A tijera y pincel se apronta el carnaval

| Los maquilladores y vestuaristas de la fiesta cuentan sus secretos: llevan meses trabajando 12 horas diarias y hasta sueñan con los trajes. El costo: US$ 6.000 sale vestir una murga.

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"El vestuario tiene que estar al servicio de la temática o propuesta... y el maquillaje del vestuario", dice un jurado. "Sobre todo evalúo la creatividad".

CATERINA NOTARGIOVANNI

Las ideas están definidas: los grandes grupos de poder (los masones, la prensa, las novias de los murguistas), un cuplé homenaje al novillo caído cuando se fugó del puerto buscando su libertad, una parodia basada en la película El cadáver de la novia y otra que enlaza la vida de Antonio Vivaldi con la del relator Carlos Solé, la creación del Partido Transparente, el drama de personas atrapadas en distintos problemas existenciales y las variantes modernas de familia. Los textos -que le dan sentido y cohesión a esas ideas- también están prontos, aunque todavía deben ser pulidos noche a noche en los ensayos; al igual que los coros y la danza.

Pero no alcanza con hacer buena letra para montar un espectáculo de carnaval: a esas ideas hay que vestirlas. Y maquillarlas. Sin eso, no hay caracterización posible. ¿Acaso hay algo menos mágico que ver un ensayo con los murguistas en vaqueros y remerita?

Aportar parte de la magia es la misión de Mariela Gotuzzo, Paula Villalba, Iván Arroqui y José Dorta. Con altas dosis de creatividad y extensas jornadas de trabajo, estos profesionales tienen en sus manos (y en sus tijeras) la responsabilidad de diseñar el vestuario que dará vida a los personajes. Nada más y nada menos.

Presentación. Si bien Mariela Gotuzzo daba sus primeros pasos en el arte a los 12 años, cuando "andaba con un maletín maquillando en forma exagerada a todo el mundo", no pensó en dedicarse al maquillaje hasta que se casó con un murguista. Su debut fue en el carnaval de 1993. Hoy trabaja en los últimos detalles del vestuario de Demimurga y de Galileos (parodistas debutantes). Además, es la encargada de maquillar a la murga A Contramano. Se define como artista plástica.

Demimurga basa su espectáculo en la aparición del Partido Transparente: "No por convicción sino por austeridad: fijate que si es transparente, todo lo que se ahorra en bandera, pinturas, sedes", explica su letrista, Christian Font. En función de eso, Gotuzzo diseñó un vestuario sobre la base del blanco. "Tiene nylon, transparencias, tules... todo con distintas texturas para dar la idea", dice mientras acomoda el traje del director, que le llevó 20 horas de trabajo.

Galileos comienza su espectáculo asumiendo que están muertos ("porque no nos conoce nadie", dice su codirector artístico Fabián Romano) para luego enganchar con una parodia sobre el El cadáver de la novia, que a su vez conecta con un símil entre ellos y The Beatles. Por tanto, ropaje de muertos caricaturizados y trajes de los años 60 reciclados y comprados en EMAUS -asociación que colecta artículos en desuso y los vende- serán de la partida.

En el taller de Iván Arroqui, siete personas pegan los fideos pintados de dorado que brillarán en los trajes de La Gran Siete. "Ellos en la presentación hablan del nacimiento del sol y de la puesta en la retirada; por eso queremos generar esas distintas etapas, con sus colores y sus formas", explica Arroqui; vestuarista proveniente del ámbito teatral y conocido por su labor hasta el año pasado en el vestuario de La Mojigata. En este 2009 tiene además a su cargo la vestimenta de Queso Magro. "En este caso, apuntamos mucho más a la expresión del cuerpo en el movimiento, por eso usan mallas y están mucho más expuestos", dice. La Gran Siete no tiene hilo conductor y el saludo es muy breve. Los cuplé hablan del Hombre Ardilla, de las letras de canciones, de la realidad política y homenajea al novillo caído cuando se fugó del puerto. "La retirada es bastante en joda", dice Guillermo Lamolle, letrista y director responsable. Queso Magro se explaya sobre los grandes grupos de poder y hace un homenaje al Chuy en la retirada, explica Diego Waisrub, letrista.

Paula Villalba es egresada de la opción diseño de la Emad. Sus creaciones para A Contramano (murga) y Nazarenos (parodistas) fueron premiadas en 2007 y 2008 respectivamente en la categoría Mejor Vestuario de Carnaval. Este año intentará repetir con ambas agrupaciones.

Las referencias de vestuario para A Contramano (cuyo espectáculo caricaturiza las mutaciones que ha sufrido el rol de la familia en la sociedad) van desde la familia de la novela Cien años de soledad hasta la estética de Emir Kusturica. "Está todo muy mezclado: hay referencias teatrales, de películas, de libros... se hace un acopio gigantesco de material que decanta en los diseños", explica Villalba a propósito de un vestuario que incluye 70 telas diferentes en cada traje.

