GABRIELA VAZ
"Dentro de poco, vender discos ya no representará ganancia alguna", sentenció semanas atrás el presidente de Sony BMG en España, Carlos López. Más cerca en espacio y realidades, el cantautor Mauricio Ubal, actual presidente de la Cámara Uruguaya del Disco (CUD) y director del sello discográfico Ayuí, aseguró: "El disco se está volviendo, cada vez más, un agente de difusión del artista y no un negocio en sí mismo".
De uno y otro lado del mundo, la explicación para tales afirmaciones es una sola: la imposición de la música digital, un fenómeno que parece acentuado por los promocionados reproductores de mp3, aunque lo cierto es que la ingobernable plataforma de Internet hace ya tiempo que se ha convertido en la sentencia de muerte para cualquier formato físico que comercialice melodías.
Es que el entorno del presente digital es incontrolable y la música más insospechada está disponible con un simple click. El universo de los programas peer to peer (p2p) es el principal telón de fondo, convirtiéndose en la disquería virtual más completa del mundo. Sólo basta disponer de un PC con conexión a Internet para acceder a un baúl que parece no tener fondo: decenas de miles de canciones, discos, videoclips y hasta rarezas, joyas de colección vagando por la red de redes.
Por supuesto que la legalidad de estos sitios es materia de múltiples dudas, ya que se da de narices contra los derechos de autor. Los cibernautas intercambian archivos de toda clase libremente, sin pagar a nadie por ello, y varios actores de la industria discográfica han puesto el grito en el cielo.
GUERRA. Entre las batallas legales que se han librado por esta razón, la última la ganaron los sellos. Esta semana se supo que Kazaa -uno de los p2p más populares- deberá pagar 100 millones de dólares por daños y se convertirá en un sitio legal de descargas de música que a partir de ahora serán pagas.
Sin embargo, este primer paso ganado no cambia un panorama que está revolucionando mucho más que una nueva forma de copiar un producto. Varios analistas advierten que será muy difícil acostumbrar a los adolescentes de hoy en día a pagar por algo que ya se han habituado a conseguir gratis. Lejos de seguir gritando, los sellos comienzan a asimilar esta realidad y definen nuevas estrategias, que implican desde poner más atención en el arte de los discos, hasta permitir bajar mp3 de los cortes que promocionan en sus páginas web, o empezar a influir en otros aspectos de la carrera del músico. Por otro lado, artistas que no consiguen contratos profesionales encuentran en la red la mejor manera de difundir su obra y hacerse conocer.
Lo cierto es que el impacto de la música digital está haciendo estragos en la industria discográfica, pero patalear contra una cada vez más perfeccionista piratería ya no promete soluciones; la alternativa no parece otra que aliarse o morir. O al menos, asumir lo inevitable.
PIRATAS EN CASA. A Mauricio le gusta la música. Es estudiante de Derecho y, entre pruebas y exámenes, se hace tiempo para escuchar alguno de sus 70 discos originales. Tendría más pero, dice, son muy caros. Claro, desde que se bajó el programa Ares -uno de los p2p más rápidos de la web- sus opciones se han multiplicado. Obtuvo material que ni siquiera sabía que existía y hasta ha descargado películas que acaban de estrenarse en cine.
El estudiante se enteró de este mecanismo por amigos y siguió alimentando el boca a boca. "Creo que está bárbaro y que todos tienen derecho a tener algo así. Ni siquiera tenés que clavarte con porquerías en la feria". Si se le pregunta por piratería, legalidad o derechos de autor, él levanta los hombros y contesta: "Sólo bajo cosas para mí. No le vendo nada a nadie".
Según datos de la Cámara, en Uruguay la mitad de los discos que circulan son copiados. Y aunque pululen los puestos de venta ambulantes en calles y ferias de la ciudad, gran parte de la piratería está adquiriendo un nuevo tenor: es doméstica. Las reproducciones musicales se concretan en hogares y cibercafés, y la legalidad de estas acciones aún tiene ribetes discutidos.
La Justicia argentina absolvió el mes pasado al dueño de un cibercafé de Buenos Aires que, entre sus servicios, ofrecía descargar música con un cartel en la puerta que rezaba: "Bajá todo lo que quieras y llevátelo en un CD". En el fallo se establece que "la venta o facilitación de tecnología" no es "un delito en sí mismo". Señala que "la existencia de un comercio con máquinas capaces de copiar canciones que se encuentran en formato mp3 a CD o DVD" puede "facilitar" que se violen los derechos de propiedad, pero "la venta o la inclusión en las máquinas de ese software no constituye delito".
