Pedro da Cruz
EL PASADO 15 de diciembre el arquitecto Oscar Niemeyer cumplió cien años. Un acontecimiento de enorme magnitud en Brasil, celebrado con gran número de homenajes y exposiciones relacionadas con su obra. Su primer proyecto, la Obra do Berco en Río de Janeiro, lo realizó en 1937, mientras que el más reciente, el Teatro Popular de Niterói, fue finalizado en 2007. Setenta años de actividad profesional ininterrumpida, con innumerables proyectos realizados, y varios por realizar. Un fenómeno.
La vida de Niemeyer ha estado centrada en la pasión por la arquitectura y la política, y su carrera determinada por una serie de relaciones profesionales, políticas y de amistad, tanto en Brasil como en Europa y Estados Unidos. Un entramado de encuentros, acontecimientos, encargos, viajes y relaciones personales, que lo situaron en el epicentro de las enormes transformaciones ocurridas en Brasil y el mundo durante el correr del siglo XX. Se relacionó con intelectuales y políticos brasileños de la talla de Lucio Costa, Darcy Ribeiro, Luis Carlos Prestes y Juscelino Kubitschek. Y un gran número de personalidades internacionales como Le Corbusier, Fidel Castro, André Malraux y Jean-Paul Sartre. En 1998 apareció su autobiografía As curvas do tempo. Memórias, la que fue traducida a varios idiomas. Fue publicada en inglés en 2000 con el título The Curves of Time. The Memoirs of Oscar Niemeyer (Phaidon), y reeditada en 2007 con motivo del centenario.
Oscar Ribeiro de Almeida de Niemeyer Soares nació en Río de Janeiro el 15 de diciembre de 1907. Su familia tenía una buena posición económica, y varias generaciones vivían juntas en una gran casa del barrio de Laranjeiras. En sus memorias Niemeyer evoca la vida familiar, un cúmulo de abuelos, tíos, hermanos y primos, como solía suceder en las familias burguesas de comienzos del siglo pasado. Otro rasgo típico de su posición social fue que tuviera una juventud despreocupada. Cuenta que a partir de los 17 años se dedicó con sus amigos a una intensa vida nocturna, con noches que generalmente terminaban en el distrito de luces rojas de Lama. Esa vida disipada cambió radicalmente en 1929, cuando se casó -con sólo 21 años- con Annita Baldo. Tres años más tarde nació su única hija, Ana María.
También en 1929 había decidido ingresar en la Escuela Nacional de Bellas Artes y estudiar arquitectura. Poco después el arquitecto Lucio Costa fue nombrado director de la Escuela, donde conoció a Niemeyer.
Durante su larga vida Niemeyer se mantuvo fiel a Río de Janeiro. Sus padres y hermanas dejaron la casa familiar de Laranjeiras y se establecieron en Copacabana. Después de casarse, Niemeyer alquiló una casa en Leblon. Durante su vida profesional mudó su estudio de arquitecto un par de veces, pero lo mantuvo en Copacabana, sobre la Avenida Atlántica, desde donde podía mirar la inmensidad del océano y concebir sus proyectos. De carácter extrovertido y generoso, siempre se daba tiempo para divertirse en compañía de sus colegas y amigos.
Niemeyer se recibió en 1934, y un año más tarde comenzó a colaborar honorariamente en el estudio de arquitectura de Lucio Costa y Carlos Leao. Cuando el estudio recibió el encargo de proyectar la nueva sede del Ministerio de Educación y Salud en Río de Janeiro, Le Corbusier viajó a Brasil para colaborar en el proyecto. Niemeyer fue designado asistente personal del renombrado arquitecto, una experiencia que dejaría una huella imborrable en su carrera. Otra relación decisiva fue la que desarrolló a partir de la amistad con Costa, la que unos años más tarde iba a resultar en uno de los proyectos urbanos y arquitectónicos más audaces y visionarios del siglo XX: la construcción de Brasilia.
