Cómo funciona el universo

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Elvio E. Gandolfo

EL LIBRO tal vez menos conocido de Poe es Eureka. En todo caso es con seguridad el menos leído. Es el último que publicó, en un periodo muy doloroso, a un año de la muerte de su esposa. Apostaba sin embargo fuertemente a él. Se basaba en una conferencia que había dado sobre "El universo". La noche del acto hubo tormenta, y asistieron "solo 60 personas", según apunta un biógrafo, aunque suena a una cifra razonable para otro tipo de actos (poesía, nuevo libro de un autor poco conocido).

Cuando tuvo el texto terminado trató de convencer a un editor de que imprimiera 50.000 ejemplares, dado que se trataba de un texto para él de importancia fundamental, que tal vez superase el descubrimiento de la gravedad por Newton.

Más cauto, George P. Putnam editó 500 ejemplares.

PRO Y CONTRA. Para leer el texto completo (115 apretadas páginas en el Libro de Bolsillo de Alianza traducido por Cortázar) hay que tener cierta dosis de paciencia. Porque en ese tramo final de su vida (murió en 1849), Poe no estaba ni para adornos ni para decisiones útiles y básicas, sobre todo en un texto de aspiraciones científicas. Está escrito de un tirón, sin capítulos ni espacios, en párrafos extensos, y con un entramado de razonamiento muy apretado: va de las esferas pequeñas a las mayores, establece la fuerza que las atrae, que es la misma fuerza que las repele, con una distribución e irradiación parejas. Una vez que se acepta la forma concreta (un texto cerrado, sin respiros) el sistema funciona dentro de sus propios parámetros. Y está muy bien escrito.

La hostilidad a este trabajo final fue de una ejemplar negatividad durante mucho tiempo, con voces agresivas o desdeñosas de considerable peso. Tanto Julio Cortázar como T. S. Eliot, por una parte, como su reciente biógrafo Peter Ackroyd reducen su interés científico casi a cero. En todo caso le asignan una importancia poética, como el mismo Poe se apresura a otorgarle en el prefacio: "sólo como poema deseo que sea juzgada esta obra después de mi muerte", en un movimiento de autosabotaje ya clásico en su vida, porque el texto es ante todo una teoría del universo. En cuanto al excelente biógrafo que es en general Ackroyd, su breve libro sobre Poe parece en cambio no solo reticente, sino incluso temeroso (con el temor que puede despertar un "yanqui loco" en un inglés de tendencia católica), asestando un psicoanalismo tras otro, o tratando obras importantes sin demasiado análisis, incluida Eureka.

Con el paso de las décadas, sin embargo, además de ser una experiencia de lectura fascinante, que la pone en paralelo (en parte de la teoría, y en la expresión) con mucho de lo que se escribe hoy sobre cosmología, en revistas como Scientific American o en los audaces libros de Stephen Hawking, el texto fue recibiendo apoyos. Entre los primeros estuvo el poeta W. H. Auden, que comparó lo que hacía Poe en el siglo XIX en inglés con lo que habían hecho en griego y en latín Hesíodo y Lucrecio siglos antes. Más tarde la visión de su teoría (que se asemeja al "big bang" y su ciclo de expansión- encogimiento, confirmado por descubrimientos de Hubble en 1929) se ha vuelto más matizada. Hay un reconocimiento explícito del modo en que adelantó la explicación sobre la oscuridad del cielo (contradictoria con el brillo de las estrellas). Ese tipo de temas ha dado pie incluso a congresos alrededor de su texto, que pueden rastrearse en Internet.

Quienes sospechan por completo del valor de su texto elaboraron la teoría de que sería otro de los tantos fraudes que Poe se complacía en elaborar. Una prueba sería la dedicatoria a Alexander Von Humboldt, porque en otro momento de su vida lo atacó. Pero los odios y amores de Poe, tanto literarios como científicos o hasta personales, variaban de un extremo al otro para una misma persona.

EN EL TEXTO. El propósito no puede ser más vasto y ambicioso: "Me propongo hablar del Universo físico, metafísico y matemático; material y espiritual; de su esencia, origen, creación; de su condición presente y de su destino", explica en la segunda página. Reconoce después el acercamiento de Humboldt a estas ideas en su Cosmos. En estas primeras páginas Poe parece estar un poco inseguro y reaccionar con bravatas o con bruscos chispazos narrativos, como el de una "probable carta" encontrada en una botella. Incluso inventa palabras o sabios de otros tiempos, o hace preguntas retóricas ("¿debemos cortar las alas a las águilas?"), o referencias arcanas de disculpa:"Sólo por faltar algún peldaño aquí y allá, por descuido, en nuestro camino hacia el cálculo diferencial, este último no es tan sencillo como un soneto de Mr. Solomon Seesaw". Dicho de otro modo: si Poe define el texto como poema, cuando está centrado en el esfuerzo de controlarlo sabe que se trata de otra cosa.

Después de sus primeras veinte páginas, el texto se encarrila sobre la tarea de describir el modo en que el universo surgió, interactúa en todas sus partes, y probablemente termine. Con un reparo importante, visto desde hoy: en el punto inicial y final se alza la figura de Dios. Sin embargo toda la exposición del mecanismo tiene una lógica propia, y Poe la aplica con coherencia y esfuerzo por ser a la vez complejo y claro. En el camino van desfilando las leyes conocidas e intuidas, las esferas, la tensión entre la medida y el infinito. Con momentos de fusión entre lo físico y lo metafísico: "Así los dos principios propiamente dichos: la atracción y la repulsión, lo material y lo espiritual, se acompañan en estricta camaradería, siempre. Así el cuerpo y el alma marchan tomados de la mano". La frase, sin embargo está rodeada de datos sobre el modo en que los átomos se suman a una masa en rotación y le van cambiando la velocidad y la interrelación con las demás esferas cercanas o lejanas. O los propios planetas van entrando progresivamente en ese movimiento general, incluidos sus satélites y anillos adjuntos. Cuando termina de exponer la "teoría nebular" tal como existía, la encuentra "bellamente verdadera".

Debido en particular al carácter sin respiros de la argumentación y las palabras, se hace al mismo tiempo notorio el gran esfuerzo de Poe por llevar su proyecto a término. Con cierta controlada desesperación por lograrlo, va poniéndose los sayos sucesivos de demiurgo, cosmólogo, intuitivo, astrónomo... Asombra la cantidad de referencias, en su mayoría con un uso inmediato, que indica hasta qué punto las ha absorbido.

Además el texto está sembrado de frases memorables, casi aforismos: "El cerebro humano tiene una evidente inclinación hacia el infinito y acaricia el fantasma de esa idea". O en defensa de la especulación: "El punto que debe considerarse es quién conjetura. Conjeturando con Platón de vez en cuando, empleamos mejor el tiempo que escuchando una demostración de Alción". O un arrebato que preanuncia el estilo de cierta ciencia ficción: "Siendo indeciblemente menos numerosos, los mundos de ese día serán inconmensurablemente más grandes que el nuestro. Entonces, entre insondables abismos, brillarán inimaginables soles".

La lectura lenta de Eureka, en momentos acelerada por su propio impulso, tiene el sabor a la vez estimulante y tanteante de las teorías cosmológicos, aun hoy en que nombrar a Dios (o algo semejante) está prohibido en ese contexto. Es una despedida impresionante, una faceta sorpresiva más en su obra de sabores múltiples.

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