llamada Ismael, que el director italiano Gofredo Alessandrini intentó filmar en el interior. Ese primer contacto con el campo uruguayo marcó su sensibilidad, y dio pie a muchas conversaciones que, pipa en mano, mantuvo con el maestro José María Obaldía, quien después terminó siendo redactor de Charoná durante más de dos décadas.

Con el tiempo Boffano llegó a ser director de arte de la revista Pilán. Cuando cerró esta revista, creó Charoná en colaboración con Prego. Dirigió la revista hasta pocos meses antes de su muerte, en setiembre de 2003.

En el inicio del personaje revisteril, Charoná fue un adolescente, hasta que terminó aparentando ser un niño de 10 años más o menos. Su primer cuerpo, o más bien su primer diseño, se lo debe a Boffano; su cuerpo actual, más bajo y redondeado, a Williams Geninazzio, o Gezzio, un dibujante nacido en 1945 en Nueva Palmira.

Gezzio tardó en incorporarse a Charoná hasta 1971, cuando Boffano se alejó de SEUSA con los derechos de la revista como pago por una deuda. En ese momento la tirada se acercaba a las 40 mil copias semanales.

Hasta ese momento las historietas de Charoná corrían por cuenta de Boffano, que hacía los guiones y los bosquejos, y de Elmer Moreira, que hacía los dibujos finales y la rotulación. Para el resto contaba con otros dibujantes y con la asesoría pedagógica de varios maestros, que también redactaban los artículos. El carácter educativo de la revista era el eje central del trabajo.

Las aventuras de Charoná fueron evolucionando. De un comienzo sin fantasía y más bien moralista, giraron hacia la aventura. Si al comienzo Charoná era un indio joven de buen espíritu y sin aptitudes físicas especiales, pasó a ser un indio que, casi como Obélix, se había caído dentro del caldero mágico del brujo Tacuabé, cosa que le confirió mucha fuerza. Él solo podía enfrentar a diez personas, y vivía aventuras en las que tenía que repeler una invasión española o terminaba en el estómago de un pez gigante, como un Jonás rioplatense. En los últimos años Charoná ha matizado sus aventuras, como en la larga historia de 2006 en la que lo secuestran, con historietas de humor infantil autoconclusivas.

Las aventuras de Charoná tienen un récord en Uruguay. A lo largo de sus 40 años ha protagonizado por lo menos 2800 páginas de historieta. No todas son historias como la primera. Algunas eran páginas didácticas en las que a través de una secuencia de viñetas se explicaba cierto tema, y otras eran humorísticas y más breves. El momento en el que más se acercó al formato clásico de historietas fue cuando, en la primera mitad de los años noventa, se editó la revista independiente Las Superaventuras de Charoná. Esta revista de formato apaisado se distribuía junto con la otra y solo tuvo diez números.

MULTIMEDIOS. Las Superaventuras vieron la luz en el mismo período en que Charoná aparecía en televisión. En esa década el personaje se despegó por primera vez de las dos dimensiones y se extendió también al teatro. La productora de Boffano, con la ayuda de su hijo, llamado como él, se mostró prolífica a la hora de armar programas televisivos como "Maxidibujos", "El club de Tom y Jerry", "Jugadísimos" y "Aventujuegos".

"El Rato de Charoná" fue la primera intervención del indio en la pantalla chica, en 1993. Ahí lo encarnaba Luis Alberto Carballo, que más bien se acercaba a una versión crecida del personaje original. Esta primera incursión afectó a la historieta, ya que Fefo, el camarada de Charoná, fue incluido como personaje en la revista luego de haber sido creado para la televisión.

La distribución del primer álbum de Los Simpson, en 1991, junto con la revista, hizo que vendiera 76 mil ejemplares. El tiraje del número de julio de 2007, por ejemplo, fue de 33.700 copias.

El indio tuvo un solo álbum propio de figuritas en sus cuatro décadas de vida, y fue en 1976. Era un álbum didáctico, cuyas figuritas, que se recortaban de la revista, tenían símbolos patrios, mapas y presidentes. Impreso en papel de diario, es un ejemplar muy raro de conseguir, no especialmente codiciado por coleccionistas, aunque es potencialmente muy costoso. Marcos Silvera Antunes, autor de un informado libro sobre la historia de los álbumes, y colaborador ocasional de la primera época de Charoná, solo conoce una copia completa y en buenas condiciones.

A iniciativa de Boffano, la revista visita periódicamente escuelas del interior de Uruguay llevando donaciones con material didáctico. Esta fue una manera más de estrechar lazos con el mundo académico. Si bien Boffano no era docente se preocupó desde el comienzo por rodearse de maestros con los que formar un equipo de asesores y de redacción. Así trabajó con Obaldia, Luis Neira, Nelson Chernuti y muchos más.

Boffano era un autor muy celoso de su creación, que solamente se descansó por entero en Gezzio porque era el dibujante que más se acercaba a la línea que él buscaba. Esta misma característica del italiano (que hasta el final conservó el marcado acento de sus orígenes) le caía mal a algunos, por sus pedidos para corregir los dibujos. Quienes hablan de él suelen coincidir en que era una persona de carácter amable aunque fuerte, y hasta se lo califica como alguien de espíritu noble. Obaldía, por ejemplo, lo describe como un "cordial amigo".

Ahora la revista está dirigida por el hijo de Boffano y año tras año continúa atravesando casi la misma rutina editorial del comienzo, siguiendo el calendario nacional y los programas oficiales de enseñanza primaria. Este personaje de ideales nobles se parece más a un niño que al adolescente del comienzo. Tiene cuarenta años y ganó un hermano, Charonito, una prima, Mequendá y amigos como Martín y Fefo. A lo largo de todas sus aventuras se ha enfrentado a muchos enemigos, pero nunca se ha ganado un archivillano fijo. No se puede decir que a través de sus aventuras ha generado una mitología, pero ha cruzado por una larga historia.

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