PAMPULHA. Gracias a su participación en el proyecto de la nueva sede del Ministerio de Educación y Salud, Niemeyer conoció a Gustavo Capanema, Ministro de Educación y Salud del gobierno de Getulio Vargas. Capanema invitó a Niemeyer a Belo Horizonte (capital del estado de Minas Gerais) para que conociera al gobernador Benedito Valadares. Éste tenía en mente la construcción de un casino en Pampulha, una remota área suburbana de Belo Horizonte popularmente llamada Acaba Mundo (Fin del mundo). También encontraron a Kubitschek, entonces candidato a intendente de Belo Horizonte. Niemeyer realizó una serie de bocetos para el casino, y se los presentó al gobernador, pero éste perdió el interés y archivó el proyecto. Cuando Kubitschek asumió como intendente de Belo Horizonte, decidió retomar la idea. E incluso ampliar el proyecto, con el objetivo de crear un barrio de recreación, único en Brasil, con casino, club, iglesia y restorán. En 1940 encargó la realización del complejo de Pampulha, lo que sería una gran oportunidad para Niemeyer, quien luego consideraría la realización del proyecto como el punto de partida de su carrera de arquitecto.
Formado en la tradición funcionalista, con el ejemplo de la arquitectura de Le Corbusier siempre presente, Niemeyer introdujo ya en el comienzo de su carrera un elemento innovador: la curva. En sus memorias Niemeyer reconoce que nunca le atrajeron los ángulos o las líneas rectas -que considera productos inflexibles de la creación humana- sino las fluyentes curvas sensuales. "Las curvas que encuentro en las montañas de mi país, en la sinuosidad de sus ríos, en las olas del océano, y en el cuerpo de la mujer amada. Las curvas conforman todo el Universo, el Universo curvo de Einstein". Pampulha le ofreció la oportunidad de desafiar lo que consideraba monotonía en la arquitectura contemporánea, el funcionalismo mal interpretado, y los dogmas sobre la relación entre forma y función, elementos que contrarrestaban la libertad ofrecida por un material maleable como el hormigón armado.
La iglesia -dedicada a San Francisco de Asís- es el más conocido de los edificios creados por Niemeyer en Pampulha. Lo que se debe tanto a la arquitectura innovadora como a los murales que el reconocido artista Candido Portinari pintó en sus fachadas. El rasgo más característico del edificio son los techos en bóveda de distintas alturas, los que conforman una unidad ondulante. A partir de entonces Niemeyer incorporó en sus edificios elementos basados en la curva: nuevos tipos de columnas, bóvedas, cúpulas, cúpulas invertidas, rampas y balconadas ondulantes. Al igual que en el funcionalismo internacional, el tono dominante de su arquitectura sería el blanco, una ausencia consciente de color que favorece la apreciación del juego de volúmenes. Creó un nuevo tipo de funcionalismo -en algunas ocasiones caracterizado como "tropical"- que sería un referente para otros arquitectos destacados, incluso Le Corbusier.
La estrecha relación de la vida privada y profesional de Niemeyer con el acontecer político se manifestó en 1945. Ese año Getulio Vargas -quien en 1937 había instaurado el Estado Novo, un régimen corporativista de corte dictatorial- fue derrocado por los militares. Simultáneamente Niemeyer, quien desde su juventud había simpatizado con ideales socialistas, se afilió al Partido Comunista Brasileño. Entonces comenzó una duradera relación de amistad con Luis Carlos Prestes, legendario dirigente comunista.
NUEVA YORK - SAN PABLO. A fines de la década de 1930 Niemeyer comenzó su carrera internacional, una importante serie de proyectos que realizó en gran número de países. El primer viaje a Estados Unidos lo hizo en 1939, formando parte del equipo que proyectó el Pabellón Brasileño de la Exposición Universal de Nueva York. En 1947 volvió a dicha ciudad con ocasión del concurso de proyectos para la nueva sede de las Naciones Unidas. Entonces volvió a coincidir con Le Corbusier, y en un principio colaboró con el proyecto de éste. Pero Wallace Harrison, coordinador del concurso, le pidió a Niemeyer que hiciera una propuesta propia, la que finalmente ganó el favor del jurado, a pesar de que Le Corbusier había defendido su proyecto varias veces. Luego -según Niemeyer por consideración- ambos combinaron sus proyectos en una propuesta conjunta, la que fue realizada por los arquitectos Wallace Harrison y Max Abramovitz.
