Hay que trascender el discurso y actuar

| Opina que el empresariado se "durmió en los laureles" producto del Estado proteccionista de principios de siglo XX, pero está convencido de que el camino para innovar debe ser impulsado por el Estado, que prevé invertir el 1% del PIB

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POR GASTÓN PÉRGOLA | [email protected]

Se nos tilda de conservadores, ¿eso dificulta la capacidad para innovar?

El problema no es sólo de Uruguay. No se innova en toda América Latina. Por ejemplo, Brasil invierte el 1% de su PIB (Producto Bruto Interno) en investigación y desarrollo. Lo mismo que invierte España, pero las diferencias son notorias porque España tiene mucha más participación del sector privado que Brasil. Esa inversión del sector privado en España redunda en una mejora de la calidad de vida de la gente, a diferencia de Brasil, que al no transformar el conocimiento en valor hace que su inversión no tenga casi impacto en la sociedad.

Para mí no se trata de un tema de conservadurismo. Esto viene de la estrategia de sustitución de importaciones de los países latinoamericanos, que utilizaron la coyuntura de bonanza económica de principios del siglo XX para incentivar la industria nacional. Uruguay aprovechó el excedente que generaban las exportaciones de productos agropecuarios para crear una industria nacional que no existía en el país y la protegió con aranceles fuertes. Eso permitía que industrias que no eran competitivas a nivel internacional, sí lo fueran en Uruguay.

Esa situación aletargó al empresariado local en su preocupación por innovar...

Claro. En la medida que los empresarios nuestros se acostumbraron a una cultura de protección por parte del gobierno entendieron que no era buen negocio invertir en innovación para mejorar la competitividad. ¿Para qué? Era mucho mejor negocio hacer lobby para que me mantengan el arancel bajo que destinar dinero a la innovación. No había suficientes estímulos para invertir en innovación. Era más fácil invertir en bonos del Tesoro. Eso es lo que se llama economía rentista; en lugar de reinvertir la ganancia para hacer crecer la empresa y el sector simplemente te ocupas de mantener la tajada de torta que te toca sin que te importe aumentar la torta.

Pero el tema es que esta práctica proteccionista del Estado en Uruguay no fue a término a diferencia de otros países. En Uruguay no se pensó en una protección a término y eso fue grave por tratarse de un país pequeño que depende mucho de la exportación. En América Latina pasa algo similar. Por eso uno de los problemas que tenemos hoy en el Mercosur es la complicación para exportar a la región, por los niveles de protección que existen.

¿Se llevan bien los científicos con los negocios?

Generalmente no. Pero no sólo los científicos. El problema en nuestro país es que la cultura emprendedora que tuvieron los inmigrantes la hemos perdido. Probablemente tenga relación con esa sobreprotección del sistema industrial que generó un Estado paternalista al cual todos recurríamos, tanto trabajadores como empresarios. Todos querían que el Estado resolviera las cosas. Y eso sigue pasando hoy día. Se fue perdiendo el valor de la actitud emprendedora, de esa persona que frente a un problema busca solucionarlo por sus propios medios.

Y otro valor muy importante perdido es la creatividad; hay que declarar la creatividad social. Y en ese sentido el sistema educativo formal, en Uruguay y en cualquier país, tiene pocas posibilidades de resolverlo.

¿Por qué?

Porque la principal función del sistema educativo, nos guste o no, es enseñar a leer, escribir, sumar y multiplicar. Si además de eso se le suma el promover la creatividad la maestra tiene que ser Mandrake. Hay que buscar herramientas que permitan desarrollar la creatividad de los chicos. De ahí la importancia del Plan Ceibal, donde cada niño tiene una computadora para desarrollar su creatividad. El niño aprende y a su vez está pensando por su cuenta, desarrollando creatividad, inventando cosas. Eso es fundamental para el país, nosotros precisamos chiquilines que se acostumbren a ver el mundo con una visión creativa y emprendedora. Esos valores no son fáciles de estimular a través del sistema educativo formal. Buscar salidas laterales como el Proyecto Ceibal parece muy acertado.

Muchos critican el proyecto alegando que primero se deben acondicionar las escuelas. ¿Qué piensa de eso?

Que están equivocados. El asunto es apostar a futuro y no mirar con esquemas burocráticos. Es verdad que hay que mejorar las estructuras de todas las escuelas. Pero existía la posibilidad de hacer esto y creo que el impacto en la educación y la generación de valor de este plan le pasa por encima al impacto que puede tener mejorar las paredes de las escuelas.

¿Qué características debería tener el Uruguay innovador?

La idea es usar los recursos públicos para apalancar la inversión privada. Promover la demanda de conocimiento por parte del sector privado y estimular al sector productivo para que invierta en innovación, tanto ya sea a través de ventajas fiscales o a medias con el gobierno.

El sector privado, ¿qué participación tiene en investigación e innovación?

Siempre fue muy baja. El sector productivo piensa en el corto plazo y no tanto a mediano y largo plazo. Y lo que queremos hacer nosotros es generar un ambiente propicio para inversión privada. Esa es la idea, porque si la inversión es sólo pública el impacto en la calidad de vida de la gente es bajísimo, el conocimiento queda en las Universidades y no se traslada a la sociedad. Si los privados no invierten ni usan ese conocimiento académico para generar valor es difícil progresar.

