Contar un cuento

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Ioram Melcer

TODOS LOS pueblos tienen figuras míticas, símbolos vivientes de ideales que forman parte de la identidad común, contribuyen a la cohesión del grupo social y construyen elementos de su memoria transmitida. Estas figuras pueden formarse sobre fundamentos reales o a partir de historias de pura ficción. Quizás hubo un par de hermanos en el Latium, Rómulo y Remo, quizás fundaron la ciudad de Roma, quizás hasta tuvieron algo que ver con lobos de la zona, o más aún, con una loba específica. O puede ser que nada del relato mítico fuera verdad. No importa. Lo que importa es el mito y sus figuras y luego la función del conjunto mitológico en la imaginación y la identidad de un pueblo. Hubo una tal Juana de Arco, pero ya no importa si fue virgen o si la revelación que tuvo fue a causa de algún hongo que consumió en el bosque o un delirio causado por el hambre. Importa el rol que Francia creó acerca de su historia. Los pueblos mentalmente sanos son aquellos que viven -activa y creativamente- la dualidad entre el "realmente hubo" y el "no importa si fue así", los que saben que el mito es esencial, pero que al mismo tiempo saben que es importante poder analizarlo desde un ángulo crítico, lúcido y desinteresado.

En Comediantes y Mártires: Ensayo contra los mitos el pensador argentino Juan José Sebreli ofrece un análisis crítico y sosegado de cuatro figuras míticas argentinas: Gardel, Evita, el Che y Maradona. Los cuatro son figuras de la realidad, pero también mitos enormes. Los argentinos no los ven como personas de carne y hueso. En la mentalidad argentina se trata de cuatro pilares de la identidad nacional y de la mitología fundacional.

Sebreli reviste sus argumentos de una armadura teórica, quizás para proteger sus planteos contra los mitos argentinos, que al fin y al cabo son mitos de su propio pueblo. Sea como fuere, el libro es sumamente interesante no en sus facetas filosóficas sino en el material concreto que proporciona, así como en la manera de analizarlo. No es necesario basarse en Jung o interpretar -defectuosamente- su conocida idea del "inconsciente colectivo" para entender a los argentinos vistos a través de estos cuatro personajes de tan alta resonancia.

La lectura del libro se hace fascinante cuando dejamos a un lado la teoría e ingresamos a las vidas, las personalidades, las imágenes y los efectos de Gardel, Evita, el Che y Maradona. En cuanto a Maradona, hay que subrayar que el poco amor que Sebreli le tiene al fútbol quita algo del valor de lo que dice acerca del Pibe de Oro. Además, Maradona, a diferencia de los otros tres, posee una cualidad que complica cualquier análisis: está vivo. Nacido en 1960, parece que Maradona, a pesar de su larga, variada, descabellada y muchas veces asombrosa trayectoria, no ha agotado las posibilidades como mito. Puede que su muerte sea menos dramática que la de Gardel, Evita o el Che. No obstante, es una figura que contribuye mucho a las tesis de Sebreli acerca del funcionamiento del mito en la mentalidad argentina.

VERDADES Y MENTIRAS. Para crear un mito hay que empezar por contar un cuento. Para contar un cuento hay que mentir. El tipo de mentira, su función en el cuadro general del mito, así como su recepción por el público, son parte del rol del mito en la vida de un pueblo. Más aún, en ninguno de los casos analizados en el libro hay personajes de la antigüedad o de un tiempo remoto. Los personajes, todos del siglo XX, participaron activamente tanto en la elaboración de sus propios mitos como en la protección de los mismos.

