César Bianchi, en Gualeguaychú
Jueves 12 , 15.30. Cientos de cerealeros, camioneros del agro y transportistas de carga general juran no moverse de la ruta 14 hasta que la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner (Cristina, para todos) no cambie su discurso y habilite el diálogo con el campo. Desde hace más de tres meses sostienen un reclamo que ha puesto en jaque al gobierno K, acuciado por el fantasma del desabastecimiento. A 30 kilómetros de allí, sobre el kilómetro 28 de la ruta 136, Miguel González está solito sentado en una reposera playera, esperando que algún vehículo llegue hasta ahí para decidir si el motivo por el que el conductor quiere pasar al otro lado, eso es para Uruguay, es justificable o no para cederle el paso.
González, de 64 años, argentino hijo de uruguayos, protagoniza un piquete, al igual que todos los actores sociales de la protesta que el agro lleva adelante en la ruta 14.
Está ahí en Arroyo Verde cortando el tránsito de la ruta que unía a Fray Bentos en Río Negro con Gualeguaychú de Entre Ríos. Abrumado por el ocio, este buen hombre jubilado y que vive del alquiler de un par de apartamentos, está para decirle "no" a Botnia, la papelera finlandesa que comenzó a operar en noviembre de 2007. Las imágenes de 80.000 personas en el puente en 2006 quedaron viejas. Promediando 2008 alcanzan los dedos de la mano para contar a los asambleístas presentes. Todos parecen haberse mudado a una protesta un tanto más actual, 30 kilómetros más al oeste.
González no tiene más compañía que un gendarme que pide nombre y número de cédula. Dice que hay "dos o tres" durmiendo la siesta y otro más salió a caminar por el monte. Pensándolo bien, el descampado parece ser un buen sitio para reflexionar.
Sugiere una visita al otro piquete, el que le duele más al país vecino por estos días, y recomienda volver a la noche a Arroyo Verde. Habrá una peña con truco y comilona hasta la madrugada.
Él prefiere no hablar con la prensa y asegura que si estuvieran despiertos los que duermen la siesta, tampoco lo harían. Para eso están los asambleístas "mediáticos".
En el lugar siguen los mismos mensajes que hace dos años: "Fuera Botnia", "Tabaré violador", "Finlandia terrorista ambiental" y la imagen con la foto de Tabaré Vázquez y una leyenda que dice: "Seré traidor pero pagan bien". Las mismas consignas que sostienen desde 2006, la misma perseverencia de unos pocos que -aseguran- se multiplicaría en convocatoria si alguien pretendiera cruzar el paso a prepo.
"Mirá vos: hace 10 minutos ¡se fueron ocho!", se lamenta. "Eso de que hay una sola mujer acá es mentira. Ella ahora no está, se quedó en su casa porque tenía algunos asuntos que atender, pero estoy yo de guardia".
En la ruta 14, el clima es muy distinto.
Piquete y contrapiquete. Contar los camiones uno por uno es una tarea fútil. Algunos dicen que hay 500, otros que son mil. Los hay con cereales, con madera, con pollos, con leche, con frutas y con autos cero kilómetro. Los cerealeros encabezan la protesta, pero atrás les siguen (involuntariamente) los transportistas de carga, que no pueden trabajar porque la soja y el girasol están guardados en silos hasta que Cristina y el campo lleguen a un acuerdo.
Alejandro Yañez tiene 25 años, un hijo de 3 y un aburrimiento evidente. No tiene idea de cuántos kilos de madera en tablas está cargando. Vive en Villa Regina, provincia de Río Negro, pero hacía el viaje desde Federación hasta Moreno, en Buenos Aires, para exportar el producto. De fondo se escucha ¿Qué tendrá el petiso? de Ricky Maravilla. "O trabajamos todos o no trabaja ninguno. Es justo el reclamo, pero si no podemos circular, no ganamos", dice.
Hay siete kilómetros de un camión con zorra atrás del otro. Algunos están estacionados sobre la ruta de tal forma que impiden el paso de autos particulares o micros. Es el llamado "contrapiquete": como a los fleteros no los dejan trabajar y se vieron forzados a ser "solidarios" con los chacareros, decidieron impedirle el paso a los turistas o personas ajenas al conflicto. En buen romance, algo así como: "si yo no paso, vos tampoco".
Néstor Esteban, de 34 años, está muy molesto. Estuvo cinco días parado en Santa Fe cuando llevaba vino y se perdió el cumpleaños de su hija María Luz, de 8. "Los productores `supuestamente` tienen el paro levantado, pero en los hechos no nos dejan pasar. Pero si un camión con cereales quisiera pasar, los productores lo van a parar. Esto es un manoseo: del gobierno al campo, del campo a los transportistas de cereales, y de éstos a nosotros, los de cargas generales", afirma. Y así están: en el mismo lodo todos manoseaos, una postal ilustrativa del argentinismo de estos días.