Poco después Niemeyer realizó dos proyectos en San Pablo. En 1950 diseñó el Edificio Copan, de unos veinte pisos, al que dio, adaptándose a la disposición del terreno, una forma de "S". El lenguaje arquitectónico es funcionalista, todos los pisos tienen ventanas ininterrumpidas, pero las fachadas con superficies curvas, que producen una sensación de movimiento ondulante, son muestra de la inventiva particular de Niemeyer. En 1951-55 diseñó el complejo del Parque Ibirapuera, en el que se destaca una construcción: el Pabellón Lucas Nogueira Garcez, llamado Oca. Éste es un edificio totalmente curvo, una cúpula con ventanas redondas en su base, que descansa directamente sobre el terreno. El interior está compuesto de varios niveles abiertos que se comunican entre sí por rampas curvas, todo estructurado alrededor de un espacio central común. Niemeyer integró la Oca, un auditorio y otros edificios, en un complejo que también alberga el edificio en el que se realizan las exposiciones de la Bienal de San Pablo. Un prisma de tres pisos en cuyo interior dominan las curvas, con las características rampas y balconadas ondulantes. Los edificios del complejo están a su vez relacionados entre sí por un tipo de sendero techado, el que también incluye algunas zonas cerradas que han sido acondicionadas como salas de exposiciones.
BRASILIA. En 1950, simultáneamente con la culminación del proyecto de Pampulha, Kubitschek fue electo gobernador del estado de Minas Gerais. Consideraba a Niemeyer su arquitecto favorito, por lo que le encargó la realización de una serie de proyectos en Belo Horizonte, entre otros la residencia del gobernador Casa das Mangabeiras, y otros proyectos a lo largo y ancho del estado. En 1955 Kubitschek fue a su vez electo presidente de Brasil. Inmediatamente después visitó a Niemeyer. Éste evoca en sus memorias las visionarias palabras de Kubitschek: "Voy a construir una nueva capital para este país, y quiero que me ayudes. Oscar, esta vez vamos a construir la capital de Brasil. Una capital moderna, la más hermosa del mundo". Pocos días más tarde volaban sobre el sitio elegido, un lugar hostil y desértico en la remota planicie central, el planalto. Brasilia fue producto de una visión: el comienzo de una nueva era, la creación de una nueva capital en el centro geográfico del país, empresa que daría impulso a las zonas menos desarrolladas de Brasil.
Niemeyer fue designado jefe del departamento de arquitectura de Novacap, la nueva autoridad gubernamental para la construcción de Brasilia. También fue nombrado miembro del jurado de selección del plan general de Brasilia, concurso que fue ganado por Lucio Costa con un proyecto muy original: un plan simétrico, compuesto de un eje central y dos alas curvas perpendiculares, similar a la silueta de un pájaro en vuelo. Costa y Niemeyer trabajarían juntos una vez más.
Los constructores de Brasilia, incluso Kubitschek cuando seguía el transcurso de las obras durante los fines de semana, vivieron en un principio en sencillas barracas de madera armadas en el medio de una planicie prácticamente deshabitada. Entre 1957 y 1960 fueron construidos los primeros edificios proyectados por Niemeyer, los que rodean la Plaza de los Tres Poderes: el Palacio de la Alborada (residencia presidencial), el Palacio del Planalto (sede de la presidencia), el complejo del Congreso Nacional, y la Suprema Corte Federal. Para el Palacio de la Alborada, Niemeyer diseñó un nuevo tipo de columna, sumamente delgada en sus extremos y unida a las columnas adyacentes por formas triangulares, que se transformaría en el símbolo de Brasilia. El edificio del Congreso lo compuso con dos bloques prismáticos de varios pisos que descansan en una base con dos cúpulas, una de ellas invertida, que representan las dos cámaras del Poder Legislativo.
Durante la década siguiente fueron construidos otros de los edificios proyectados por Niemeyer, como el Palacio Itamaraty (Ministerio de Relaciones Exteriores), el Ministerio de Defensa, y la Catedral Metropolitana. El Palacio Itamaraty es el único edificio con columnas rectas, pero las curvas están presentes en los arcos que unen las columnas en la parte superior. Luego de realizada, Brasilia se convirtió en símbolo de un proyecto modernista de transformación de la sociedad brasileña. Una de las pocas ciudades "creadas" durante el siglo XX, con fecha de inauguración (21 de abril de 1960), una planificación urbana totalizadora, y ejemplos únicos de creación arquitectónica. La nueva capital de Brasil se transformó en una meca para entendidos de todo el mundo.
