Restó muy Sui Generis en el Este
La puertita blanca del garage no vaticina para nada lo que se encontrará dentro: lámparas de pie pegadas al revés desde el techo, mesas y sillas en igual posición, chapas de automóviles antiguos, zapatitos colgados de los dueños cuando eran chicos, patas de ranas en otra pared, un esquí acuático por otro lado, relojes antiguos. El diseño y la decoración de "Sí, querida" -así se llama el restaurante en la entrada de Maldonado- es obra de sus propietarios, Santiago Martín Marrero y Natalia Maga. El nombre del restó tiene su historia en la paciencia de Santiago cuando Natalia continuaba metiendo cosas y más cosas en la pequeña sala. Lo último fue un aparador: "Sí, querida", contestó el chef con enorme paciencia y allí cargó con el antiguo armatoste. De ahí quedó, pero su letrero no está afuera como es habitual en cualquier espacio gastronómico. "Nos fue tan bien desde un comienzo sin letrero, que vamos a seguir así, que nos vayan descubriendo", cuenta Natalia. Fue el boca a boca de las exquisiteces que allí se saborean lo que hace que todas las noches haya cola esperando para ubicarse en una de las 33 sillas que hay para comensales de paladar superior. Ninguna de las mesas está al mismo nivel, y las sillas son prácticamente todas diferentes. El chef es el propio Marrero, quien elabora en horno de leña (también construido por él) una tarta de mariscos que nadie olvida, unas empanaditas de cordero deliciosas, burritos y quesadillas mexicanos para el deleite, todo bastante abundante ya que el chef odia eso de pequeñísimas porciones. Una cena (sólo está abierto en la noche) no asciende a más de 200 o 250 pesos por persona. "Sí, querida" se ubica en Ventura Alegre 236 frente al Hospital de Maldonado.