Martes 17 de julio. Minutos antes de las 10 de la mañana. Un quiosco ubicado en la esquina de Bulevar Artigas y Palmar:
- ¿A qué hora llega el presidente?, ¿Por dónde entra?
- Llega a las 10. Esperalo ahí en la puerta que lo ves. Seguro que te saluda con un beso y todo, dice la señora que atiende el puesto.
La primera impresión es que la señora debe exagerar. Es conocida la importancia que Tabaré Vázquez le da a la seguridad, al punto que se la confía al prosecretario de la Presidencia, su hermano Jorge. Se lo ha visto rodeado de un fuerte despliegue de guardaespaldas y hasta trascendió que en algún consejo de ministros en el interior había francotiradores protegiéndolo.
Pero esa mañana de invierno Vázquez llega solo. Camina casi una cuadra por Bulevar Artigas, desde Rivera hacia Palmar. A simple vista no hay guardias de seguridad ni autos oficiales que lo escolten. Con la mano izquierda en el bolsillo, el presidente avanza tranquilamente, como cualquier peatón, hacia la puerta del Centro de Diagnóstico Mamario (Cendima) de la Asociación Española. Algunos metros antes de llegar advierte que le están tomando fotos. Mira fijo pero no se inmuta. Sigue su camino y saluda a todas las personas con las que se cruza. Le da la mano a un sereno de la cuadra, un beso a una enfermera y otra vez la mano a un transeúnte. Incluso besa a la periodista y le da la mano al fotógrafo. La zona parece libre de custodios presidenciales.
En la hora siguiente, mientras el presidente (versión médico) atiende a sus pacientes, todo se ve demasiado normal en el Cendima. A la sala de espera del lugar donde Vázquez atiende todos los martes y miércoles se puede llegar sin que nadie controle los ingresos. Nada fuera de lo habitual. Un hombre calvo de gabardina verde merodea la recepción: es el único miembro notorio de la custodia de Vázquez.
Recién sobre las 11:05 todo deja de ser tan común. Un hombre de traje negro y corbata conversa en la parada de ómnibus pegada al quiosco (a escasos metros de la entrada al Cendima) con un joven de campera verde militar. El de traje negro es guardaespaldas personal de Vázquez. El de campera está allí desde las 10 y aparenta estar esperando un ómnibus que no pasó nunca. A la escena se suma un hombre de jeans, túnica blanca tipo médico, campera azul y bufanda escocesa que se saluda con el de traje negro.
Cuando llega un punto en que todo el que camina por la cuadra podría ser parte de la guardia personal del presidente, aparece Vázquez. Son las 11:15. Ya no tan simpático y saludador -se podría decir que está un poco molesto-, se va mucho más apurado de lo que llegó y se niega a hablar con la periodista. "Acá no hago declaraciones, acá vengo a trabajar", es lo único que dice, mientras el guardaespaldas lo conduce hasta… ¡un taxi!
Un joven vestido de negro y con más de un piercing en el rostro le abre la puerta del coche de alquiler. El guardaespaldas espera que el presidente se ubique en el asiento trasero y luego se sube adelante, junto al taxista. El auto arranca. Los otros custodios que se habían mezclado entre peatones comunes se dispersan. Matías, el joven que le abrió la puerta del taxi al presidente, cuenta que es usual que utilice ese transporte a pesar de tener tres autos esperándolo a la vuelta.
No se sabe a dónde va el presidente y el taxi se confunde con una decena de vehículos similares en dirección hacia el edificio Libertad, la residencia de Suárez y la casa particular en el Prado de los Vázquez.
Dos semanas después no se tomó un taxi y, aunque la seguridad estaba menos disimulada (dos hombres en la puerta, dos más allá, el hombre calvo circulando por allí, tres coches parados en la puerta, ninguno con chapa oficial), la escena igual está muy lejos del mito del presidente "superprotegido".
Los martes, se dice, es el día que Vázquez dedica a las tareas extra presidenciales. Pero ahora no es tan así, ese día ya no se le puede encontrar en su otro destino previsible: la Clínica de Oncología y Radioterapia (COR), la empresa que tiene con tres socios, aunque formalmente traspasó su parte a su hijo Álvaro cuando asumió la Presidencia. No va más a la clínica de Soriano y Zelmar Michelini y eso lo sabe, por ejemplo, el "cuidacoches" que veía semanalmente cómo la delegación presidencial se robaba toda su cuadra con varios coches de seguridad. Ni tampoco a la otra sucursal, en la calle Jaime Cibils, que funciona allí hace unos cinco años y que luce remodelada. Jorge Vázquez confirmó que dejó de ir hace poco más de un mes.
