MIGUEL BARDESIO
Hace 150 millones de años había un gran desierto que cubría el norte de Uruguay y llegaba hasta San Pablo. Entonces, Sudamérica se estaba separando de África y de la ruptura emanó el mayor derrame de lava que conozca el planeta, lo que cubrió y mató casi todo lo que había del desierto, llamado ahora Botucatú.
Una franja muy pequeña, sin embargo, se salvó de la catástrofe. Conocida en geología como Formación Tacuarembó, va desde la capital del departamento, pasa por Rivera y llega a la frontera con Brasil. Allí, el paleontólogo Daniel Perea y un equipo de Facultad de Ciencias salieron a buscar fósiles de la vida en Botucatú y finalmente los encontraron. Hasta ahora sacaron unos 50 dientes de dinosaurios carnívoros de todo tamaño, dientes de tiburón, de cocodrilo, caparazones de grandes tortugas y almejas y escamas de varios peces, algunos con pulmones, preparados para salir del agua o aguantar sequías.
"Era un desierto muy árido con muchas dunas, pero había también lagunas y ríos efímeros y es, en esos ambientes, donde encontramos los restos", dijo Perea.
El hallazgo remite a los animales más antiguos de los que se tenga noticias fósiles en el territorio uruguayo. Y es, a la vez, la comprobación definitiva de que existieron en Uruguay dinosaurios carnívoros, pues hasta ahora las evidencias eran fragmentarias.
Los dinosaurios de Tacuarembó eran en su mayoría raptores, aquellos veloces y temibles de la película Parque Jurásico. Por el momento, se encontraron dientes completos que van de 2 a 4 centímetros de largo, lo que supone animales de hasta 3 metros de altura. Hay, sin embargo, fragmentos de un diente mucho mayor que hace sospechar la presencia de un gran carnívoro, similar al gigantosaurio descubierto en la Patagonia, una mole carnicera de 13,5 metros de altura y 10.000 kilos de peso, mayor que el tiranosaurio rex.
Por ahora, las excavaciones continúan y están buscando algún hueso o pisadas, mejores fósiles para determinar con exactitud las especies y la antigüedad, dijo Perea. "Lo que más aparece son los dientes, porque son más duros", agregó.
Y los dientes más abundantes son los del tiburón de agua dulce de nombre científico Priohybodus, y que medía como mucho 1,5 de largo. También aparecen fósiles de este tipo en África, lo que ocurre prácticamente con todos los hallazgos de la Formación Tacuarembó, pues los continentes estaban unidos en una gran masa de tierra que recibía el nombre de Gondwana e incluía también a Australia, India y Antártida.
Los cocodrilos eran más grandes que los actuales y tenían una cabeza estrecha. De ellos han aparecido huesos, y de los peces, escamas.
De este ecosistema acuático se alimentaban los dinosaurios hasta que toda esa vida del desierto terminó con el derrame de magma.
Ahora, el suelo de Tacuarembó y parte de Rivera está compuesto de arenas y areniscas. donde se pueden encontrar dudas fosilizadas y sectores de arenisca blanca, indicador de una laguna prehistórica. Y los cerros chatos, como el Batoví, son elevaciones en su momento desérticas a las que la lava les puso un sombrero de roca basáltica.
El sistema acuático del desierto quedó bajo un kilómetro de basalto (lava solidificada) y no es otra cosa que el acuífero Guaraní y la fuente de aguas termales del norte del país, explicó el geólogo César Goso. O sea, cuando uno va a las termas se baña en la misma agua en la que andaban, bebían y cazaban los dinosaurios.
"Como la Formación Tacuarembó es más alta, llueve, el agua se filtra por las arenas y se recarga el acuífero", agregó Goso. A la capa de basalto, que cubre el 80% del norte del país se la conoce como Formación Arapey.