Esteban lleva 10 días de un viaje que en situaciones normales le demandaría cinco. Espera que se solucione a tiempo para estar en el primer cumpleaños de su otra hija, María José.
Luego se asombró por la pregunta por el piquete contra Botnia. "Eso se desgastó por el propio paso del tiempo. Lo mismo va a pasar con éste", pronosticó.
El hombre sostiene un razonamiento compartido por todos los que están en la ruta: si el Ejecutivo pensaba destinar los fondos de las retenciones móviles (ganancias) a la soja para refaccionar hospitales y escuelas, ¿por qué Cristina no lo dijo antes, cuando la campaña electoral? Y ¿por qué no anunció el aumento de las retenciones del 35 al 44% antes de la siembra, para que los productores puedan optar a su riesgo si sembrar o no?
Ahí el origen del conflicto: luego de la cosecha, los productores indignados decidieron no comercializar los granos y guardarlos hasta que pase el temblor. Pararon los transportes de cereales y tras ellos fleteros de otros rubros.
Gustavo Carrizo, de 38 años, llevaba seis horas con su camión vacío en el kilómetro 53. Venía de Montevideo y pretendía ir hasta las papeleras Del Plata en Zárate para cargar telas para pañales y volver a Uruguay, a Aipusa en Pando. Residente en Lomas de Zamora, hasta ahora el paro no lo afectaba demasiado, apenas si estaba detenido dos, tres o cuatro horas. "Ellos tendrán sus razones, pero nosotros los camioneros siempre quedamos en el medio. Trabajamos por kilómetro y si no los hacemos no cobramos. El paro que hace el Sindicato de Camioneros es porque no nos dejan circular, no porque tengamos ganas".
"Yo no tengo soja, no tengo 4x4, no tengo hectáreas de campo, no tengo nada. Lo que sé es que me tengo que levantar todos los días a las cuatro de la mañana y meter kilómetros porque si no mi familia no come", agregó.
Minutos antes de las 18 y cuando todos se preguntaban dónde podía estar el carismático productor y presidente de la Federación Agraria de Entre Ríos, Alfredo De Angeli, un veterano apareció por los aires, en un parapente con motor.
La ocurrencia del adulto mayor divirtió a todos: gendarmes, productores que gritaban "¡ahí viene el Alfredo! ¡ahí viene el Alfredo!" y todos los movileros y camarógrafos porteños que llevaban varios días de cobertura periodística.
De pronto, cuando el hombre se quedó sin combustible y empezó a caer lentamente, dos personas llamaron a asamblea. La asamblea de "las bases" consistió en una discusión de cinco minutos entre productores y camioneros en rueda. Decidieron levantar el corte como estaba previsto para esa hora y volver a interrumpir el pasaje por la ruta 14 al otro día a las 9 horas. Un misionero trajo una bolsa de "facturas" y el cámara del programa TVR se divirtió a lo grande. También cuando entrevistó al pintoresco ganadero Carlos Moscó.
El paisano -boina, bombacha y habano- le retrucaba al periodista que le recordó que Cristina K había dicho que ellos no dejaban trabajar a otros. "¡La que no nos deja trabajar es ella! Si nos deja trabajar, dejamos trabajar a todo el mundo. Las retenciones eran del 27, las subieron al 35 y seguimos laburando como si nada, pero ¡¿recién ahora las sube al 44%?! No se pueden cambiar las reglas del juego con el partido empezado. Lo de la plata para los hospitales es puro cuento. Será para las provincias que firmen un convenio con el gobierno, para los que no, ni una curita", dijo.
Consultado por Qué Pasa sobre el otro piquete a 30 kilómetros de allí, Moscó fue más medido. "Se hizo para que Botnia no se instalara, pero se instaló igual. Ahora hay que ver si contamina o no, y confío en que el gobierno uruguayo hará los análisis del caso", dijo. Por lo bajo agregó que no le veía ninguna utilidad al corte de ruta vigente en Arroyo Verde, pero que no podía decirlo a viva voz porque muchos asambleístas estaban acompañando la protesta contra el gobierno por los perjuicios del campo. "Además, si se puso allá es porque de este lado Busti le pidió una coima muy grande", agregó Moscó.
A las 18.20 los camiones comenzaron a circular bajo un aplauso cerrado de muchos productores rurales y la mirada cómplice de los gendarmes. Todo en calma.
la otra lucha. Por el centro de Gualeguaychú todavía se ven las pegatinas contra las papeleras. Los autos tienen los pegotines con la inscripción "No a las papeleras" o "Fuera Botnia" y muchos comercios tienen un cartelito con los colores de la bandera argentina en su puerta que de un lado dice "abierto a la vida" y si se lo da vuelta dice "cerrado a Botnia". El merchandising es una de las pocas formas de recaudación de la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú, reconoció José Pouler, uno de sus principales referentes.