Así de corta resultó la mañana del médico particular. Uno de tantos perfiles del presidente Vázquez, que también es oncólogo por vocación, empresario médico y empleado de su hermano masón, el colorado Oscar Magurno. El padre de familia que nació en La Teja, empezó desde abajo y es amante del fútbol, el boxeo y la pesca. El enemigo acérrimo del aborto, del cigarrillo y del cáncer, hasta el punto que pensó en escribir un libro titulado Mi amigo el cáncer (una alegoría de cómo avanza el mal), una frase chocante, más si viene de alguien que perdió a familiares cercanos por esa enfermedad.
Sacando los 75 minutos en la Española, la rutina del presidente les podría dar un alivio a los políticos de la oposición tan preocupados porque es pluriempleado y un tanto perseguido con su seguridad personal. Quizás Vázquez acusó recibo de las críticas por los autos oficiales estacionados en la puerta de la Española -y no va más en ellos o al menos no los exhibe-, y por el tiempo que sus tareas particulares le roban a la Presidencia. Sean cuales sean, las razones que lo llevaron a cambiar la estrategia de seguridad en su trabajo particular o a alejarse de COR son difíciles de desentrañar. Su entorno no se caracteriza por la elocuencia y, además, el presidente es muy reservado.
Seguridad más sutil
En los dos primeros años de gestión era difícil acercarse al presidente. Tanto el Cendima como COR se convertían en un fortín cada vez que tenía consulta. Mientras el mandatario atendía a sus pacientes, afuera, entre siete y ocho custodios, vestidos de traje y comunicados por handy, vigilaban la puerta. Además, tres automóviles Rover verdes con chapa oficial lo esperaban para salir, sirena abierta, cuando finalizaba las consultas. Ahora, el operativo es, por lo menos, más sutil.
El dispositivo de seguridad que comenzó a rodearlo cuando llegó a presidente era llamativamente fuerte. En las apariciones públicas era difícil acercarse para sacarle fotos o hacerle preguntas. Y eso a pesar de que su estilo directo de comunicación y de cercanía con la gente fue un factor determinante para su ascenso en la política.
Pero esa actitud distante cambió este año. Periodistas acostumbrados a despliegues de seguridad que los mantenían a raya anotan la visita presidencial a los damnificados de las inundaciones de Durazno, a mediados de mayo, como un punto de inflexión. Allí el presidente tuvo mucho contacto con la gente y con la prensa. Y pasó lo mismo en más de uno de los consejos de ministros que se realizan fuera de Montevideo, una modalidad de trabajo especial de este gobierno de llevar sus reuniones a pequeños pueblos del interior.
Algunos atribuían ese cambio de humor de Vázquez a una posible intención de presentarse a la reelección, es decir, a una prematura campaña política. El presidente aparentemente tiró abajo ese argumento cuando en agosto anunció que no se postulará en 2009.
Pero su humor se ha mantenido. El miércoles 1° se mostró muy distendido en un acto público para anunciar la ampliación del Programa Nacional para la Promoción de la Salud Bucal, que preside su esposa. La convocatoria fue en el segundo piso del edificio Independencia y Vázquez subió por la escalera escoltado por el jefe del Servicio de Seguridad Presidencial (SSP), el comisario Álvaro Vergara, tres custodios y personal militar y civil del edificio. "¿No quiso subir por el ascensor?", le preguntó un funcionario a uno de los custodios. "No, no quiso".
Al final de la conferencia saludó a todo el mundo con apretón de mano o beso, según correspondiera, y otra vez eligió las escaleras. Una vez en planta baja, pidió para ver los materiales que el programa de salud bucal reparte en las escuelas. Lo llevaron hasta un depósito. Una funcionaria ordenó que se cerrara la puerta de acceso para que la prensa no lo siguiera, pero Vázquez dio la orden contraria. Se dejó filmar y sacar fotos.