DICTADURA Y EXILIO. El proceso de modernización impulsado por Kubitschek y sus sucesores Jânio Quadros y Joao Goulart, fue interrumpido en 1964 por el golpe militar que derrocó a este último. Niemeyer se enteró del golpe de estado mientras se encontraba trabajando en la planificación de la Ciudad Negev, en la zona desértica del sur de Israel. Volvió a Brasil y encontró un clima adverso, ya que era un notorio comunista. Fue prohibida la publicación de Módulo, revista de arquitectura que había fundado en 1955. En 1965 renunció a su cargo de coordinador de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Brasilia en protesta contra la política educativa impuesta por el nuevo régimen. Debido a su difícil situación en Brasil, se orientó hacia el exterior. Comenzó a diseñar la nueva sede del Partido Comunista Francés en París, la que fue inaugurada en 1967, año en que Niemeyer finalmente se radicó en la capital francesa.
Comenzó entonces a realizar una serie de proyectos prestigiosos en diferentes países, por ejemplo la casa central de la Editorial Mondadori en Milán, y el Centro Cívico en Argel, ambos en 1968. También en Argelia, diseñó la Universidad de Constantina en 1969. En 1972 realizó en Francia la sede de la Bolsa de Trabajo en Bobigny, y la Casa de la Cultura en Le Havre.
A mediados de la década de 1970 comenzaron a producirse cambios políticos en Brasil, producto del agotamiento del régimen luego de una sucesión de juntas militares. Niemeyer pudo volver a editar Módulo en 1975, y en 1978 intervino en el acontecer político con la fundación del CEBRADE (Centro Brazil Democrático), una organización de promoción de los derechos civiles de la que fue designado presidente. Un año más tarde el gobierno declaró una amnistía general que restauró los derechos políticos, lo que permitió que muchos exilados retornaran al país.
COMPROMISO CONTINENTAL. A su regreso a Brasil, Niemeyer ya había recibido una innumerable cantidad de distinciones, condecoraciones y premios. Pero sin duda se sintió muy orgulloso de una distinción que habría enorgullecido a cualquier arquitecto brasileño: el encargo del diseño del Sambódromo, escenario de los desfiles de Carnaval en Río de Janeiro. El complejo de graderías, palcos, y la Plaza de la Apoteosis (según Niemeyer idea de Darcy Ribeiro), fue construido en 1983 por el arquitecto José Carlos Sussekind, con una capacidad total para 120.000 espectadores. En 1988 Niemeyer recibió el galardón más importante en su área profesional: el Premio Pritzker, considerado el Premio Nobel de la arquitectura. En 1987 Niemeyer volvió una vez más a San Pablo, cuando diseñó un complejo que sería un referente del arte público de la gran metrópolis: el Memorial de América Latina. Ubicado al norte del centro de la ciudad, el área del Memorial está dividida por una avenida, sobre la que los peatones pueden cruzar por un original puente. En el complejo fueron construidas dos salas de exposiciones -una de las cuales contiene una magnífica colección de arte popular de América Latina- una biblioteca y un auditorio, a los que luego se agregó la sede del Parlamento Latinoamericano. Este proyecto fue especialmente importante para Niemeyer, ya que lo sintió como un llamado de unidad, de lucha y solidaridad con todos los pueblos del continente. Para marcar la importancia política que daba al complejo, creó una gran escultura en forma de una mano abierta con el mapa de América Latina grabado en la palma. El mapa está pintado de rojo, y es continuado por sinuosas líneas rojas -alusión simbólica a un continente que sangra- que alcanzan la base de la escultura. De los trabajos más recientes de Niemeyer se pueden destacar dos proyectos de museos: el Museo de Arte Contemporáneo de Niteroi, y el Museo Oscar Niemeyer en Curitiba, de 1991 y 2002 respectivamente. El primero, con una ubicación espectacular sobre la costa de Niteroi, tiene forma de cúpula invertida, a la que se accede por medio de una rampa ondulante. El segundo está dedicado a la conservación y promoción de la obra de este gigante de la arquitectura de nuestro tiempo. Que sigue trabajando.
THE CURVES OF TIME. THE MEMOIRS OF OSCAR NIEMEYER, de Oscar Niemeyer. Londres, Phaidon Press Limited, 2007. Distribuye Océano. 192 págs.