JORGE REBELLA
El senador Mujica podrá decir muchas cosas que acomoda según las circunstancias, pero sus metas son constantes. Esa es una parte importante del juicio de la gente y, posiblemente, su electorado se vea más reflejado en su persona que en su prédica, explicó Luis Eduardo González, Ph.D en ciencia política de la Universidad de Yale y socio director de la consultora Cifra. El politólogo analizó los posibles comportamientos de los votantes y las estrategias de los precandidatos para las elecciones internas de fines de junio, así como los efectos de los resultados de estos comicios en el panorama electoral que se abre a partir de julio próximo. A continuación se publica un resumen de la entrevista.
-Si bien existe poca experiencia en materia de elecciones internas en Uruguay ya que la realización de estos comicios recién es obligatoria a partir de la reforma constitucional de 1996, ¿prevé que los partidos políticos mantengan en las elecciones nacionales una votación, en términos relativos, similar a la obtenida en las internas?
-Es probable que este año, en particular, se registre una participación porcentual relativa comparable, aunque no igual, en las dos instancias electorales. El porcentaje de votantes en las internas del Frente Amplio (FA) probablemente será a grosso modo semejante al porcentaje de votantes que obtenga ese lema en octubre, y lo mismo sucederá con los demás partidos. Puesto que en las internas el voto no es obligatorio, para que eso ocurra tiene que haber competencia real al interior de cada partido, de manera que la gente se sienta motivada a participar. Por ejemplo, los resultados de las elecciones internas de 2004 fueron un poco engañosos porque, como la izquierda presentó un candidato único, Tabaré Vázquez, no había mucho aliciente para votar en la interna del FA. Por esa razón, las cifras allí obtenidas hicieron subestimar la votación de ese partido en octubre.
-¿Tienen en cuenta las encuestas que el voto no es obligatorio en las elecciones internas y cómo puede afectar ese factor al resultado de las mismas?
-Sí. La mayoría de las encuestas tiene presente que la gente no está obligada a votar en las internas. Hay técnicas que permiten tener en cuenta esa realidad, pero ningún cálculo es perfecto. Un segundo problema es que, al aplicar esas técnicas, la cantidad de encuestados cuya intención de voto en las internas es conocido disminuye, ya que sufraga alrededor de la mitad de los que votan en las elecciones nacionales en las que el voto es obligatorio. Paradójicamente, cuanto más cuidado ponen los encuestadores en prever esta situación, menos votantes les quedan en la encuesta para sus estimaciones.
Efectos
-Además de la consolidación de liderazgos políticos, ¿qué otros efectos suelen generar las elecciones internas dentro de cada partido?
-El problema principal es la acrimonia, la aspereza que generan la discusión y la competencia en la interna de cada partido. Por ejemplo, en 1999 el Partido Nacional vivió una dura confrontación intrapartidaria, cuyas consecuencias fueron muy negativas para su votación en las elecciones nacionales.
-Más allá del carisma que tenga un dirigente político, ¿qué elementos hoy pesan más en la decisión del votante por un determinado precandidato en las elecciones internas: trayectoria política, actividad profesional, formación académica, posición ideológica en materia socioeconómica, actitud ante determinados temas éticos, etc.?
-Sin duda, los ciudadanos tienen en cuenta todos esos elementos, pero también evalúan cuestiones básicas como, por ejemplo, si el precandidato es un buen líder o no. Lo que resulta muy difícil de establecer es el peso relativo de cada uno de esos aspectos en la decisión final, ya que depende del criterio de cada votante y también del abanico de precandidatos existentes. En realidad, el votante nunca juzga a cada candidato aisladamente considerado; siempre hace una comparación con los demás. Lo que determina que algunos elementos sean más o menos importantes no obedece sólo al juicio que se forma la persona que observa a los precandidatos ni a la personalidad de cada uno de ellos. El atractivo de un candidato depende de quienes sean sus contrincantes, lo cual le da una gran complejidad a la competencia. Los candidatos no pueden elegir ese terreno de las comparaciones, porque no pueden elegir a sus rivales. Lo único que pueden hacer es tratar de tener en cuenta todo esto.
-¿Podría producirse un vuelco importante de los votantes de un partido a otro en las internas si su precandidato favorito no figurase con grandes posibilidades de ganar y sí las tuviese una figura política de un partido diferente, pero con una propuesta afín?