Del resto del territorio que luego fue Uruguay, 150 millones de años atrás, poco más se sabe. Seguro, todo era bien distinto, cuando desde el vamos no existía el océano Atlántico y el río Paraná, uno de los más antiguos de la región, desembocaba hacia la cuenca del Amazonas (donde no había selva, sino pradera) y de allí al río Níger, en África.
ERA MAMÍFERA. La era geológica Mezosoica comienza hace 245 millones de años y termina 65 millones de años atrás. Está dividida en tres sub-eras, conocidas como Triásico, Jurásico y Cretácico. En el límite entre estas dos últimas vivieron los dinosaurios de Tacuarembó.
Hasta ahora, los fósiles de dinosaurios encontrados en Uruguay eran de animales fundamentalmente herbívoros, de esos cuadrúpedos, de cola y cuello largo, cabeza pequeña, de los más grandes que llegaban a pesar hasta 80 toneladas. "Se han encontrado en varios departamentos, Colonia, Río Negro y Soriano", dijo Perea.
Y todos tienen una antigüedad estimada en los 70 millones de años, o sea, ya cercanos a la extinción, que se produjo al fin del Cretácico, hace 65 millones de años.
La principal hipótesis refiere a un presunto impacto de meteorito que terminó con estos enormes animales, los más grandes que hayan existido jamás. Los mamíferos, que convivieron con los dinosaurios sobrevivieron a la catástrofe.
Perea aseguró que están buscando algún fósil mamífero en la Formación Tacuarembó, tarea más complicada pues los mamíferos de entonces eran muy pequeños, del tamaño de un ratón.
Fue recién luego de la gran extinción que los mamíferos crecieron y se desarrollaron.
Martín Ubilla, también paleontólogo de la Facultad de Ciencias, aseguró que los fósiles de mamíferos más antiguos encontrados en Uruguay datan de 25 millones de años de antigüedad. Han aparecido en la llamada Formación Fray Bentos, que va desde esa ciudad hasta bien adentro en el Río de la Plata, que por cierto no existió como tal sino hasta 11.000 años atrás. Toda esa zona era tierra firme, con el cruce de algún arroyo.
"Los más abundantes son los notoungulados, algunos hacen recordar a zorros o liebres", explicó Ubilla. Notoungulados significa ungulados del sur, una familia de animales hervíboros ya extinta cuya particularidad era la de apoyarse y caminar con el extremo de los dedos, que a la vez estaban revestidos de una pezuña, similar a los caballos actuales.
También de 25 millones de años aparecieron restos de fororracos, temibles aves similares a avestruces que no volaban, podían medir hasta 4 metros de alto, eran carnívoras y comían mamíferos del tamaño de un perro. "Eran los grandes predadores del momento", dijo Ubilla.
Existen evidencias de que el territorio que hoy es Uruguay tenía grandes praderas, aunque tal vez más áridas y frías en la noche.
Los fósiles más abundantes son del Pleistoceno, era geológica que va desde 1,8 millones de años atrás hasta 10.000.
Hace unos meses apareció en Montevideo una mandíbula completa de un "mastodonte", las comillas valen porque en verdad era un pariente llamado gonfoterio, primo a la vez del elefante. La mandíbula fue fechada en 17.500 años de antigüedad.
Apenas un representante de lo que se conoce como la megafauna sudamericana, animales de hasta 8 toneladas que habitaron también el territorio uruguayo.
VISITANTES. Un momento clave fue el istmo americano, es decir, una unión entre Norteamérica y América del Sur que se produjo hace 1,5 millones de año. Entonces, llegaron los gatos como el puma, jaguar y el tigre dientes de sable, un felino de 400 kilos de peso y dos incisivos de más de 10 centímetros de largo. Varios cráneos de este animal han sido encontrados en Uruguay.
Otros integrantes de la megafauna son los gliptodontes, similares a tatúes, pero de caparazón rígida, varios metros de largo y 1,5 de alto. Los perezosos terrestres fueron animales que podían pararse en dos patas y pesaban hasta 6 toneladas.
