Elvio E. Gandolfo
LOS DOS VOLÚMENES de la Colección de Arte Contemporáneo del Río de La Plata de Zona editorial enfocan obras bien diversas de dos creadores uruguayos relativamente jóvenes (eso significa, en los promedios etarios y de carrera nacionales, 40 años). Persona despliega en buenas reproducciones los cuadros de Pablo Casacuberta; Ciudades muestra los curiosos dibujos de Alfredo Ghierra. Aparte de las obras en sí, que se reproducen en cantidad suficiente como para que el lector/espectador se haga una buena idea de sus mundos, es de destacarse la originalidad conceptual de ambos volúmenes. Con tapas duras, emplean un formato cuadrado, poco común en este tipo de emprendimientos. Justamente en el marco conceptual que rodea a las imágenes reside la originalidad mayor. En el caso de Ghierra un breve prólogo de Carlos Rehermann sitúa la rareza de su intento con referencias plásticas, teóricas e históricas. Pero lejos de limitar el aporte de las palabras a encuadres estéticos o críticos, los textos más extensos son reportajes. La mecánica de pregunta y respuesta provoca un funcionamiento flexible de las ideas, y es una decisión estratégica justa para facilitar el acceso del espectador-lector.
después de warhol. Los cuadros de Casacuberta, dentro del espectro cada vez más amplio de subdivisiones (abstracto, figurativo, contemporáneo, etc.) podrían situarse en una línea neofigurativa, donde las caras, los rostros, los animales y los ambientes son reconocibles, pero muy distorsionados, casi oníricos. Por decirlo de alguna manera nombrando a pintores famosos, están más cerca de Bacon que de Lucien Freud. Más aún: la sonoridad estridente de los colores, la superposición de planos transparentes, la violencia contenida (que a veces estalla), y sobre todo el empleo de elementos "bajos" (naipes, códigos de barra, letras de avisos publicitarios, etc.) lo acercan a ciertas corrientes posteriores a Warhol.
Pablo Casacuberta tiene ya varias zonas creativas, como lo subraya su entrevistador, Saúl Badembauer (que quizá, por tratarse de una "entrevista imaginaria", sea él mismo). Donde obtuvo algunos de sus mejores logros ha sido hasta hoy en la literatura. Paralelamente ha luchado denodadamente por dominar el escurridizo "video-arte" (o como quiera llamársele), o realizado buenos trabajos comerciales en el campo audiovisual. Después de recorrer este mundo de imágenes fijas puede percibirse el plus que significa su mundo narrativo, porque pocas de ellas están desprovistas de una atmósfera, o de ser la instantánea de una historia en desarrollo. En ese sentido muchas de las imágenes se tocan con otros dos cruces entre imagen y relato: la historieta y el dibujo animado. A veces de modo explícito Casacuberta los cruza para que una careta de Mickey, por ejemplo, o de un Pinocho posmoderno, interactúe con la angustia o la desesperación, todo a su vez potenciado por el enérgico uso del color.
montevideo fantástico. En el caso de los dibujos de Alfredo Ghierra el campo recorrido provoca asociaciones con otros ámbitos en blanco y negro: las cárceles de Piranesi, incluso los abundantes dibujantes que renacieron o florecieron en su momento alrededor de la revista Planeta. Las imágenes que más impactan son las que toman sectores arquitectónicos muy reconocibles de Montevideo para transformarlos. Así, el Palacio Salvo se duplica, rodeado de edificios aún más impresionantes, en "Gemelos", o la ciudad toda se vuelve virtual y fantástica cuando entra en el pequeño objeto que fue durante tanto tiempo su metáfora en "Montevideo, linda tacita de Plata", o torres orientales renuevan el entorno de la escalinata de "Plaza Cagancha", o la "Plaza Independencia" se vuelve aún más espectacular en el picado perfecto con que está enfocada.
Esas zonas reconocibles, transformadas, se mezclan con las ciudades propiamente fantásticas: Caótica, Zemrude (que muestra los pasos de una mujer sobre un complejo embaldosado, reminiscente del comienzo de París, de Mario Levrero), Bersabea (que flota en el espacio), Despina, o Laudomia. Una decisión editorial poco comprensible reproduce fragmentos muy aumentados en muchas de las páginas de la izquierda: solo aportan granos mayores a la nitidez de la imagen original.
Un valor agregado importante es el dvd que se agrega a cada volumen. En el caso de Casacuberta el amplio espacio virtual permite presentar una buena muestra de su actividad artística y profesional en video (incluyendo varios clips), aparte de los cuadros del libro, que hasta hace poco habitaron la inmensa sala del Subte municipal en la así llamada Plaza del Entrevero. La suma de los diversos elementos (originalidad de formato, originalidad de los textos, agregado audiovisual) hace que los libros sean mucho más dinámicos de lo que suele ocurrir cuando solo se incluyen textos explicativos o interpretativos. Ante la generosidad de la propuesta, dato nada menor, el precio es muy razonable. Y promete mucho más, ya que se trata de un proyecto que incluiría 22 títulos, 11 de creadores uruguayos, 11 de creadores argentinos.