-Por más que se den muchos casos de este tipo, el voto estratégico siempre es minoritario, porque corresponde a los sectores más informados y politizados, al menos en la experiencia uruguaya. Esos votantes tienen peso electoral real sólo en situaciones de relativa paridad en los cómputos.
Tendencias centristas
-Los políticos centristas generalmente han logrado obtener un amplio respaldo de los votantes uruguayos. ¿Considera que esa tendencia se mantiene vigente?
-Sí. Los candidatos que expresan una visión centrista de los temas electorales van a seguir teniendo mayor respaldo popular en Uruguay. De todos modos, hay que ser cuidadoso con estos términos. Lo que los votantes llaman "el centro", pensando muchas veces en ellos mismos y sus preferencias, no es necesariamente una posición equidistante de las puntas. En realidad, mucha gente se autocalifica "centrista" porque no le interesa la política en lo más mínimo. En Francia, al centro se le llama el pantano ("le marais"), porque no es un terreno firme. Sin duda, el centro es importante, pero hay que buscarlo cuidadosamente. Saber exactamente "dónde está" o "qué es" no resulta tan fácil.
-¿Por qué es relevante el centro en el actual escenario electoral uruguayo?
-En general, el grueso del electorado prefiere los enfoques más mesurados en los políticos aunque, cuando se sopesan las virtudes y defectos de un candidato, siempre está presente la comparación con sus adversarios. Sin embargo, hay que tener cuidado con las explicaciones monocausales. Por un lado, si suponemos que sabemos bien qué es y dónde está "el centro", entonces "estar en el centro" sería la mejor posición estratégica, y ayudaría a cualquier candidato. Pero la posición estratégica por sí sola no es decisiva, salvo que se asuma que todos los demás factores relevantes son aproximadamente iguales. Otros factores también pesan. Por otro lado, la idea del centro -"saber qué es y dónde está"- no es una idea tan simple como podría parecer a primera vista.
-En el caso del senador Mujica, ¿se le ubica como un candidato extremista o de centro?
-Quienes consideran a Mujica como un hombre de posiciones extremas lo juzgan principalmente por su pasado de hace cuarenta años o cincuenta años. Eso lo pueden decir votantes de cierta edad, pero la mayor parte del electorado nació después de los años de las acciones de los Tupamaros. Hay que tener en cuenta que los hechos que ocurrieron antes de que naciéramos suelen ser muy oscuros para nosotros. Por ejemplo, para las generaciones de la década del cuarenta y posteriores, el golpe de Estado de 1942 prácticamente no existió. Esto, tal vez, vale también, aunque en menor medida, para el golpe de estado de 1933. Por lo tanto, ¿qué ve en el senador del MPP esa mayoría del electorado que no vivió los años "calientes"? ¿Al viejo guerrillero, o al "veterano" que canta la justa, que tuvo una historia un poco turbulenta, pero que reflexionó y que cambió su manera de ser, quizás, porque la turbulencia de esa historia no era arbitraria y tenía sus razones? Es probable que la imagen de Mujica entre esta mayoría de votantes hoy esté más cerca de esta segunda imagen que de la primera.
Partidos tradicionales
-Usted ha dicho que el nivel de aprobación en las encuestas con que se retira un presidente da una pauta de la futura votación de su partido. ¿Cómo afecta ese dato a las perspectivas del Partido Colorado en las próximas elecciones dada la bajísima aprobación que tuvo el ex presidente Jorge Batlle al término de su mandato?
-Nadie piensa en este momento que el Partido Colorado tenga una alta probabilidad de alcanzar la Presidencia, pero podría recuperarse en el futuro.
-¿Cuál sería la alternativa para que no desaparezca el Partido Colorado como una fuerza política de importancia en futuras elecciones?
-Hay colegas que pronostican la muerte del Partido Colorado desde hace más de cinco años. Es cierto que a veces los partidos políticos se mueren, pero en este caso me parece prematuro darlo por muerto. Por un lado, hay una memoria más que centenaria de la obra del Partido Colorado, y eso no se muere tan fácil. Por otro lado, el actual sistema electoral no fomenta el bipartidismo, como sí lo hizo el sistema vigente hasta la reforma electoral de 1996. Hoy se requieren mayorías absolutas para ganar la elección presidencial, lo que tiende a ocurrir en la segunda vuelta. Esto da un cierto margen de seguridad para que partidos con problemas, como es el caso del Partido Colorado, se reagrupen, diseñen nuevas estrategias y, eventualmente puedan reconstruir al menos parte de su electorado. Que eso ocurra, o no, depende de los propios colorados y de sus competidores, que también actúan.