Marcelo Bauzá, abogado especialista en Derecho Informático, cree que "si se admiten este tipo de conductas de los cibercafés, terminaremos aceptando el cartel en la librería de algo así como "llevate la fotocopia de tu obra literaria preferida por x pesos"".
Pero más allá del buen negocio que pudiera hacer un cibercafé promocionando ese servicio, cabe preguntarse qué sucede en el ámbito estrictamente doméstico. ¿Es ilegal bajar música de Internet en el hogar y grabarla en un disco para uso personal? "No creo que interese mucho en este punto la tecnología. Una reproducción es una reproducción. Si el sitio de bajada es un sitio legal, construido para ello y -por tanto- conteniendo música licenciada, la bajada para uso personal, en el hogar, o en reunión `estrictamente` familiar (dice la ley: sin ánimo de lucro y otras condicionantes), es legal. Otra cosa es que el sitio sea ilegal", maneja Bauzá.
Para el músico Mauricio Ubal, presidente de la CUD, "las descargas son otra parte de la comercialización, no se puede ver de otra manera. Hay que crear los lineamientos a nivel internacional que protejan los derechos de los involucrados. De todos modos creo que es un poco temprano como para anunciar la desaparición de los formatos físicos. Tal vez antes se vaya terminando el petróleo y ahí sí que tenemos un problema. Tendremos que inventar discos de madera o de goma. Pero es un hecho que Internet es una vía más para comercializar la música. El lado oscuro de la digitalización musical es la perfección de la piratería. Te comprás un disco compacto y en realidad ese disco funciona como un master, que puede reproducirse infinitamente sin ningún tipo de control. Pero bueno, para los que, como yo, antes de productores de fonogramas somos músicos, la conversión digital es una maravilla que no tiene retorno posible, ya que permite una mejora increíble desde el punto de vista del producto".
Ubal asume un comportamiento distinto de los más jóvenes. "Las nuevas generaciones, que no crecen con la idolatría o el fetiche de tener el disco original tal como lo concebimos nosotros cuando teníamos 14 años, indudablemente tienen otra perspectiva del asunto. Para ellos, que acceden a las grabaciones copiando fácilmente un disco o bajándolo de Internet, quizás les resulte más difícil entender el pago de la música. Hay también un tema de educación y sensibilización del tema".
Por su parte, Marcelo Felder, director de Bizarro Récords, de Palacio de la Música y CD Warehouse, aclara que lo que se llama "descargas gratuitas no es mas ni menos que un robo de la propiedad intelectual de un autor, un artista o de una compañía discográfica. Por eso es importante separar lo gratis legal de lo no legal". Admite que una de las principales dificultades es no tener sitios nacionales de descarga legal, "y si los hubiera las formas de pago serían una seria limitación. Muy pocos jóvenes disponen de tarjetas de crédito y mismo así no estarían confiados en poner su número en Internet. Esa es la experiencia que se ve en Argentina".
ESTRATEGIAS. El incontrolable entorno digital ha modificado la postura de todos los actores de la industria musical, especialmente las discográficas. Los sellos internacionales han comenzado a ampliar sus funciones, ocupándose de facetas de la carrera del artista que antes ignoraban, como los conciertos (que además ahora se han convertido en una de las principales fuentes de ingreso de dinero).
Pero además, las empresas establecen nuevas estrategias comerciales para evitar los perjuicios que está provocando Internet. Universal Music, una de las principales discográficas del mundo, anunció que modernizará el formato CD, presentando tres nuevas líneas de empaquetado, desde ediciones de lujo hasta pequeñas cajas de cartón, para competir con los mp3.
Carlos López, presidente de Sony BMG España, pronosticó que dentro de poco, vender discos ya no representará ganancia alguna. Aquí, el director de Palacio de la Música y CD Warehouse, asegura que "a pesar de haber aumentado en forma importante la penetración de la banda ancha, y la venta de aparatos de mp3, las ventas se mantienen estables". No obstante, reconoce que "el negocio de ventas de discos físicos esta limitado en el tiempo y en el futuro solo se verá un declive hasta estabilizarse en alguna cifra que hoy no me animo a adelantar, pero espero que sea mayor que el mercado de los vinilos".