Estuvo allí entre cinco y 10 minutos con su esposa. A la salida, Qué Pasa intentó hablar con él pero no fue posible: "hoy estoy mudo", dijo. Una vez en la vereda, se subió a una camioneta que simula un consultorio odontológico ambulante. Recién entonces dio por terminada la visita y se fue con sus custodios.
La seguridad del presidente va más allá de su trabajo particular u oficial. Está diseñada por el SSP que organiza la custodia personal de Vázquez, de su familia, del personal de su entorno y, eventualmente, de dignatarios extranjeros. El SSP fue reglamentado a principios de 2006 y depende del hermano del presidente, Jorge Vázquez. El grupo se integró con 89 hombres, 49 de los cuales fueron incorporados al servicio de custodia luego de asumir Vázquez. De esos 49, 19 eran civiles que efectuaban la custodia del presidente durante la campaña electoral, y que luego fueron asimilados a la guardia policial por pedido expreso del mandatario. Los otros 30 son policías pasados en comisión desde otras dependencias de la fuerza.
En el domicilio particular de Vázquez, en Buschental 3484 esquina Lucas Obes, portón adentro hay una garita en la que oficia de vigilante un viejo militante frenteamplista, devenido en custodia personal. En la vereda de enfrente, un patrullero con un policía. A unos 50 metros, una camioneta del Ejército con tres militares armados.
En julio de 2006, una de las pocas veces que respondió a las críticas de la oposición, Vázquez afirmó: "Vivo en mi casa. No tengo dos perros doberman, tenía dos, madre e hija, lamentablemente la madre se murió, tengo una. En el frente de mi casa hay una garita que tiene dos agentes policiales por turno, en el fondo de la casa no hay nadie. En el frente hay un patrullero parado con dos funcionarios, en la esquina una custodia militar. Esta es la guardia permanente que tengo mientras estoy en mi casa. Si hubiera vivido en Suárez, hay un cuartelillo de Blandengues permanente, con más de 20 efectivos, más las torretas periféricas, más una cantidad de oficiales policiales que ya vienen de gobiernos anteriores, más todas las medidas de seguridad que tiene la residencia de Suárez. Así que si me hubiera ido a vivir a Suárez, dirían que estaba en una fortaleza inexpugnable".
En lugar de su casa, la residencia de Suárez se convirtió en su oficina. A pocas cuadras vive con su esposa, a quien no le gusta mucho eso de andar acompañada por efectivos de seguridad. La han visto llegar a misa en las Carmelitas escapada de un guardia, que llega unos minutos después. Hace años que va a la peluquería de Jorge Sanguinetti en Lucas Obes y a la misma panadería y al mismo quiosco por caramelos para sus nietos.
Una anécdota en una feria del barrio la pinta bastante bien. La primera dama fue a comprar plantas a un puesto atendido por un simpatizante del diputado blanco Jorge Gandini que tiene un vivero. Estaba sola. Compró unas cuantas plantas y se dio cuenta de que no le daban las manos para volver caminando con todo. Tampoco le alcanzaba la plata para pagar. El vendedor se ofreció a llevarle la mercadería hasta su casa. Ella aceptó. Y ya que estaba le pidió si no la podía llevar a ella también. Fue así que una camioneta que de noche sale a hacer las pintadas de la Lista 250, recibió su apodo. "Ahora le dicen la Tango 1 (por el avión presidencial argentino)", cuenta el diputado blanco Jorge Gandini muy divertido.
Parece que esa anécdota circuló en el Parlamento y a algunos legisladores no les causó tanta gracia e hicieron llegar a Vázquez su preocupación por la seguridad de su esposa. El día del evento en el edificio Independencia, ella se divirtió al recordar la anécdota y dijo que sigue moviéndose sola por la ciudad. Ese día estaba muy contenta por el avance del plan que dirige, pero, al igual que su esposo, se negó a ser entrevistada para este informe.
Presidente part time
"Hay que dejarlos que hablen", le dijo Vázquez más de una vez a algún allegado que le comentó las críticas que recibe de la oposición. Y eso hace incluso cuando lo acusan de violar la Constitución por trabajar en mutualistas que tienen contratos con el Estado y de ejercer la medicina no por vocación, sino, simplemente, por dinero.