-¿Siguen los votantes responsabilizando al Partido Colorado por la crisis económica de 2002?
-El problema no es tan simple. La crisis económica de 2002 tuvo un fuerte impacto sobre los colorados. En la campaña electoral de 2004 los colorados estaban en el lugar justo para representar o encarnar la clase de país que la gente no quería. Pero lo que la gente rechazaba no se limitaba sólo a la economía. Pienso que ciertos temas y formas usadas por sus líderes en la campaña de 2004 complicaron aún más su situación. Hoy habrá que ver cómo asimila el Partido Colorado el resultado de las elecciones de junio y cómo enfocará su propuesta para las elecciones nacionales.
-¿Se ha podido estimar la magnitud de la supuesta sangría de votos colorados hacia el Partido Nacional?
-Si bien el Partido Nacional recibe votos colorados, el Partido Colorado también los gana por otro lado. Es por eso que la intención de voto de esta colectividad política -entre 7% y 9%, según las distintas encuestas- es similar a las cifras que obtuvo en las últimas elecciones nacionales. Pero esto, como pronóstico de futuro, es engañoso. Los colorados tienen algunos problemas de imagen que sólo después de junio se podrá saber cómo van a evolucionar. La clase de Partido Colorado que surja luego de las internas es lo que definirá sus perspectivas electorales.
-Según las encuestas de opinión pública, hoy existe una gran paridad de fuerzas entre los dos precandidatos nacionalistas. ¿A qué atribuye la actual recuperación del Dr. Lacalle en la interna nacionalista luego que fue superado ampliamente por el Dr. Larrañaga en los comicios internos de 2004?
-Esa recuperación ya se estaba viendo claramente desde mediados del año pasado. Los detalles son aún difíciles de ver, pero vale la siguiente comparación. Tres años antes de ser elegido presidente muy pocos creían en el futuro político de Jorge Batlle. Sin embargo, una serie de circunstancias lo llevaron a ganar las elecciones internas de su partido. En cierto modo, es probable que algo similar esté ocurriendo con la precandidatura de Lacalle, a pesar de las diferencias que separan a ambos dirigentes.
Existe una preocupación genuina de la población por la inseguridad
-¿Cuál es el problema que más preocupa a los uruguayos actualmente?
-El conjunto de los temas económicos aún sigue siendo la preocupación principal de la población. Además, los economistas coinciden en que el impacto de la crisis global se va a notar con mayor claridad a medida que avance el corriente año, con lo que la preocupación por los temas económicos probablemente aumentará. Pero no hay datos firmes en cuanto al momento en que se va a agravar la situación económica en Uruguay. Sí se puede decir que los problemas resultantes de una probable recesión van a estar presentes en la campaña de las elecciones nacionales, en octubre. Menos claro es qué efectos se notarán en las internas de junio.
-¿Qué otras preocupaciones de la ciudadanía se desprenden de las encuestas de opinión pública?
-Todas las encuestas indican que los uruguayos también están muy preocupados por la inseguridad como consecuencia de los delitos violentos.
-Sin embargo, varios jerarcas del gobierno insisten en que el número de delitos no ha aumentado significativamente en los últimos años…
-Más allá de los datos oficiales, existe una preocupación genuina de la gente respecto a la inseguridad y, particularmente, respecto a la violencia. Este no es un invento de los periodistas, aunque los medios de comunicación masiva pueden darle mayor o menor relevancia a la sección "policiales".
-Algunos analistas rechazan el grado de esa sensación de inseguridad, alegando que Uruguay es uno de los países más seguros de América Latina…
-Permítame un ejemplo: los uruguayos, colectivamente, sacamos a los partidos tradicionales del gobierno porque creíamos que el país se estaba hundiendo cuando, en realidad, sus indicadores socioeconómicos y políticos estaban entre los mejores de la región. Lo que ocurre en estos casos es que el público "mide" el estado de la situación actual comparándolo con sus expectativas. Si esas expectativas están muy distantes de las realidades, entonces habrá disconformidad. La percepción negativa de la situación del país tuvo consecuencias políticas en 2004. También las habrá este año, en una medida más limitada, a causa del factor inseguridad.
-¿Cuánto podrá perjudicar electoralmente la sensación de inseguridad al partido gobernante?