Hay registro también de camélidos (llamas y caballos primitivos) ciervos gigantes, osos y toxodontes, una especie similar al rinoceronte, pero sin cuernos.
Todos ellos empezaron a morir y se extinguieron definitivamente 7.000 años atrás. El hombre había entrado a Sudamérica unos 5.000 años antes y por ahí va una hipótesis: nosotros los aniquilamos. Sin embargo, "hasta ahora no hay evidencias de que el hombre haya sido determinante. Se sabe que comió gonfoterios ("mastodontes"), camélidos y tal vez, algún gliptodonte, pero poca cosa más", dijo Ubilla.
LLEGA EL HOMBRE. No está claro cuándo llegó el hombre a América, que había nacido en África hace 1,5 millones de años. La principal hipótesis es que ingresó por el estrecho de Bering hace unos 17.000 años, aunque otros investigadores no descartan otras vías.
En Uruguay, los primeros rastros humanos datan de 11.500 años de antigüedad y fueron encontrados en la década del `70 en Salto, dijo el arqueólogo José López Mazz.
En ese momento, el clima era semidesértico y lo que hoy es el Río de la Plata era una gran zona arenosa que unía Uruguay con Argentina y que tenía lagunas, arroyos y bañados. "Era de gran productividad; hoy los pescadores sacan a veces caparazones de gliptodontes y otros animales prehistóricos en las redes", dijo López Mazz.
Recién hace 11.000 años termina la última glaciación y sube el nivel de los mares.
López Mazz y su equipo de arqueólogos están excavando hace 20 años en Rocha para conocer los primeros pobladores de la costa atlántica y las evidencias más antiguas de presencia humana allí datan de 9.000 años atrás. Esos pioneros eran grupos de cazadores que venían del norte del país, por lo que tenían una movilidad muy grande.
Más tarde, hace 5.000 años, ya hay detectados asentamientos más permanentes, que pasan los veranos en la costa, donde cazaban lobos marinos. En otoño van a los palmares donde comen el butía y en invierno, se quedan en los bañados, donde hacen cerritos como marca de territorio y para poner a salvo sus asentamientos de aguas inundables. Los "Cerritos indios", algunos de hasta 7 metros de altura, implicaron una gran mano de obra, lo que habla de una sociedad muy organizada.
Mientras, el nivel del mar va y viene y es muy probable, estimó López Mazz, que gran parte de las huellas de aquellos primeros pobladores esté ahora bajo agua.
Pasarán miles de años hasta que algún marino europeo pise tierra en costas uruguayas y allí empieza la historia escrita, apenas unos segundos contra todo el universo anterior.
¿Cómo se buscan los fósiles?
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Por más prolífera que haya sido la vida prehistórica, los fósiles no se encuentran en cualquier parte. Se debe saber la composición geológica del suelo para conocer cómo y cuándo se formó la roca o arenas que lo componen. En Uruguay, hay rocas desde antiguas hasta modernas por lo que, en teoría, es un territorio fosilífero de varias eras. Sin embargo, se deben examinar los suelos donde se generan condiciones aptas para la conservación. En general, esas regiones son cuencas, de las que hay varias, como la del Río Santa Lucía, una de las más investigadas. Está el freno de los limitados presupuestos con que cuentan estas investigaciones.
Las excavaciones de Daniel Perea en Tacuarembó fueron financiadas por la Dirección Nacional de Ciencia y Tecnología y la Jurassic Foundation. Además de Perea y Ubilla, participaron los paleontólogos Matías Soto, Alejandra Rojas, Mariano Verde y los geólogos Gerardo Veroslavsky y César Goso. Facultad de Ciencias, Intendencia de Tacuarembó, la Comisión Sectorial de Investigación Científica, el programa Pedeciba y el Ministerio de Transporte aportaron infraestructura y recursos.