Felipe Polleri
COMO ES natural, como debe ser, la obra de uno de los grandes genios literarios del siglo pasado no le brindó demasiadas satisfacciones al autor. Porque Bruno Schulz (1892-1942) judío y polaco y sobre todo genial cumplió a rajatabla con la filosofía esotérica de un amigote mío. Este bufón asegura, con la mayor seriedad aparente, que hay un orden cósmico y que no se puede tener talento y además dinero o gloria o alguna clase de recompensa por aquello del equilibrio de las esferas y de las balanzas. Como Schulz tenía más talento que los demás, un oficial de la Gestapo lo mató de un tiro por broma. Sí. Este es un mundo maravillosamente ordenado. Si hubiera tenido menos talento, por ejemplo, hubiera vivido un año más, y así todo.
Vivió enterrado en Drohobycz, un pueblito, dando clases de dibujo para mantener a duras penas a su madre y hermanas. Gombrowicz en su Diario lo describe como "un gnomo minúsculo, macrocéfalo, demasiado timorato para osar existir", aunque consideraba que Schulz, Witkiewicz y él eran los "tres mosqueteros de la vanguardia polaca de entreguerras". Schulz publicó en vida dos libros de cuentos: Las tiendas color canela y Sanatorio bajo la clepsidra. Una novela: El Mesías, desapareció en medio de la barbarie nazi.
Schulz, poeta en prosa, se centra casi exclusivamente en la magia de la niñez. Cada episodio, aparentemente ordinario, mínimo, es elevado a la centésima potencia por esa prosa mágica que mitifica todo lo que toca, desde un libro (que es ese libro maravilloso que todos leímos de niños y nunca pudimos reencontrar) hasta la figura de su padre, fabuloso personaje capaz de miles de metamorfosis en su afán de defender los valores del espíritu. O la noche: "Esa noche el cielo develaba su estructura interna, exponiendo como sobre una mesa de autopsia los espirales y las volutas de la luz, el corte de los bloques azules, el plasma de los espacios, los tejidos de las divagaciones nocturnas…". Se pueden comprar las Obras completas, caras, editadas por Siruela; pero también equilibradamente, en las librerías de usados hay una selección de cuentos titulada La calle de los cocodrilos (CEAL) por veinte o treinta pesos. El macrocosmos se refleja en el microcosmos, lo alto en lo bajo, y así todo.