-El gobierno tiene sus responsabilidades, pero los que hablan son los candidatos. El efecto de esa sensación de inseguridad en el resultado electoral dependerá de la posición que tomen los partidos y los candidatos frente a ese tema. Para el Frente Amplio es una cuestión esencial encontrar la respuesta apropiada a las preocupaciones de la gente.
-¿Qué tipo de conceptos deberían manejar los presidenciables en este tema?
-Es importante que los aspirantes a la presidencia den respuestas equilibradas y tranquilizadoras, que sugieran que es posible mejorar la situación.
Si Mujica hiciera un llamado para que cada persona se armase para hacer frente al crimen, como lo hizo hace un tiempo el senador Fernández Huidobro, eso podría perjudicarlo, aunque la gente esté preocupada por la inseguridad. Seguramente, ganará -al menos en este aspecto- quien dé las respuestas más sensatas y creíbles.
Los presidentes no pueden estar cambiando sus juicios de un día para otro
-¿Ya está definida la carrera por la candidatura presidencial del Frente Amplio?
-Hay un favorito, Mujica, que ha sacado una ventaja amplia en la actual campaña. Pero, a mi juicio, la elección interna todavía no está definida. Mujica compite con otros dos candidatos y falta aún recorrer la etapa más dura de la competencia: la de los últimos tres meses, durante los cuales pueden suceder muchas cosas. Por ejemplo, nadie sabe cómo pueden repercutir en el electorado algunos comentarios del senador del MPP, como es el caso del secreto bancario.
-¿Qué rol ha jugado la precandidatura de Carámbula en la interna frenteamplista?
-Tal vez su decisión de competir ha afectado más al voto de Astori que al de Mujica. Sin embargo, no sé si esa tendencia se va a mantener desde ahora hasta junio. Además, cabe preguntarse qué pasaría si la candidatura de Carámbula se debilitase. En ese caso podría ocurrir que el beneficiado fuera Astori.
-¿Qué influencia puede tener la dialéctica de Mujica caracterizada por "como te digo una cosa, te digo la otra" en las elecciones internas y en las nacionales?
-Es un aspecto potencialmente importante, pero nunca se sabe en qué momento se podría hacer sentir. Los presidentes deben tener juicios claros sobre los asuntos relevantes y no se espera que los estén cambiando de un día para otro. Ese es un requisito mínimo del liderazgo. Un presidente impredecible es una figura que inspira pánico. Mujica sostiene que es normal que las personas varíen su modo de pensar según las circunstancias y esa actitud puede ser útil para un filósofo de la política. Pero, en el caso de un presidente, esa flexibilidad tiene límites bastante estrictos, y si no los tiene, no funciona.
-¿No podría cuestionar el votante medio de octubre, cuyo compromiso partidario es menor, el discurso cambiante de Mujica si este obtuviese la candidatura del Frente Amplio?
-No todo el discurso de Mujica es cambiante. Podrá decir muchas cosas que acomoda según las circunstancias, pero sus metas son constantes. Esa es una parte importante del juicio de la gente y, posiblemente, su electorado se vea más reflejado en su persona que en su prédica. El líder del MPP está identificado con los pobres porque todo Uruguay sabe que vive desde hace muchos años en una chacra modesta en la periferia de Montevideo. Sus formas de hablar y de vestir ratifican esto, pero lo esencial es lo otro. Es una evidencia simple que no depende de lo que diga o deje de decir. Nadie piensa que sus preocupaciones centrales vayan a cambiar. Los problemas estarían en las formas de proceder, en los instrumentos.
-El precandidato Mujica ha prometido hacer una administración "más de izquierda" en caso de ser electo presidente. ¿Qué ventajas le podría aportar esa propuesta bastante difusa en las internas y, sobre todo, en las elecciones nacionales?
-El saber convencional dice que Mujica va a mostrarse "más de izquierda" para ganar las internas, y que su discurso se va a tornar más moderado para las elecciones de octubre. Sin embargo, es muy difícil -al menos para mí- predecir cómo va a actuar. Según los resultados de las encuestas, el senador del MPP está haciendo una buena campaña para obtener el apoyo de la mayoría de los frenteamplistas. Habrá que esperar para ver hasta qué punto Mujica ajusta su discurso al electorado más grande y menos politizado de las elecciones nacionales. Hay tiempo: octubre viene bastante después de junio.