El opositor por excelencia en estos temas es Gandini quien no concibe que Vázquez no se dedique 100% a ser presidente. Pero lo que más le reprocha es que no respetaría la Constitución al ser empleado de la Española y el Casmu. "Dice gobernar con el programa del Frente en una mano y la Constitución en la otra. Nosotros lo que le pedimos es que además la lea", ironizó.
La acusación de Gandini se fundamenta en dos artículos de la carta magna. El 124, que establece que "los Senadores y los Representantes tampoco podrán durante su mandato: 1º) Intervenir como directores, administradores o empleados en empresas que contraten obras o suministros con el Estado, los Gobiernos Departamentales, Entes Autónomos, Servicios Descentralizados o cualquier otro órgano público…". Y el 171, que agrega que "el Presidente de la República gozará de las mismas inmunidades y le alcanzarán las mismas incompatibilidades y prohibiciones que a los Senadores y a los Representantes".
El presidente es un asalariado en la Española y el Casmu y el conflicto puede ser ético pero no es inconstitucional. Dos reconocidos abogados constitucionalistas coincidieron en que el artículo 171 no le prohíbe al presidente ser empleado de esas dos empresas.
"Para que se aplicara incompatibilidad deberían darse conjuntamente dos requisitos. Uno de ellos es que sea empleado, administrador o director de una empresa que contrate con el Estado. Y el otro, que ese contrato sea de obra o de suministro", explicó Horacio Cassinelli Muñoz, abogado constitucionalista y catedrático grado cinco de la facultad de Derecho. A su juicio ni la Española ni el Casmu contratan específicamente obras o suministros con el Estado.
El abogado, y ex senador colorado, Ruben Correa Freitas, coincidió en que la Constitución no le prohíbe al presidente de la República específicamente que ejerza su profesión de médico. "Los políticos cuando queremos criticar le buscamos la quinta pata al gato, el planteo me parece un exceso de celo", opinó.
Igual aclaró que, a su juicio, "lo deseable sería que el presidente se dedicara exclusivamente al ejercicio de la Presidencia de la República y tuviera incompatibilidades igual que los jueces", que no pueden tener ninguna otra actividad, salvo la docencia. "Si esto lo hubiera hecho un blanco o un colorado, lo hubieran colgado en la plaza pública. De eso no tengo la menor duda. Eso es lo que a veces me da rabia con estos temas, porque uno ve que hay un sentido de la ética para unos y otro para otros".
Para Correa Freitas el tema se resuelve con una ley que "establezca prohibiciones absolutas para el presidente de la República y para los ministros de Estado". Gandini ya emprendió ese camino y su proyecto que establece la exclusividad de tarea para la cabeza del Poder Ejecutivo duerme en el cajón de la Comisión de Constitución y Códigos.
Como el presidente lo ignora y sus colegas legisladores no le dan mucha importancia al planteo, Gandini, quien sabe ser insistente, encontró otra vuelta. Le pidió a la Junta Asesora en Materia Económica Financiera del Estado, conocida como Junta Anticorrupción, que se pronuncie sobre constitucionalidad o no de las actividades privadas del presidente.
Por qué Vázquez quiere seguir ejerciendo la medicina, sólo él lo sabe. Si su vocación es tan fuerte, para evitar conflictos de intereses con sus actividades privadas, podría ejercer su vocación honorariamente en algún hospital público donde, al parecer, hacen tanta falta especialistas. Suponiendo que a Vázquez le alcanza con el sueldo de 215.545 pesos que le corresponde al presidente de la República.
Además tiene otros ingresos. El presidente es socio de los doctores Álvaro Luongo, Pedro Kasdorf (director del Servicio de Radioterapia del Instituto Nacional del Cáncer) y Miguel Torres (director del Servicio de Oncología y Radioterapia del Hospital de Clínicas) en una de las dos principales clínicas oncológicas del país y tiene vínculos directos con dos de las mutualistas más grandes e importantes: la Española y el Centro de Asistencia del Sindicato Médico del Uruguay (Casmu). Es empleado de ambas empresas, y entre los dos sueldos gana 51 mil pesos mensuales.
Vázquez se desempeña en el Casmu como "oncólogo de zona" pero nunca concurrió a ese centro de salud a trabajar, sino que deriva los pacientes a la clínica COR para hacer atendidos, informaron fuentes médicas.
