Pittamiglio prometió volver

| El castillo del alquimista cumple 100 años. Entre sus paredes, que esconden símbolos y leyendas asombrosas, hoy la cultura ocupa un lugar primordial.

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CARLOS TAPIA

Ala entrada del Louvre hay una inmensa escalera. Y tras el último escalón aparece la primera escultura. Se trata de La Victoria alada de Samotracia -más conocida como Victoria de Samotracia-. Aunque parezca extraño, los uruguayos no tienen nada que envidiarle a ese instante de éxtasis que propone el museo parisino. Pues, en la rambla montevideana, una réplica casi idéntica engalana la fachada del emblemático Castillo Pittamiglio.

Entre obras de teatro para niños, talleres de narrativa y pintura, conciertos de jazz y música lírica, y visitas nocturnas con ilusionismo y degustación de finos vinos, el edificio cumple 100 años. Lo hace ateniéndose al legado que el ingeniero, arquitecto, matemático, edil, ministro interino de Obras Públicas y alquimista dejó al morir. Pidió, en un documento que adjuntó a su testamento, que el sitio sirva para la realización de actividades culturales. Sin embargo, aclaró que la residencia le deberá ser devuelta el día de su reencarnación.

Soltero y sin hijos, Pittamiglio, que nació en 1887, era descendiente de inmigrantes italianos. Ellos lo bautizaron Umberto. "Él después le agrega la hache porque es la octava letra del abecedario; además, de esta manera su nombre quedaba con ocho caracteres. Este número tiene un significado particular para los alquimistas: es la unión del cielo y la tierra y, también, en posición horizontal simboliza el infinito", señala la directora del Espacio Cultural Castillo Pittamiglio, Patricia Olave.

Humberto, entonces, que se inició en la alquimia con Francisco Piria, uno de los primeros maestros de la disciplina en América Latina, construyó la estructura llenándola de simbología. Comenzó la obra en 1910 y la continuó hasta su muerte, en septiembre de 1966.

Desde 1996 la Asociación de Promotores Privados de la Construcción del Uruguay (APPCU) trabaja reformando el castillo. "A fin de año pensamos tener pronta toda la parte abierta al público -agrega Olave-. Fuimos refaccionándolo por pisos. Cuando lo agarramos era intransitable. Falta arreglar la torre mayor y algunas habitaciones".

Símbolos. En la fachada del edificio se puede ver lo que, alquímicamente hablando, se conocería como la nave espiritual. "Él coloca la Victoria de Samotracia allí para que lo proteja en su viaje hacia la transmutación", señala Olave. Este término se suele relacionar con la conversión de un elemento químico en otro -los alquimistas sostenían que a través de la piedra filosofal se podía transformar al plomo en oro; desde el descubrimiento del átomo se sabe que esto es químicamente imposible-. De todos modos, Pittamiglio, a través de la escultura, intentaba simbolizar otro tipo de alteración: la espiritual.

"La transmutación del alma es la que menos se conoce. Se resume en lo que es la creación del `hombre nuevo`. Esto también tiene que ver con la búsqueda de la panacea universal -un medicamento capaz de curar todas las enfermedades, con el que uno podría ser joven siempre-. Este vocabulario se hizo ahora popular a partir de las películas de Harry Potter; los niños que visitan el edificio lo relacionan con ellas", relata la directora del Castillo.

Todo detalle de la estructura tiene su porqué: cuadrados -que representan la materia-, círculos -que simbolizan el espíritu- y la mezcla de ambos, el octógono -que hace alusión a la transmutación-. Entre los recovecos también se esconde una gran cantidad de flores de lis, que son para los alquimistas la unión de tres conceptos fundamentales: cuerpo, mente y alma. A su vez se ven flores de cuatro pétalos, alegoría de los elementos: tierra, fuego, aire y agua. En tanto, las habitaciones donde solía estar Pittamiglio están construidas de madera, pues él sostenía que le permitía una mejor conexión energética. El castillo también cuenta con simbología masónica, como la cruz de los templarios, supuestos cuidadores del Santo Grial.

Espectro. "Más que de un fantasma se habla de un espíritu. Nosotros tenemos algunos compañeros que cuando suben a la parte de las habitaciones sienten algún paso, o una presencia. Hay gente que no quiere andar por ahí sola", relata Olave, en referencia a la leyenda de que Pittamiglio aún deambula en el viejo castillo. Ella, por su parte, dice sentir un "halo protector". Y sostiene que el alquimista acompaña las actividades culturales que se realizan. "Es lo que él pidió, y se está haciendo", manifiesta la directora.

Otras construcciones del artista, algunas junto al ingeniero Adolfo Shaw, son la Facultad de Agronomía, el liceo IAVA, el Hospital de Clínicas y la heladería Cantegril. De igual manera que el arquitecto donó este edificio a la Intendencia Municipal de Montevideo, legó a la de Maldonado otro, que también se llama Castillo Pittamiglio, en el balneario Las Flores. Sus muebles fueron entregados, también por orden de él, a las Hermanas de Caridad Hijas de María del Huerto. Es por eso que no se conservan sus pertenencias, a no ser por una réplica de La Piedad de Miguel Ángel, cuyo original está en la Basílica de San Pedro en el Vaticano.

La reconstrucción del Castillo se realiza tomando en cuenta la estructura original. Sin embargo, lo primero que se edificó fue un moderno salón, inexistente en el edificio que creó Pittamiglio, para la realización de actividades artísticas. El último sábado de cada mes se llevan adelante conciertos de música lírica. En los espectáculos se ejecutan obras de Bizet, Mozart y Schubert, entre otros. También, bajo la dirección de Daniel Salomone, se prepara, para vacaciones de julio, la obra La Princesa y el Jorobado. Las expresiones culturales se multiplican en el Castillo y, al menos hasta que Humberto decida reencarnar, esto seguirá siendo así.

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