Los lectores uruguayos no necesitan que se les recuerde que el mero origen de Gardel es el tema de un ardiente e inconcluso debate. Sebreli aclara que Gardel no solo tenía mucho que ocultar, sino que contribuyó activa y pasivamente a ofuscar su pasado. Tanto Gardel como Evita tenían episodios que querían ocultar. Gardel y sus contactos con el mundo criminal, con la prostitución masculina. Pero visto desde una perspectiva más amplia, Gardel no tenía mucho más que ocultar de lo que tuvo Sinatra. La diferencia está en la cultura, en el entorno, en el interés en crear un mito de Gardel. Y el mito se creó, con cierta ayuda del artista, con trabajo de su entorno y con mucha colaboración del público. Lo último que Evita quería que se comentara era su pasado como actriz principiante en un mundo de empresarios y directores machistas, lo que significaba episodios turbios de índole sexual. Hizo todo por ocultarlo, y no sólo para "limpiar" su imagen, sino para hacerla digna de una santa. El Che Guevara, cuya argentinidad, entre los revolucionarios cubanos, le era más una cruz que una ventaja, no quería que se recordara demasiado su origen burgués. Sebreli muestra hasta qué punto el Che se bifurca en dos: como burgués y como asesino. Maradona es un caso diferente, ya que actuó y sigue actuando en un mundo de máscaras e imágenes proyectadas que le brinda los padrones necesarios para que pueda hablar de sí mismo en tercera persona. Mafia, droga y rifle por un lado, santo, hombre del pueblo y víctima por el otro -la figura de Maradona sigue evolucionando, así como su mito.

MITO Y MEDIOS MASIVOS. Todos los personajes analizados en el libro son fruto del mundo moderno, de la proyección de sus imágenes en los medios masivos de comunicación. La proliferación de los medios electrónicos ha llegado a tal punto que el público devora los mitos en un ciclo interminable, completamente calculado por las fuerzas comerciales.

Entre los años 1930 y 1980 se podía esperar que un mito como Evita o como el Che no se desgastasen. Entre los elementos que Juan Domingo Perón copió de los nazis estaba el uso de las imágenes visuales y de los medios de comunicación como la radio y el cine. En Eva Duarte tuvo una colaboradora perfecta para aprovechar la tecnología al máximo. Sebreli demuestra cómo fueron importados elementos de Hollywood para consolidar el mito de Evita. El mito de Gardel también fue producido gracias al vaivén de su imagen entre Europa y América. Y en el capítulo sobre el Che, sin duda el más brillante y conmovedor del libro, Sebreli muestra cómo Fidel y Guevara manipularon los medios de comunicación, desde la Sierra Maestra hasta la selva boliviana, jugando con la imaginación popular con una mezcla morbosa de imágenes revolucionarias y de cuadros que despiertan sensibilidades cristianas -como el del cadáver de un mártir con barba, un nuevo santo harapiento e incomprendido, empaquetado ya como producto de consumo para las masas.

Pero si todos los pueblos tienen sus mitos y sus figuras míticas, queda el enigma acerca de las necesidades, los vicios y la idiosincrasia argentina. Parece ser que parte de la respuesta está en la necesidad desmesurada de generaciones de argentinos por el consumo desaforado de lo que el personaje mítico les proporciona. El discípulo de Jung, Erich Neumann, dijo que el "Gran Individuo", que equivale al personaje mítico en el contexto del libro de Juan José Sebreli, especialmente el que es consciente de su status en el seno de la sociedad que lo produce, le da al individuo común la posibilidad de verse reflejado en él. Los "comediantes y mártires" argentinos alimentan el complejo nacional, la soberbia, sea en el creerse europeos -la "rubia" Evita, el Gardel "francés"- o en el prototipo del "avivado" porteño de la famosa "Mano de Dios" de Maradona. Así resulta que insinuar que Obama le copió ideas a Perón, como afirmó públicamente la presidenta argentina Cristina Fernández, implica dar por demostrada la supuesta superioridad argentina, y de paso tildar al presidente norteamericano de "avivado", proyectando las miserias propias en el otro.

En el acto donde la presidenta hizo esta afirmación (8/6/2009) los argentinos presentes aplaudieron soberbios, divertidos y satisfechos.

COMEDIANTES Y MÁRTIRES: ENSAYO CONTRA LOS MITOS, de Juan José Sebreli. Debate. Buenos Aires, 2008. Distribuye Random House Mondadori. 416 págs.

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