D. H. Lawrence
SU GRAN EXPERIMENTO y logro fue con su esposa; su prima, una muchacha de voz cantarina. Con ella buscó el flujo más intenso, la elevación, las sombras prismáticas del éxtasis. Era la vibración nerviosa al unísono más intensa, cuyo tono se hacía más y más agudo, hasta que los vasos capilares de la muchacha se rompieron, y la sangre empezó a manar libre. Era el amor. Si quieren llamarlo amor.
El amor puede ser terriblemente obsceno.
Es el amor lo que provoca las neurosis de la época. Es el amor la causa principal de la tuberculosis.
Los nervios que vibran con mayor intensidad en los unísonos espirituales son los ganglios simpáticos del pecho, la garganta y el cerebelo. Llévese a una intensidad excesiva la vibración, y se consigue debilitar los tejidos simpáticos del pecho -los pulmones- o de la garganta, o del cerebelo, y los tubérculos cuentan con un campo propicio para desarrollarse.
Pero Poe llevó las vibraciones a un extremo que no podía soportar ninguna resistencia humana.
Como era su prima, su esposa armonizaba en tono más fácilmente con él.
"Ligeia" es el relato más importante. ¡Ligeia! Un nombre de origen mental. Para él la mujer, su esposa, no era Lucy. Era Ligeia. Sin duda ella misma prefería que fuera así.
"Ligeia" es la historia de amor de Poe, y su misma fantasía hace que sea más auténtica aún su historia.
Es un cuento de amor llevado al extremo. Y el amor llevado al extremo es una batalla de voluntades entre los amantes.
El amor se convierte en una batalla de voluntades.
¿Cuál de los amantes destruirá primero al otro? ¿Quién podrá resistir más tiempo, contra el otro?
Ligeia sigue siendo la mujer a la antigua. Su voluntad sigue siendo someterse. Quiere someterse al vampiro de la conciencia de su esposo. Incluso en la muerte.
"Era alta y esbelta, y en sus últimos días, incluso delgada en extremo. Intentaría en vano retratar la majestad, el sereno porte de sus movimientos, o la levedad y elasticidad incomprensible de sus pasos. Nunca me daba cuenta de que había entrado a mi estudio cerrado salvo cuando oía la querida música de su voz grave y dulce al apoyar su mano de mármol sobre mi hombro".
Poe ha sido alabado por su estilo. Pero a mí me parece una cuestión de brillo vulgar. "Su mano de mármol" y "la elasticidad de sus pasos" parecen adecuarse más a un resorte de sillón o una repisa de chimenea que a una criatura humana. Ella nunca fue del todo una criatura humana para él. Era un instrumento, del cual extrajo los extremos sensoriales. Su machine aplaisir, como dijo alguien.
Todo el estilo de Poe, por otra parte, tiene esa cualidad mecánica, así como su poesía tiene un ritmo mecánico. Nunca ve algo en términos de vida, casi siempre en términos de materia, joyas, mármol, etc., o en términos de fuerza, es decir científicos. Y todas sus cadencias están administradas mecánicamente. Esto es lo que llaman "tener un estilo".
análisis peligroso. Lo que deseaba hacer con Ligeia es analizarla, hasta conocer todas las partes que la componen, hasta tenerla en su totalidad dentro de su propia conciencia. Ella es una sal química extraña que él debe analizar en los tubos de ensayo de su cerebro, y después -cuando haya terminado el análisis- E finita la commedia!
Pero no puede analizarla a fondo. Hay algo, algo que no puede captar. Al escribir sobre sus ojos, dice: "Eran, debo creer, mucho más amplios que los ojos comunes de nuestra raza", como si hubiera alguien que quisiera tener ojos "muchos más amplios" que los de las demás personas. "Eran incluso más amplios que los más amplios ojos de gacela de la tribu de Nourjahad". Lo cual es zalamería. "El fulgor de las pupilas era del negro más brillante, y, altas sobre ellas, pendían largar pestañas de azabache". Lo cual sugiere una fusta. "Las cejas, de trazado levemente irregular, tenían el mismo tinte. La extrañeza que yo descubría en los ojos era de naturaleza distinta a la formación, o el color, o el brillo de los rasgos, y después de todo debe ser comprendida como la expresión". Suena como un anatomista disecando un gato. "¡Ah, palabra desprovista de significado detrás de cuya vasta latitud de sonido atrincheramos nuestra ignorancia de lo espiritual! ¡La expresión de los ojos de Ligeia! ¡Cómo he meditado largas horas en ella! ¡Cómo me he esforzado por sondearla, a lo largo de toda una noche de verano! ¿Qué era ese algo más profundo que el pozo de Demócrito, que yacía muy adentro de las pupilas de mi amada? ¿Qué era? Me veía poseído por la pasión de descubrir...".
Es fácil comprender por qué cada hombre mata la cosa que ama. Conocer algo viviente es matarlo. Uno tiene que matar una cosa para conocerla satisfactoriamente. Por este motivo, la conciencia deseante, el ESPÍRITU, es un vampiro.
Uno tendría que ser lo bastante inteligente e interesado como para conocer bastante acerca de cualquier persona con la que entra en contacto íntimo. Acerca de ella. O acerca de él.
Pero tratar de conocer a cualquier ser vivo es tratar de chuparle toda la vida que hay en él.
Sobre todo cuando se trata de la mujer que uno ama. Todo instinto sagrado enseña que uno debe dejarla desconocida. Uno conoce a su mujer oscuramente, en la sangre. Tratar de conocerla mentalmente es tratar de matarla. Cuídate, oh mujer, del hombre que desea averiguar qué eres. Y cuídense mil veces más, oh hombres, de la mujer que desea conocer, o captar, qué son.
Este conocimiento es la tentación de un vampiro diabólico.
El hombre desea de un modo tan horrible dominar el secreto de la vida y la individualidad con su mente. Es como el análisis de protoplasma. Sólo se puede analizar protoplasma muerto. y conocer sus partes constitutivas. Es un proceso muerto.
Reserven el CONOCIMENTO para el mundo de la materia, la forma y la función. No tiene nada que ver con el ser vivo.
Pero Poe deseaba conocer... deseaba conocer qué era eso extraño que había en los ojos de Ligeia. Ella podría haberle dicho que era horror ante su escrutinio, horror a ser vampirizada por la conciencia de él.
Pero ella deseaba ser vampirizada. Ella deseaba ser escrutada por la conciencia de él, ser CONOCIDA. Y pagó por desearlo. (...)
Edgar Allan sondeó y sondeó. Tan a menudo que parecía estar al borde de lo que buscaba. Pero ella cruzó el borde de la muerte antes de que él llegara al borde del conocimiento. Y siempre es así.
Traducción: E. E. G.
D. H. LAWRENCE, inglés (1888-1930). Escribió El amante de Lady Chatterley.
Libros de Poe publicados en vida
Tamerlán y otros poemas. Por Un bostoniano (Boston, 1827)
El Aarat, Tamerlán, y Poemas menores (Baltimore, 1829)
Poemas. Segunda edición (Nueva York, 1831)
Narración de Arthur Gordon Pym (Nueva York, 1838)
Cuentos de lo grotesco y arabesco (2 vols., Filadelfia, 1840)
Romances en prosa de Edgar A. Poe (Filadelfia, 1843)
El cuervo y otros poemas (Nueva York, 1845)
Cuentos (Nueva York, 1845)
Eureka: un poema en prosa (Nueva York 1848)