¿Cómo se convence al empresariado?

Una de las formas para convencerlo es facilitar la inversión inicial. Lo más difícil de cualquier inversión es la inicial, porque durante un tiempo el empresario está poniendo dinero sin retorno. Este es un momento muy especial en la historia económica del país que puede permitir cambios importantes si nosotros logramos convencer al empresariado. Porque ahora el problema no es el dinero. Dinero hay. El problema es de convencimiento. Esto es un razonamiento fácil. No se puede mejorar la calidad de vida sin crecer y no se puede crecer sin inversión. La inversión, sea extranjera o nacional, pública o privada es imprescindible para que esto funcione. No siempre va a haber una buena demanda para vender productos con poco valor agregado a precios altos. Entonces tenemos que aprovechar ese ciclo donde nos está entrando un excedente importante para invertirlo en un cambio que, sin dejar de producir lo que se produce hasta ahora, permita generar un proceso más sustentable, que diversifique la producción nacional y genere un producto diferente.

¿En qué área podría innovar Uruguay?

Hoy la prioridad está en los sectores de cadenas agroindustriales, biotecnología y farmacéutica, alternativas energéticas, tecnologías de la información y de la comunicación, complejo turístico y recursos naturales y medioambiente.

¿Cuánto destinará el gobierno a la inversión en investigación y desarrollo?

Este gobierno se plateó llegar al 1% del PIB en la inversión para la investigación y desarrollo, pero donde una mitad la pone el Estado y la otra mitad la pone el sector privado. Por cada peso que invierta el empresariado el gobierno va a reintegrarle la mitad. Habrá una instancia conformada por un consorcio público-privado. Es una práctica que vamos a implementar ahora y ya veremos cómo resolvemos los aspectos jurídicos. Por ejemplo, cómo hace la Universidad para trabajar con empresas, cómo hace para facturar. Una posibilidad pueden ser fondos de fideicomiso o también las fundaciones.

¿Cómo vislumbra el futuro de la investigación e innovación en el país?

Siempre fui optimista y ahora lo soy más. Pero esto no va a depender del dinero. Si hay buenas ideas, buenos proyectos, la plata se consigue. El problema para mí es trascender los discursos y las excusas para llegar a la práctica. Cuando hablemos de competitividad hay que hablar de competitividad estructural y no de la tasa de cambio. No podemos seguir pensando de esta forma.

Nicholas Negroponte estará en Uruguay

¿A qué se dedica la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII)?

La agencia tiene como objeto principal ejecutar las estrategias que define el gobierno sobre investigación e innovación. En la escala de decisiones primero está el gabinete ministerial de la Innovación, formado por cuatro ministerios -Ganadería, Industria, Economía y Cultura- y el director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP). Ellos hacen directamente la estrategia y negocian con los actores sociales. Somos una persona pública no estatal, que se maneja en el ámbito del derecho privado. Comenzamos a funcionar en julio del año pasado y trabajamos en la oficina unas 11 personas. La idea es tener una agencia chiquita, no queremos que engorde ni que sea estática ni burocrática. Todo lo contrario, ágil y flexible a los cambios. Pero la función de la ANII no es sólo estimular sino también liderar y promover la demanda, ir a buscarla. Tejer alianzas entre las empresas y los investigadores para que esa relación se dé. Y no esperar a que se genere sola por el mercado, porque la experiencia indica que solo el mercado no genera las demandas de investigación e innovación. Tenemos dos actores que unir: uno es el empresarial que no demanda conocimiento y otro es el académico que, como nadie le demanda se dedica a trabajar temas que pueden no ser los más relevantes para el país.

Está organizando el "Foro de Innovación de las Américas" que tendrá lugar en marzo y contará con la presencia del principal del MIT, Negroponte…

El evento tratará de promover la interacción entre los actores de la innovación, tanto públicos como privados y de todas las Américas. Habrá académicos, empresarios y hombres del sistema político para promover alianzas y negocios entre gente que pueda transformar dicho evento en una oportunidad de negocios. Se llevará a cabo en el Hotel Conrad desde el 30 de marzo al 2 de abril.

Perfil

Nombre: Alberto José Nieto

Cargo: Secretario ejecutivo de la ANII

Edad: 60

Estado Civil: Casado, dos hijos

En 1965, con 18 años, ingresó a la facultad de Química. Sin perder un solo año y con apenas 23 se recibió de químico especializado en proteínas. Comenzó a trabajar en la cátedra de Fisicoquímica y en Investigación de la Universidad de la República. Bajo la dictadura estuvo cuatro años y ocho meses en prisión, por pertenecer al Movimiento de Liberación Nacional (MLN). Exiliado en España trabajó en la venta de reactivos para análisis clínicos. En 1985 regresó a Uruguay y se desempeñó como profesor de Inmunología. Fue decano de la facultad de Química entre 1998 y 2006. En 2004 dirigió el Polo Tecnológico de Pando.

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