Para Nazarenos trabaja en conjunto con la familia Villalba (no tienen parentesco alguno), dueña de los parodistas que este año llevará a escena el espectáculo Las cuatro estaciones. En la celebración de los 10 años de Nazarenos, Antonio Vivaldi y Carlos Solé serán las temáticas. En total diseñará unos 140 trajes con criterios bien distintos a los de la murga: "El parodista tiene el cambio rápido y permanente de personajes. O sea que tiene que ser una ropa que tenga un diseño particular donde está mucho más avalado el brillo, el color, y tiene que ser fácil de cambiar. Además, debe poder bailar, cantar y actuar", explica.

José Dorta hace de todo: diseña el vestuario, los sombreros y el maquillaje de La Gran Muñeca, los apliques de Ecos del Camión (lubolos), los sombreros de La del Estribo (murga), maquilla a Los Diablos Verdes y hace dos muñecos de tres metros cada uno para Caballeros (parodistas).

Para el caso de La Gran Muñeca, cuyo espectáculo habla de personas atrapadas en los problemas existenciales de los uruguayos, Dorta diseñó apliques que continúan por encima de la cabeza y que en su parte superior se abren dejando salir los miedos. "Son como macrocéfalos, el sombrero está muy adherido a la cabeza y a partir de allí continúa para abajo. Por eso, el maquillaje va a tener mucho que ver", señala desde su taller-escuela de la calle Gaboto. Los bocetos primarios surgieron en una reunión con la murga. "Ellos iban tirando la idea y yo metía lápiz. Luego en casa hice cambios. Siempre les digo a mis alumnos que el primer diseño lo arrollen y lo tiren a la basura. Ese nunca llega al final", cuenta Dorta, que se define como retratista. Además estudió pintura, dibujo, escultura e hizo un curso de maquillaje sobre deformaciones en látex.

Complementarios. El vestuario y el maquillaje son claves en la caracterización de la historia. Ahora ¿se piensan en simultáneo o una cosa lleva a la otra? En este punto las opiniones tienen matices. Iván Arroqui no piensa en el maquillaje cuando diseña la ropa, lo considera una etapa posterior: "Es como que después va surgiendo. También tiene que ver con los textos y con lo que se va haciendo porque a veces el maquillaje puede, como criterio, ir divorciado del vestuario, no tiene porqué fusionarse. Puede ser que el criterio, por impacto visual o por algo, sea contrapuesto", señala.

"Yo lo pienso conjuntamente porque vos pensás un personaje, no pensás un traje. No lo podés separar, no lo puedo diseccionar si no veo cómo tiene la cara", señala Paula Villalba. "El tema es que después otro artista lo hace y hay que dejar terreno para que esa persona piense su idea", agrega.

Para Mariela Gotuzzo, vestuario y maquillaje van acompañados. "Cuando estoy haciendo los trajes, el maquillaje va apareciendo. En el caso de Demimurga y Galileos, como hago las dos cosas, ya como que sale solo", afirma. Cuando sólo hace maquillaje se contacta con el vestuarista, va a los ensayos, habla con el letrista y por último bocetea lo que hará en las caras. Eso sí, aclara: "Siempre el maquillaje debe estar a disposición del vestuario".

El grueso del trabajo de José Dorta es como maquillador, por tanto también debe interiorizarse de los contenidos para poder pensar en el diseño. "El maquillaje tiene que aludir a la propuesta, tiene que tener que ver con el vestuario, con los colores y tiene que tener que ver con el puestista porque hay que saber cuántas salidas tienen cada uno de los componentes, si se tienen que cambiar, por ejemplo. Sólo así se puede saber qué aplicar y cómo", indica. Dorta considera que es más complejo maquillar que diseñar vestuario. "Porque es lo que une todo, es lo que hace de amalgama. El maquillaje condiciona. Si vas a maquillar a alguien caracterizado de violento, hay que usar colores que generen violencia", afirma.

A Gotuzzo el vestuario le da más posibilidades creativas: "He transgredido mucho con el maquillaje y en este momento siento que tiene cierto tope. En cambio, el vestuario es infinito, siempre encontrás nuevos elementos. Igual estoy incursionando en otras cosas", dice, pero no da detalles.

En promedio, estos artistas diseñan y confeccionan un vestuario en un mes y medio, dos meses, en jornadas de 12 o 14 horas. A veces más, según cuenta Paula Villalba: "Yo sueño con los trajes y me desvelo pensando en pasarle una lijita acá o que tengo que decirle a Luis que está muy pesado ese sombrero", dice al tiempo que se queja de su cara de cansancio.

Después de tantas horas de trabajo y dedicación, es de esperar que los integrantes de las agrupaciones cuiden sus trajes. Sin embargo, no todos se muestran atentos. "Parece mentira, pero hay gente que los deja tirados, aunque hay de todo, algunos son repreocupados porque les gusta verse bien. Igual nunca me pasó que venga un traje rasgado o manchado", recuerda Arroqui.