Ubal, por su parte, opina que "el disco se está volviendo cada vez más, desde el punto de vista comercial, un agente de difusión del artista y no un negocio en sí mismo. Pero todavía existe -y creo que hay para unos cuantos años más- la necesidad del público por tener "lo último de" y de salir a comprarlo. Lo que es muy cierto es que Uruguay, con su mercado pequeñísimo, es un lugar complicado para tener una compañía de discos".
Sin embargo, no todo son críticas para las descargas gratuitas. Aunque parezca contradictorio, algunos agentes de la industria han encontrado en ellas una excusa para reforzar la venta de discos. De hecho, según informó la BBC recientemente, un estudio de la firma The Leading Question señaló que quienes descargan música ilegalmente de Internet gastan cuatro veces más en la compra de discos que quienes no descargan. Algo que, de confirmarse, echaría por tierra el más grande argumento contra los p2p. A su vez, encargados de revistas de rock han asegurado que hoy venden más ejemplares que hace diez años pues el público escucha más música y tiene más información que entonces.
Hasta Jorge Drexler, célebre ganador del único premio Oscar que ostenta Uruguay, asumió que se permite bajar temas de la red antes de salir a comprar un disco. Entrevistado en el portal Montevideo.com, el músico aclaró: "por un lado está el concepto de copia privada, que es cuando una persona comparte en Internet una canción con alguien, como quien antes copiaba un cassette y lo compartía con sus amigos. Yo hago esto, y muchas veces, antes de decidirme a comprar un disco (porque al final si algo me gusta lo compro) o cuando es un disco que no se consigue, a veces escucho algunas cosas online. Eso me parece bien, y está bueno que la gente comparta mi música. También me gusta que la compren, porque así yo puedo seguir haciendo canciones y discos... Otra cosa es la piratería directa, cuando un web-site se aprovecha de mi música para vender publicidad y no me paga a mí ni a los autores, ni a los músicos ni a la discográfica que invirtió. O también cuando alguien simplemente vende en la calle un Cd pirata. Eso es robo, tan sencillo como eso. Los que participan (comprando o vendiendo) ponen en serio peligro la continuidad de la música".
Para el director de Bizarro Récords, la solución que han encontrado varias multinacionales al colgar su material es un buen elemento de promoción, siempre que no se convierta en una puerta para la descarga ilegal. De todos modos, Felder reconoce que los sellos discográficos deben encontrar nuevos modelos de negocios para mantener la viabilidad de la industria. "El mundo digital pasa a ser también una buena oportunidad. La venta de descargas digitales viene aumentando, ya sea hoy a nivel de venta de true tones para celulares así como próximamente también el full song download para estos aparatos. Nuevos conceptos de packaging pueden hacer a los productos más atractivos, y fomentar las compras impulsivas. Explorar la participación de sellos en negocios complementarios es algo que ya está sucediendo. Es común encontrar compañías que ofrecen la administración de los derechos autorales, así como el booking y el management de artistas. En Bizarro, el negocio editorial está complementando en este momento el fonográfico".
Mauricio Ubal, en tanto, recuerda que "varias empresas uruguayas ya tienen fonogramas o canciones por separado en sitios de Argentina como Faro Latino o Epsa Digital. Todavía es muy menor la venta en esos sitios. Con el tiempo se simplificarán las formas de descarga y eso agilitará las ventas. Uruguay todavía no cuenta con un sitio local, por lo que el sistema no está al alcance de todos. Se precisa una tarjeta de crédito internacional para bajar temas de portales argentinos. Esto complica la comercialización de música uruguaya a través de descargas".
Una opción legal a las "bajadas" de Internet son los sitios pagos, y el ícono en esta área es el programa iTunes, de Apple, en el que las canciones se venden a 99 centavos de dólar y se pueden descargar al Ipod o cualquier otro reproductor de mp3. El sistema está disponible en Estados Unidos y Europa, pero aún no hay una versión para América Latina. No obstante, en caso de desembarcar por aquí, el abogado Marcelo Bauzá opina que no tendría ningún problema en operar legalmente. "No veo contradicción con nuestras normas autorales. Ni tampoco la necesidad de reformular nuestras normas por este tipo de fenómeno. Si en casos concretos existe reproducción ilícita es porque no se utilizó una licencia o se aplicó incorrectamente la existente. Estos temas ya vienen solucionados desde afuera. Si la licencia autoriza a vender cada canción por un dólar, está bien".
