Crónica de la mano en la lata

| Los periodistas Pablo Alfano y Fabián Werner editaron un trabajo de investigación narrando detalles del primer gran caso de corrupción en el primer gobierno de izquierda del país.

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2008-02-16 00:00:00 267x392

CÉSAR BIANCHI

Que el equipo que manejaba los casinos municipales organizó una "colecta" entre las empresas que arrendaban máquinas tragamo- nedas para remodelar la sala de juegos del Parque Hotel, antes de resultar las adjudicatarias de un importante negocio con la Intendencia de Montevideo (IMM), no es nuevo. Tampoco es noticia que la cooperativa Mozlui, a cargo del servicio de bar del mencionado edificio público, recibió presiones de parte de los principales asesores de Juan Carlos Bengoa, si querían seguir manteniendo su servicio. Ni siquiera es novedoso el intercambio epistolar entre el ex director de Desarrollo Económico e Integración Regional de la IMM, Alberto Rosselli, y los proveedores de los slots que querían, de generosos nomás, realizar las "donaciones" voluntarias de 25.000 dólares cada empresa para remodelar el Parque Hotel.

Sin embargo, el libro La mano en la lata de los periodistas Pablo Alfano y Fabián Werner (ambos del semanario Brecha) sobre el Caso Bengoa arroja luz sobre unos cuantos aspectos desconocidos hasta el momento. Por ejemplo, señala que Rosselli reconoció en el juzgado entre el 24 y el 28 de septiembre que había cometido "un grave error" al intercambiar cartas con las empresas que aportaron dinero para la refacción de las salas de juego mencionadas.

Admitió que se equivocó al usar el término "donaciones" e incluso confesó que el hecho de haber participado de esa colecta a la Intendencia "significaba un mérito de las empresas ante la futura licitación para el arrendamiento de slots".

Otra curiosidad que aporta la investigación de Alfano y Werner es que la mayoría de las empresas que aportaron dinero de su bolsillo para la remodelación del Parque Hotel dejaron debidamente registrado el hecho (y con palabras idénticas) en las ofertas para la licitación cuestionada. "Se deja constancia de que (...) participó conjuntamente con las otras empresas participantes del reciclamiento de la sala de casinos del Parque Hotel", decían las empresas en el ojo de la tormenta. Palabras más, palabras menos.

Felipe Ruiz, encargado del mantenimiento de los slots al frente de su emrpesa Sabid S.A., y hoy procesado junto a Bengoa, Orestes González Braida, José Antúnez y Gustavo Dalmonte, los principales colaboradores del ex director de Casinos Municipales, dijo en la Justicia que por ser el responsable del proyecto de remodelación del edificio había cobrado un 30% de los costos, pero de inmediato se rectificó y dijo que sólo recibió 30.000 dólares, lo que en realidad equivale al 10% de lo gastado en la reforma si de veras el costo total fuera de 270.000 dólares.

Ruiz, hoy en prisión, dijo no tener los recibos originales y reconoció no haber facturado egresos para contratar a los ejecutantes de las obras con el único fin de evadir impuestos. Toda una confesión.

Las andanzas de Cohn y Kan

Según los autores del libro, cuando la jueza Fanny Canessa y la fiscal Olga Carballo leyeron el expediente tramitado en la interna de la Intendencia, se hicieron una pregunta en voz alta: ¿Cómo podía ser que un grupo de empresas contratadas directamente, sin un llamado a licitación, se pusieran de acuerdo para hacer una "colecta" de dudosa legalidad con el objetivo de refaccionar un edificio público, antes de resultar adjudicatarias de un millonario negocio?

Pues bien, ahí nació la hipótesis de la "coima".

Dos empresarios quedaron bajo el ojo de la tormenta: Raúl Cohn, accionista de 10 empresas que arriendan tragamonedas a la comuna, y su socio de mucho tiempo, Roberto Kan.

La investigación periodística explica con profusos detalles lo que llama "la red" de intereses empresariales comunes, es decir las conexiones ocultas entre cada una de la veintena de empresas que entraron al negocio del arrendamiento de slots, con el aval del procesado Bengoa.

Hay apuntes pintorescos en el capítulo 6, llamado "La Colecta". Por ejemplo, el directivo de las empresas Zorbas y Borelco, Eduardo Ferencz -yerno de Raúl Cohn- dijo que "había que darle el dinero a Ruiz", que era el encargado de recolectarlo y agregó: "Me presentaron el negocio así". Dijo desconocer de quién fue la idea e ignorar el monto a aportar.

Resulta raro que no le haya consultado a su suegro, "señalado por muchos como el promotor de la idea y además fue quien le permitió ingresar en el negocio, vendiéndole dos de sus sociedades anónimas", afirman los periodistas.

Werner y Alfano consignan que la aparición del cuñado de Bengoa, Javier Antonio Dibitonto Villar, en la "más comprometida" de las empresas investigadas (Folway S.A.) terminó de complicar la situación del ex director de Casinos, entonces ya comprometido por ser el mentor de la gestión deficitaria al frente de casinos municipales. Dibitonto es hermano de Andrea, la pareja de Bengoa. Desde el 5 de junio de 2005 al 27 de mayo de 2006 fue empleado pago de Folway y cinco días después pasó a formar parte de la también en aprietos Sabid, empresa de Felipe Ruiz.

Vale recordar que Folway estuvo en el meollo del tráfico de influencias y conjunción de intereses público y privado que signó la gestión de Bengoa en los casinos municipales.

El libro, de Letraeñe Ediciones, oficia de recopilación de toda la información publicada en la prensa de 2005 a la fecha (investigación originada por los propios periodistas en Brecha) pero analiza cuidadosamente cada uno de los personajes y las empresas involucradas, así como su compleja vinculación. Los realizadores no entrevistaron para la ocasión al propio Bengoa o al ministro de Economía, Danilo Astori, quien defendió hasta último momento al dirigente de su sector (Asamblea Uruguay).

En La mano en la lata los autores también afirman que era veraz la información de El País (del 17 de febrero de 2007) que daba cuenta que el entorno del presidente Tabaré Vázquez contaba con documentos probatorios de muchas de las irregularidades en la gestión de Bengoa. "El expediente con toda la documentación sobre los presuntos hechos irregulares" en la era Bengoa "está en poder del presidente Vázquez", publicó El País y desmintió Presidencia. Claro, no había tal "expediente" entendido como un informe oficial, sino una gran suma de papeles que demostraban los vínculos entre empresas y familiares del equipo armado por Bengoa.

Lo sabía Ricardo Ehrlich (antes de asumir como intendente) y lo sabían dirigentes del Partido Socialista, incluyendo a Ariel Bergamino, estrecho colaborador de Vázquez, afirman los periodistas.

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