"Nos pasa que después del trabajo que pasamos, los tipos te tiran todo. Son amigos queridos y está todo bien, pero igual. El parodista cuida porque es más coqueto. El murguista lo es pero con otro perfil. Los parodistas son más jóvenes y tienen como más cuidado personal. Ahora, el murguista es tremendo. Hemos escrito carteles pidiendo por favor, les hemos asignado sitios a cada cosa con los nombres y cuando llegamos encontramos todo tan apelotonado que te querés morir", dice Villalba.

Según Gotuzzo, los murguistas en general no son cuidadosos y acota: "Los de Demimurga van a tener que serlo con este vestuario blanco". Así que además de los desafíos de rigor, este año tendrán uno adicional: llegar impolutos al final de concurso.

La escasa variedad de telas desafía la creatividad

La calidad y tipos de telas son un factor fundamental en el diseño de cualquier vestuario. En este sentido, todos los entrevistados manifestaron tener algunas dificultades, sobre todo en lo que respecta a la variedad.

"En general casi todo el mundo labura con el mismo material porque la plaza nuestra es muy chica. Por eso hay que ser creativo. Ahora tuve que ir a reponer unas telas y de algunas ya no había, las habían vendido y parece que vienen el mes que viene. Para resolverlo tengo que recorrer todo Montevideo o hacer algunos cambios que se ajusten al plan", cuenta Iván Arroqui.

Para Paola Villalba, la disponibilidad es un problema: "Como no tenemos fábricas propias hay muy poca cosa... Lo que también pasa mucho es que las telas se reiteran. Vos vas a ver una actuación y ves el mismo paliet, el mismo lamé", señala, y cuenta que ahora mismo está lidiando con unas telas que después de teñidas encogieron 42 centímetros en el ancho. Para cada traje de A Contramano, Villalba utiliza 70 telas diferentes, la mayoría retazos que consiguieron en "el mercado alternativo" y que debieron pasar por la lavarropas de la mugre que traían.

La condición de país gris es para Mariela Gotuzzo, una fuente de dificultad extra: "Claro, el que va a importar telas arriesga con lo más clásico. Entonces salgo a buscar telas a partir del diseño y con la idea en la cabeza, pero después tenés que ver qué es lo que encontrás. Hay poca variedad pero con ingenio podés duplicarla o triplicarla. Cuando no hay ingenio ves repetidas las mismas telas".

José Dorta también habla de reiteración en las telas, pero lo atribuye al hecho de que existe un crédito gestionado por Daecpu (gremio que nuclea a los directores de las agrupaciones) mediante el cual se puede acceder al material sin pagar al contado. El problema es que dicho beneficio sólo está disponible en un par de casas, lo que colabora en la repetición.

A modo de ejemplo: para elaborar los trajes de La Gran Siete, Arroqui compró 100 metros de tela. Idéntica cantidad de forro usó Mariela Gatuzzo para decorar la ropa de Demimurga. Dicho forro fue quemado con una pistola para darle un efecto diferente.

Dorta: "Siempre les digo a mis alumnos que el boceto primario lo arrollen y lo tiren".

Las cifras

6.000 O 7.000 dólares es lo que cuesta en promedio vestir a una murga. En el caso de los parodistas, las cifras pueden alcanzar los US$ 14.000.

140 Es la cantidad de trajes que se confeccionan para los parodistas. En una murga es menos porque muchas veces es la misma base con distintos apliques.

"Esto no es el carnaval de Río"

¿Con qué criterios se juzgan las categorías vestuario y maquillaje? La respuesta la tiene el jurado del rubro, el estilista Heber Vera: "El vestuario tiene que estar al servicio de la temática y el maquillaje del vestuario. Por lo general evaluás sobre todo la creatividad, buscando siempre que ésta no tenga que ver con que lleve más o menos brillo, porque en años anteriores todo lo que era lentejuelas fascinaba y al final íbamos a terminar como en el Carnaval de Río; y nosotros no tenemos nada que ver", explica. Además se considera la calidad de las telas, "pero no porque me digas que vas a usar un lamé o un chiffon. De repente podés usar una arpillera o una bolsa de nylon si la creatividad justifica la calidad de la materia para hacer el vestuario", señala.

Sobre el maquillaje, Vera dice que es una caracterización. "Ahora, vos podés caracterizar perfectamente a Gandhi o a Gasalla, pero el maquillaje va mucho más allá. Tiene que ver en sus formas, tiene que ver con la propuesta y sobre todo, en cómo se mantiene durante el espectáculo. Porque algunos empiezan maravillosamente pero a la media hora, con la transpiración, se desdibujó y cuando bajan no tiene nada que ver a como estaban cuando subieron", afirma.

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