CIUDADES de Alfredo Ghierra, prólogo de Carlos Rehermann, entrevista de Gaetano Di Gregorio; PERSONA de Carlos Casacuberta, entrevista imaginaria de Saúl Badembauer. Zona editorial, Mdeo. 2007. Distribuye Gussi. 119 y 107 págs.
Saúl Badembauer y Pablo Casacuberta
Mirando a la cámara
-NOTO QUE LAS PERSONAS a menudo están "mirando a la cámara".
-Sí. Empecé a hacer eso a los siete años. Hice un retrato al óleo de Emiliano Zapata. Como lo hice de memoria, le hice el bigote apuntando hacia arriba, así que me quedó más bien parecido a Pancho Villa. En aquella época yo vivía en México, y por alguna razón la imagen de Zapata me impactaba.
-¿Y luego, volviste a intentarlo?
-No lo intenté. Simplemente me fui encontrando con que hacía eso en forma casi sistemática. Siempre una o dos personas, en silencio, miraban a la cámara, es decir, a los ojos de la persona que mira el cuadro. La expresión siempre era algo así como "yo sólo existo cuando alguien me mira". Porque el cuadro mientras no está siendo mirado es sólo un objeto, mientras que cuando está siendo mirado, es una relación, un diálogo y un espacio compartido. Jaron Lanier, el inventor de la realidad virtual, dice que el ciberespacio es el espacio que comparten dos personas que están hablando por teléfono. Pueden estar en habitaciones distintas, o incluso en países distintos, pero resultan en cierta forma englobadas por una interacción que excede lo espacial. Creo que en la contemplación de un cuadro también se produce un tipo de interacción que va más allá del hecho material de que el cuadro está frente a nosotros. El cuadro nos habla, nos dice "no me mires como mirás el resto del entorno, mirame como a un cuadro". Y creo que de alguna forma esa interacción se acentúa un poco más si el personaje del cuadro también nos observa a nosotros. Si alguien nos mira a los ojos, lo miramos. Si esa mirada nos perturba, bajamos la vista. En el caso de un cuadro hay una cosa intimidante, porque sabemos que el personaje pintado no va a bajar la vista nunca, pero también nos sentimos envalentonados al saber que podemos mirar al personaje impunemente, porque entendemos que somos incapaces de cohibirlo. Y sin embargo, la sensación de contacto visual es a veces tan viva como cuando miramos a una persona.
(En Persona)
Gaetano Di Gregorio y Alfredo Ghierra
-¿QUÉ ES MÁS importante: el resultado o el proceso?
-Hacer uno de estos dibujos implica transitar una serie de etapas, indispensables todas y comunes a cualquier desarrollo de una idea artística: una inspiración inicial, una deliberación interna de cómo llevarla a cabo, y una realización. Una idea no es en sí misma una obra. La obra implica una elaboración, una construcción paso a paso, como ocurre con un edificio. Se trata de esa química indescifrable que se establece entre la mente, el ojo y la mano, y del placer de experimentar semejante diálogo interno. Entonces hacer y terminar una obra me obliga a una cierta disciplina: tengo muchas más ideas de las que mi mano podría dibujar. Es decir que la tentación de dejar a un lado lo que estoy dibujando y empezar a dedicarme a las siguientes cien ideas es muy grande, pero de no controlarla mis dibujos serían muy otros, o más bien no serían. Aquí en el libro incluso pongo la imagen de un dibujo antes y después de la entrada en escena del claroscuro -el ánima del dibujo- , sobre todo para mostrar el momento previo, cuando el dibujo es sólo eso: dibujo, línea que forman estructuras. Aún no crecieron sobre esa osamenta el músculo y la piel; podría decirse que todavía no respira.
-¿Qué artistas han influenciado tu trabajo?
-Muchos son completamente anónimos, personajes invisibles que dejaron su huella principalmente en la arquitectura de las primeras décadas del siglo XX en la ciudad de Montevideo. Me refiero a los hacedores de vitrales, de frisos y bajorrelieves, muralistas de bares, maestros del yeso y del estuco, ceramistas, fabricantes de baldosas, azulejos y mayólicas. Esto en lo que tiene que ver con la información que me venía directamente de la ciudad. Mi otra fuente de inspiración han sido siempre las ilustraciones de los libros, las fotos de las obras de Gaudí, las iglesias góticas, los palacios manieristas, los libros de geografía ilustrados, los carteles hechos a base de dibujos, los dibujos animados. Luego aprendí a apreciar a los maestros de la pintura, a través de una colección en fascículos que con mil esfuerzos conseguía comprar en el kiosco de la plaza cada quince días, y en donde aparecieron El Greco y Tiziano, Rubens, El Canaletto, Ingres, El Bosco, pero también Mondrian y Klee. (…) Fue tal la impresión que me causaron las obras de Piranesi que decidí hacer lo propio con mi época: retratarla en postales que reunieran la realidad y la cárcel laberíntica en que toda ciudad puede transformarse.
(En Ciudades)