En un puñado de páginas

Compartir esta noticia

Martín Kohan

AL IGUAL QUE William Faulkner, y a causa de Faulkner en algún sentido, Onetti fue uno de esos escritores capaces de componer un mundo total. Lo sabemos: se llamó Santa María. Ese mundo existe, ante todo, en sus novelas, y en los ecos y las remisiones que van de una novela a otra. Es en las idas y vueltas de los años y de los personajes donde se componen mundos enteros y transcurren vidas enteras. Pero en los cuentos, en la relativa brevedad de los cuentos, sucedan o no en Santa María, Onetti consigue eso mismo: la terrible intensidad de las vidas que ganan un sentido o lo pierden por completo, en un mundo también completo y también colmado o también vaciado de sentido.

Le bastaba un puñado de páginas para lograrlo. Se ve en "El posible Baldi", donde narrar, así sea en la contingencia de un encuentro de ocasión, supone la invención de una vida. Que una sola decisión pueda cambiar toda una vida es lo que se plasma en "Bienvenido, Bob". Que una sola confesión, dicha en apenas unos pocos minutos, pueda abarcar la plenitud de una sordidez absoluta, es lo que se lee en "La araucaria". Toda una historia y un nuevo vivir se desprenden, en "Mascarada", de "aquella espantosa cosa negra que había sucedido unas horas antes". Y el infierno total y agobiante de "El infierno tan temido" consiste ni más ni menos que en pasar a tener otra vida, en las fotos de esa otra vida que no paran de llegar.

Walter Benjamin decía que un narrador narra siempre desde la muerte, porque su perspectiva presupone a la vida como conjunto, y de eso obtiene alguna clase de sabiduría. Onetti podía acceder a esa dimensión cabal de la narración; pero no era necesariamente una sabiduría lo que con eso alcanzaba, sino mejor, y más a menudo, una inquietante incertidumbre, una zozobra finalmente triste, la desolación de saber y no saber. Historias íntegras de vidas totales se insinúan en los cuentos; pero no se ven, se entrevén; no se conocen, se sospechan y adivinan. Es la historia entrevista detrás de la escena repetida de una mujer que pasa en "La larga historia" y en "La cara de la desgracia", o de una mujer que llega en "El álbum", o de una mujer que añora irse en "Esbjerg, en la costa". Es la historia entrevista de los dos forasteros en "Jacob y el otro", del vestido de novia en "La novia robada". Con Onetti entendemos por fin que la literatura no consiste en contar historias, sino en llevarlas hasta el punto determinante de lo que ya no se puede contar, de lo que no se puede saber, de lo que no se puede decir.

Una frase en un cuento de Onetti, un ejemplo entre otros posibles: "Le perdoné el fracaso". Una oración, cuatro palabras; y aun así, ¿cuántas vidas existen, insinuadas pero ciertas, contenidas pero completas, en esa sola oración, en esas cuatro palabras? Dos vidas enteras por lo menos. Dos vidas y dos tristezas.

MARTÍN KOHAN (n. 1967); escritor argentino. Su última novela es Museo de la Revolución.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar