Hay aspectos cotidianos que conforman la estructura de consumo de los hogares que a lo largo del tiempo se modifican, alterando las condiciones de mercado. El conocimiento de los detalles de la estructura de consumo privado y su evolución en el tiempo puede servir para objetivos tan disímiles como ayudar a entender el impacto de las políticas públicas que persiguen el objetivo de redistribuir la riqueza y el diseño de estrategias comerciales en las empresas privadas.
Al mismo tiempo, tomar distancia de lo cotidiano y observar las pautas de consumo actual comparadas con las de una década atrás, permite aquilatar lo relevante que pueden resultar estos cambios. Hoy tratamos la Encuesta Nacional de Gasto e Ingreso de los Hogares elaborada por el Instituto Nacional de Estadística entre 2005 y 2006 (ENGIH 05/06), un hito estadístico que servirá como base para todos los desarrollos en la próxima década. Efectivamente, el antecedente inmediato es la ENGIH 94/95.
Ese período de poco más de once años, fue testigo de cambios importantes en materia de consumo. Basta recordar que para vacaciones de julio en aquel momento había que llevar a los chicos al cine en el centro de Montevideo. Tampoco existían las corridas de 10 km por la rambla que pueblan la agenda de estos meses primaverales. Es más, los pocos deportistas que hacían "jogging" escuchando música, debían recurrir al walkman en lugar del mp3. Ni que hablar de la evolución en teléfonos celulares y computadoras.
Saliendo de los bienes y yendo a los elementos económicos, había un menor número de asentamientos y mayor integración social. La inflación era sustancialmente mayor (40% contra 10% anual actual) y ello cambiaba hábitos de ajuste de precios: los salarios públicos y las pasividades ajustaban cada cuatro meses. Los shopping centers y las grandes superficies recién iniciaban su tendencia ascendente como lugares preferidos para hacer las compras.
Aprovechando la información preliminar de la ENGIH se puede conocer más cómo consumimos los uruguayos hoy y compararlo con lo que sucedía en la década pasada. De la misma forma, viendo las diferencias entre Montevideo e Interior, se puede considerar qué puede pasar con el consumo en el futuro a raíz de todo el desarrollo descentralizado que está experimentando el país. Otra dimensión interesante para comparar es la que hace a la distribución del ingreso y para ello se dispone de información por tramo de ingreso per cápita de los hogares, por ejemplo las diferencias entre el 10% más pobre (primer decil) y el 10% más rico (décimo decil).
Los cambios estructurales se dan gradualmente por la fuerza combinada de: a) variables económicas típicas como el ingreso de los hogares y los precios; b) elementos de corte social como edad, educación, cantidad de hijos y nivel de urbanización y c) la oferta disponible y los gustos de las personas. Todos estos elementos deben ser tomados en cuenta al momento del análisis que iremos realizando por los principales componentes del consumo, tal como se identifican en el Cuadro Nº 1.
ALIMENTOS. Para poder apreciar la presencia de posibles cambios en los hábitos alimenticios de la población a lo largo del tiempo, hemos agrupado este rubro de la encuesta con los servicios de suministro de comidas por contrato. Estos últimos son básicamente las comidas adquiridas en restaurantes y bares que la encuesta incluye como parte del rubro esparcimiento.
Según la ENGIH 05/06 este combinado que trata de la alimentación, representa el 22,9% del gasto total de los hogares. Ese porcentaje varía de acuerdo al poder adquisitivo de los mismos, nace en niveles altos para el primer decil donde representa el 37% del gasto total y cae abruptamente hasta menos de la mitad de esta participación en el decil más pudiente.
La posibilidad que tienen los hogares de mayor poder adquisitivo de mantener un consumo más sofisticado se ve reflejado en la propia estructura de gastos de alimentación. Concretamente las comidas fuera del hogar representan más de la cuarta parte de lo gastado en alimentación en el extremo rico y apenas el 3% en el pobre. Otro tanto acontece con las bebidas, donde el diferencial de precios entre los productos que consume uno u otro estrato es muy amplio.
Al comparar entre Montevideo y el Interior se observa una diferencia importante en la participación del gasto de consumo de carne a favor de los hogares del Interior. Al mismo tiempo hay que considerar que en estas ciudades hay una menor oferta de opciones para comer fuera de la casa que en Montevideo y ello determina que el gasto en comidas fuera del hogar sea más alto en la capital. Es posible que se coma más carne fuera de la casa, pero principalmente estamos frente a una tendencia de cambio en los hábitos de consumo hacia un menú más diversificado.
La comparación con los datos de la encuesta anterior debe realizarse a nivel de Montevideo, ya que la cobertura de la muestra para el resto del país es diferente. Lo primero que llama la atención es el menor peso relativo que tienen los gastos en alimentación (ver Cuadro Nº 2). Esta es una tendencia que se viene dando década tras década con cada nueva encuesta, y que hace a la sofisticación del consumo ya que la variación de precios relativos muestra que entre ambas mediciones los precios de los alimentos apenas se abarataron un 7% en relación al IPC global.
VIVIENDA. Para hacer comparables las cifras de los hogares que pagan alquiler con el resto, la encuesta imputa lo que llama valor locativo, o sea el alquiler que tendría que pagar el hogar por la vivienda que es propia o les fue cedida. Por lo tanto este gasto no representa exactamente el desembolso de dinero realizado.
En el comparativo con la década pasada se observa una leve caída en la participación en el gasto total en Montevideo que pasa del 28,8% del consumo total al 28,0%. Esto se debe principalmente a la caída del precio de los inmuebles en los segmentos de mayor ingreso ya que la participación en los hogares más pobres aumenta, contando con el incremento del valor imputado a raíz de las ocupaciones de terrenos para la construcción de viviendas y su posterior regularización. Basta considerar que desde 1998 al 2006 los asentamientos en Montevideo pasaron de 364 a 412 y representan el 11% de la población.
La ENGIH 05/06 indica que el 40% de los hogares en los dos deciles más pobres no son propietarios, ni promitentes compradores ni inquilinos y se encuentran en la categoría de ocupantes de la vivienda (lo cual en algunos casos puede ser con permiso y en otros no). Es una participación alta que se va reduciendo fuertemente hacia los deciles más altos (8,2% en el décimo).
El gasto en vivienda representa una proporción mayor en Montevideo que en el Interior, principalmente por su costo (alquiler o valor locativo) y de los gastos comunes. Por su parte el consumo de agua, saneamiento y energía pesa más en el total del gasto en el Interior. El Estado, a través de las tarifas públicas muchas veces logra un impacto redistributivo, abaratando el costo que tienen estos servicios en localizaciones más distantes y con menos densidad de población.
SALUD. El gasto en salud representa el 11,8% del total del consumo de los hogares del país, pero no incluye las transferencias por parte de las prestaciones directas del Estado. Este punto es relevante porque de acuerdo a la ENGIH 05/06 el 52,9% de las personas relevadas tiene cobertura de salud por parte de un organismo del Estado (Salud pública y Hospitales Militar y Policial) y este componente no ingresa en el gasto de consumo. Esta realidad, seguramente se ha vuelto a modificar a raíz de la Reforma de la Salud que introduzco el Fonasa.
En el Cuadro Nº 3 se presenta un detalle del gasto en consumo, las transferencias sociales y el agregado de estos dos conceptos que llamamos consumo final. En el caso de los servicios de salud la participación en el consumo se incrementa al 13,8%.
La cobertura de servicios de salud en Uruguay es muy amplia, solamente quedan fuera de la misma el 1,6% de la población (2,1% en Montevideo y 1,2% en el Interior). En el caso de los hogares más pobres, más del 90% tiene cobertura en el sector público, porcentaje que cae al 5% en el decil más rico.
Este tipo de gasto se incrementa con la edad. Es así que los hogares con jefes menores de 35 años gastan un 9,7% en este rubro, mientras que en aquellos con jefes mayores de 64 años representa un 15,0% del gasto total de consumo.
El componente del IPC correspondiente a este rubro muestra en el período un encarecimiento relativo (317% versus 288%). Este es uno de los elementos que lleva a que la participación en el gasto total aumente. Siguiendo el comparativo con la encuesta de la década pasada para el departamento de Montevideo se observa que pasa del 11,0% del consumo al 12,2%. Se encareció y el ingreso de los hogares cayó, como resultado se pasó más gente a salud pública y los que quedaron con atención privada pasaron a gastar más.
Una particularidad es el gasto en servicios de acompañante en Montevideo, que representa el 2,3% del total del gasto en salud y en la encuesta anterior no era significativo. La primera empresa en la materia inició actividades en 1991.
EDUCACIÓN. El consumo de servicios educativos también se ve afectado por la provisión en forma gratuita por parte del Estado. El gasto directo representa el 2,5% del consumo, pero si se incorpora la transferencia social se llega al 6,5%.
Regionalmente hay una diferencia entre Montevideo y el Interior. Mientras en el primer caso el gasto representa el 3,3%, del consumo total, en el segundo baja a 1,5%. Es que la oferta para el gasto privado en educación en el Interior es muy limitada y la diferencia es más grande cuanto más se avanza en los años de escolaridad. En educación primaria la participación es el doble, en secundaria el cuádruple y en terciaria es cinco veces superior. Por el contrario el gasto en educación extracurricular es muy similar en las dos localizaciones geográficas.