Felder cree que, aunque el iTunes funciona bien en los mercados en que está activo, "de existir algo similar en Uruguay, las modalidades de pago existentes limitarían su éxito".
Para Ubal, "todos los sistemas son bienvenidos. Unos desaparecen, otros se afirman o se reconvierten. La tecnología va más rápido que la adaptación de las compañías a nuevas alternativas de venta. Hay que adaptarse a los cambios, correr con ellos, o desaparecemos".
Las pre-escuchas
Algunas discográficas han puesto operativas las "pre-escuchas". ¿De qué se trata? Las empresas ofrecen los discos que estén promocionando íntegramente en la web, para que el público pueda escuchar las canciones antes aún de que se pongan a la venta. La premisa parece ser: "si no puedes con tu enemigo, únete a él".
Lo cierto es que estas "pre-escuchas" vienen a levantar el mercado ya que frente a los intercambios p2p, nadie compra un Cd sin tener una noción de qué es lo que va a escuchar.
En junio pasado, la discográfica española Aloud Music colgó en Internet el álbum del grupo catalán Ghouls n´ Ghosts tres meses antes de que el disco se pusiera a la venta. La compañía aseguró que en apenas unos días, 2.800 personas escucharon el trabajo vía la red.
Cine ilegal en casa
"Yo sé que es ilegal, pero tengo que vivir". El razonamiento viene de una mujer de 31 de años que se dedica a vender a películas pirateadas en cuatro ferias de Montevideo. La joven, que no da su nombre por razones obvias, alquila un apartamento, tiene pareja y dos hijos; toda la familia se alimenta de la piratería y de la ropa que van a buscar a Buenos Aires y venden en ferias o en su casa.
Ella trabajaba en una zapatería que se fundió en 2004. "Ganaba bien", recordó. Llegó a la piratería por consejo de un amigo que ya lo hacía; estaba desempleada y con la liquidación de sueldo en la zapatería se compró una computadora con grabadora de DVD. "No sabía nada de eso, pero me fueron enseñando, me fui metiendo", dijo respecto a su habilidad con el PC, aunque reconoció que es fácil.
Rara vez "baja" ella misma de Internet las películas que vende. Compra la primera copia a otro y después genera las que necesita. De las más taquilleras, reconoció, hace unas 100 copias y "se las llevan todas". Ahora ya tiene dos copiadores de DVD y "terceriza" parte del trabajo en dos amigos, que también tienen los equipos, y le copian para ella.
"Las películas más taquilleras son las más difíciles de conseguir, porque las grandes empresas se cuidan mucho", dijo. Por lo general, son esas las que se venden con menor calidad porque se graban directamente del cine. "La grabación en cine la hacen en México o España; por eso, a veces, las películas dobladas truchas vienen con el acento gallego o mexicano", agregó.
La mujer no quiso decir cuánto gana con la piratería, aunque dice que le da para vivir. Calculó que el costo por cada DVD es de entre 12 y 15 pesos, contando el virgen, el costo de la primera copia y el sobrecito. La mayoría las vende a 50 o 60 pesos, salvo las más taquilleras, que salen entre 80 y 100 pesos.
NEGOCIO. Un día de invierno del año pasado llegó la policía a su casa, de sorpresa. Y mientras su novio los entretenía en la puerta, ella sacó las copiadores de DVD de la computadora y las escondió dentro de la lavarropas. "Zafé, pero en verdad, creo que me querían asustar", dijo. Lejos de eso sigue con el negocio.
Como consecuencia de estas realidades es que la industria cinematográfica también comenzó a buscar estrategias de supervivencia. El pasado 19 de julio, el sitio web de cine CinemaNow lanzó un servicio sin precedentes que permite a los estadounidenses descargar legalmente films de Hollywood y grabarlos en DVD. Ya se ofrecen más de 100 películas que pueden ser descargadas y grabadas en DVD a través de computadoras. Películas de estudios como Buena Vista, MGM, Sony Pictures y Universal están disponibles a un rango de precios que va de 8,99 a 14,99 dólares.