El contrato entre el SMU y COR caducó el 1° de marzo y sólo fue prorrogado por tres meses a pesar de que estaba previsto en una de sus cláusulas que la renovación podía ser automática. Sucede que existe malestar entre los profesionales por el tratamiento técnico que se les dio a los pacientes del Casmu. Un integrante de la Junta Médica de la institución informó a Qué Pasa que uno de los mayores problemas se dio cuando el médico solicitaba que el tratamiento de la enfermedad fuera a través de un acelerador lineal y los técnicos de COR, muchas veces, decidían implementar otra técnica.
Es por eso que la llave para que se pueda firmar un nuevo contrato entre ambas instituciones está en los aspectos técnicos. La directiva del SMU quiere que exista en el acuerdo una cláusula en la que la dirección técnica del tratamiento de la enfermedad quede exclusivamente en manos de los médicos del Casmu y no en los profesionales de COR.
El contrato original está firmado, entre otros, por Tabaré Vázquez.
El presidente no sólo tiene relaciones contractuales con el Casmu. Cuando comenzó a armar su gabinete una vez que triunfó en las elecciones nacionales de octubre de 2004, Vázquez pensó en María Julia Muñoz como ministra de Salud Pública. La ex secretaria general de la Intendencia de Montevideo era entonces gerenta del Casmu y puso como reparo a la propuesta de Vázquez el aspecto económico. Su sueldo en la mutualista era muy superior al que percibiría como ministra, un cargo que dura cinco años siempre que no existan problemas de gestión que desemboquen en una renuncia o una remoción. Ante ese requerimiento, Vázquez solicitó a la Junta Directiva del Casmu que le preserve el cargo a Muñoz mientras cumpla sus funciones como secretaria de Estado, informaron fuentes médicas. El pedido fue aceptado.
Aunque Vázquez no quiera hablar del tema, los roles de presidente, médico y empresario, se confundieron alguna otra vez. Un ejemplo fue cuando el Ministerio de Salud Pública puso fin al ciclo de los oncólogos Leborgne en el hospital Pereira Rossell en 2005. José Leborgne, que había sustituido a su hermano Félix al frente del departamento de Radioterapia, fue cesado, en lo que se puede interpretar como otra escaramuza en una guerra entre los Leborgne y Cor, archiconocida por la gente del sector.
Ese enfrentamiento se originó durante el segundo mandato de Julio María Sanguinetti (1995-2000). Según contó uno de los fundadores de COR, en ese período existió "un sistemático desprestigio" desde el Ministerio de Salud Pública a la práctica de la radioterapia como forma de curar el cáncer. Para los socios de Vázquez, esta "campaña" tuvo como objetivo dañar la imagen del entonces presidente del Frente Amplio, ya que era la cara visible de COR y además profesor de la Universidad de la República en la materia.
La "embestida" comenzó a tomar forma -siempre según uno de los ex socios de Vázquez- cuando, a pedido del MSP, llegó una misión de especialistas españoles para hacer un relevamiento en las clínicas de radioterapia. El informe de los profesionales destacó a la clínica Leborgne como la más capacitada para hacer esas intervenciones.
Luego, el episodio que terminó por colmar la paciencia a las autoridades de COR ocurrió en el mandato de Jorge Batlle. Jerarcas de Salud Pública solicitaron un informe al Director Técnico de un instituto de Santiago de Chile. En base a ese material, la Dirección Nacional de Tecnología decidió clausurar a COR por supuestos desperfectos en el equipamiento. La clausura duró 24 horas. Qué Pasa intentó conocer la versión de los Leborgne, pero ellos no quisieron hablar.
Quienes han trabajado cerca de Vázquez aseguran que el presidente no pierde la calma nunca, ni siquiera la perdió en el peor momento de la guerra entre oncólogos. Nunca sube el tono, no se le mueve un pelo, pero cuando habla, lo hace de una forma que no deja lugar a dudas. Si pide algo, está dando una orden, y si no se cumple, puede "arder Troya". "Es algo difícil de describir, tiene un ángel, transmite una cosa de encantamiento", dijo una persona allegada al presidente, que lo definió como un individuo extremadamente controlado.
En su vida pública, el presidente tampoco parece alterarse demasiado por lo que se dice de él. Muy pocas veces la oposición logra ofuscarlo, al menos públicamente. Y eso parece muy difícil que vaya a cambiar.