La aparición de nuevos servicios educativo s ha afectado la conducta de consumo. Se puede decir incluso que ha iniciado la corrección redistributiva en cuanto al gasto del sector público en educación. El comparativo entre las dos últimas encuestas refleja que en Montevideo el gasto en educación terciaria pasó del 8,3% del total del gasto en educación al 15,5%. El cambio se empieza a dar en los deciles más altos y va bajando a los hogares con menores ingresos, alcanzando en la actualidad una buena proporción dentro de la clase media.
COMUNICACIONES. Los gastos en transporte y comunicaciones representan el 14,6% del total consumido por los hogares uruguayos. Dadas las características de este rubro, las diferencias de acuerdo al nivel de ingreso son muy marcadas según el bien o servicio que se trate.
Podría llamar la atención que el peso relativo de adquisición de vehículos sea similar entre los extremos del ingreso. Pero esa duda desaparece al constatar que se trata de distinto tipo de bienes, bicicletas y motocicletas en un caso, y vehículos automotores en el otro. De ahí que los gastos de funcionamiento (combustibles y lubricantes) son relativamente importantes en el decil de mayores ingresos.
Como contrapartida, aumenta la importancia relativa de los servicios de transporte, básicamente el boleto del transporte colectivo, en el decil de menores ingresos.
Los cambios más interesantes son los que se observan a nivel de las comunicaciones. La última década fue la de la revolución de las comunicaciones, y Uruguay no estuvo ajeno a ello. Hay que recordar que en 1994 comenzaron a aparecer los primeros teléfonos celulares, y que la telefonía fija no alcanzaba a la totalidad de los hogares del país. Hoy día el 99% de los hogares cuenta con un teléfono de línea fija, y la cantidad de celulares es superior a la población.
El gasto público es más eficiente para alcanzar mayor justicia social
Uno de los cometidos del Estado es lograr mayor equidad en la economía mediante la redistribución de los recursos, para lograr una situación más justa de acuerdo a los valores imperantes en la sociedad. El mismo objetivo se puede alcanzar de distintas maneras, ya sea cobrándole más impuestos a los ricos que a los pobres, focalizando el gasto público hacia las necesidades de los más pobres o directamente hacia ellos por ubicación geográfica o declaración del nivel de ingresos.
A nivel académico hay amplio consenso en cuanto a la muy baja eficiencia de la política tributaria para redistribuir el ingreso. La incidencia de los impuestos a la renta termina siendo prácticamente la misma que previo a la introducción de tasas más progresivas. Es así porque la capacidad de trasladarlo a precios es superior en los niveles más altos de ingresos. A grandes rasgos, el mayor impuesto lo termina soportando quien contrata el trabajo o el capital de mayor valor y por ende termina incidiendo en el precio final de los productos o servicios ofrecidos.
Por el contrario, el gasto público tiene un poder redistributivo más directo. La ENGIH 05/06 señala claramente cómo las transferencias sociales logran mejorar la distribución del ingreso. Una forma de verlo es calculando el cociente entre el consumo final de los hogares más pobres en relación al de los más ricos, tomando en cuenta que el consumo final se compone por el gasto de los hogares más las transferencias en especie que le hace el Estado. En el Cuadro Nº 3 se pueden observar estos cálculos y el detalle por rubros.
La comparación del gasto de consumo entre los más ricos y los más pobres señala que lo que gastan los ricos es 6,3 veces lo de los pobres. Al considerar las transferencias del Estado en salud, educación, alimentación y otros se logra una redistribución del ingreso que mejora dicho coeficiente, llevándolo a 4,1.
Si se toma en cuenta el conjunto del 10% de los hogares con menor ingreso per cápita, la transferencia social según el estudio del INE es el 56% del gasto del hogar y el 36% del consumo final considerando la transferencia.
A los hogares con mayor ingreso per cápita no les llega este gasto, salvo por el lado de la educación terciaria gratuita que brinda la Universidad de la República, que grosso modo es la mitad de lo que reciben como transferencia. La transferencia social total hacia los más ricos, incluyendo la Universidad es menor en valor absoluto y representa solamente el 1% del gasto total de dichos hogares.
El escenario redistributivo se complementa con las partidas transferencia monetaria que se consideran dentro de los ingresos. Este es el caso de las Asignaciones Familiares. Éstas también registran una fuerte transferencia de recursos para los menos pudientes. Los hogares de los dos primeros deciles reciben un 5% de su ingreso como contraparte de las asignaciones familiares, mientas que en los hogares de mayor ingreso la transferencia es nula.