Vázquez se desempeña en el Casmu como "oncólogo de zona" pero nunca concurrió a ese centro de salud a trabajar, sino que deriva los pacientes a la clínica COR para hacer atendidos, informaron fuentes médicas.
El descanso
A diferencia de la residencia de Suárez en Montevideo, que se convirtió en la oficina de Tabaré Vázquez, la estancia de Anchorena y la residencia oficial de Punta del Este han sido utilizadas por el presidente para lo que fueron concebidas: el descanso. Siempre que va, el presidente pasa bastante desapercibido en la zona -a diferencia de algunos de sus antecesores, como Julio María Sanguinetti- y se dedica, sobre todo, a pescar. Una de sus pasiones.
El mandatario visita bastante seguido la estancia de Colonia, pero no todos los fines de semana. Desde que él es el dueño de casa, hay nuevas restricciones. Antes, el muelle de la estancia estaba abierto para que yates y veleros particulares atracaran allí. Vázquez lo prohibió. Ahora, quienes llegan al lugar no pueden pasar del puesto de visitas. Las visitas guiadas son los jueves, viernes y sábados, de tarde y de mañana. Vázquez no aparece cuando están los turistas y tampoco pasea por Colonia; se queda en la estancia para pescar y cocinar, según comentan los trabajadores del lugar.
El presidente va mucho menos a la casa de Punta del Este. Este año fue una o dos veces. También en Maldonado aprovecha para pescar. Una vez su mujer salió a hacer las compras caminando.
Antes de asumir, los medios informaron que Vázquez tenía la intención de derribar los muros de la residencia de Suárez y destinar la de Punta del Este a paseos de escolares. Los muros siguen donde estaban. En Punta del Este, los que más disfrutan la residencia son los policías y los cuidadores. (Producción: corresponsales en Colonia y Maldonado, Pedro Clavijo y Marcelo Gallardo)
Todos los ingresos del presidente
En marzo, el pluriempleado presidente Tabaré Vázquez tenía ingresos mensuales por 324.341 pesos, depósitos por 4:459.437 pesos en tres bancos de plaza, el 20% de su casa en el Prado (180.000 pesos), una Toyota Hylux 2005 valuada en 940.000 pesos y cuotapartes de dos cuentas del Banco República (BROU) por 23.066 pesos, según su declaración jurada. Si se suman todos esos conceptos, su patrimonio neto era de 5:602.503 pesos (unos 230.000 dólares), casi el doble del que declaró apenas asumió la Presidencia.
Si el 80% restante de la casa de la calle Buschental es de su mujer, María Auxiliadora Delgado, no se sabe. Vázquez y la primera dama tienen separación de bienes y ella no está obligada a dar a conocer su parte. Su declaración se presenta adjunta a la de Vázquez en la Junta Asesora en Materia Económico Financiera del Estado, pero el organismo no la difunde. La pareja disolvió y liquidó su sociedad conyugal en 1986, cuatro años antes de que asumiera como intendente de Montevideo.
Los ingresos mensuales del mandatario crecieron poco más de 13.000 pesos entre 2005 y 2007, si se comparan los datos de las declaraciones juradas del día de su asunción y de este año. El sueldo del Casmu pasó de 6.053 a 8.026 pesos, el de la Española de 34.460 a 42.970 y el de presidente de 175.505 a 215.545. El concepto que disminuyó fue el de ejercicio liberal de la profesión, que bajó de 95.000 a 57.800 pesos por mes.
En cuanto a sus cuentas bancarias, el depósito en Lloyds Bank bajó de 898.294 pesos a 620.670 y el del Discount Bank subió de 3.988 a 114.940. Además, en la última declaración jurada muestra dos nuevas cuentas en el BROU, una con 1:220.823 pesos y otra con 2:503.004. Sus cuotapartes en otras dos cuentas del BROU (25% de cada una) se redujeron de manera importante: de 869.785 pesos a 23.066.
Además de ingresos, depósitos y bienes, Vázquez es garante de dos préstamos desde que llegó a presidente, aunque el monto de las deudas se redujo. En 2005 era fiador solidario ante el ABN Amro Bank de un préstamo a plazo fijo por 144.999 dólares (86.999 en 2007) y ante el BROU por dos vales que sumaban 407.343 dólares (283.593 en 2007), siempre según las declaraciones juradas presentadas al principio del gobierno y este año.