A la lucha contra la pastera del lado uruguayo y contra la presidenta por las retenciones móviles a la soja se le suma una tercera postura combativa. Por las calles de la ciudad entrerriana se pueden ver afiches que dicen "no al tren bala", un emprendimiento de capitales extranjeros financiados, en parte, por el Estado argentino que demandará una inversión de 4.000 millones de dólares para un tren de alta velocidad que unirá Capital Federal con Rosario y Córdoba. Ni por asomo el tren bala pasaría por Gualeguaychú.
Pouler, en su pizzería, dijo que "todos los reclamos son justos". Él apoya a la gente del campo, pero dice que prefiere no mostrarse en la ruta 14 para que no haya malos entendidos. Para él es prioridad que Botnia se vaya.
"Hoy hay como una guardia las 24 horas, algo simbólico. Nunca hay más de cinco personas. Esto demuestra que no hay gente paga. Nuestra lucha no está debilitada, es mediática. Cuando Uruguay movilizó su Armada, nosotros movimos a los geriátricos o los jardines de infantes", dijo. Para Pouler, uno de los voceros de la primera hora, la convocatoria perdida no tiene relación al funcionamiento de Botnia, sino a que no hay función para cumplir.
"Habiendo una persona para levantar la barrera o detener al que quiera pasar, ya está. Ya no hay presión, es una ruta muerta. Del lado uruguayo hay un respeto total y nadie intenta pasar. Y muchos argentinos intentaban pasar con prepotencia o mentiras hasta el primer año de nuestra medida. Por eso era necesario que hubiera mucha gente para disuadirlos y explicarles que estábamos protestando", dice Pouler.
Jorge Fritzler, uno de los considerados "radicales" de la asamblea, piensa muy parecido a él. "Lo que pasa es que muchos que estaban con nosotros son productores rurales, entonces están con el tema del campo, pero ni bien eso se solucione volverán a nuestro corte de ruta", sostuvo.
"Si alguien quisiera pasar de pesado, con una llamada a los cinco minutos hay 50 o 200 personas acá impidiendo que esa persona pase. Hoy hay una guardia mínima pero no porque haya desánimo. Quizás por el frío o porque muchos trabajamos... No podemos pasarnos protestando y no trabajar", añadió Fritzler, quien tiene comercio minorista y mayorista de fiambres.
Ambos coinciden en otra cosa. Están convencidos de que Botnia se va a ir en algún momento por la presión ejercida por el movimiento social, independientemente de lo que falle el Tribunal Internacional de La Haya. Pouler y Fritzler creen que el desencanto del pueblo fraybentino (y uruguayo en general) será crucial para ganarle la guerra a la empresa finlandesa.
"En algún momento se rebelarán los uruguayos. Con Ence en Conchillas, Stora Enso en Durazno, Portucel en Lavalleja... se van a ir escuchando voces de protesta de a poco", dijo Pouler. Fritzler, por su parte, señaló que Botnia apenas destinó 23 puestos de trabajo a los fraybentinos. "La gente de Fray Bentos se está dando cuenta que no solucionaron sus problemas. Hoy Botnia está produciendo poco para no levantar sospechas, pero cuando produzca a gran escala, será proporcional el olor y la contaminación. Y ahí la gente va a reaccionar".
Ninguno de los dos estuvo en la reunión social programada para la noche en Arroyo Verde. Pouler había estimado que serían 60, pero al llegar al lugar, un grupo de cuatro que jugaban al truco mientras otro asaba pollos, dijeron que habían 20 personas "al lado" en la sede de la asamblea.
-¿Saben si ahí adentro está De Angeli?
-Te equivocaste de corte...-contestó uno.
-Él también es miembro de la Asamblea Ambiental y antes de estar en el conflicto del campo luchaba contra Botnia...
-Te equivocaste de corte...-insistió.
-Y tampoco lo queremos acá-dijo otro.
De la casita de al lado salieron Juan Veronese y su esposa Gilda. Ella muy dispuesta a dialogar, él bastante desconfiado del periodismo uruguayo. Gilda estimó que habían "como 40 personas" cenando adentro, pero no permitió el paso. Su marido la interrumpió: "no les digas nada, no sabemos quiénes son... Nosotros nos sinceramos con quienes sabemos que entienden nuestra lucha. No sé si estás para dar los datos exactos o para publicar información tendenciosa", se justificó.
Gilda retomó el diálogo y dijo que son "numerosos" los que se turnan todos los días en la vigilancia. "¡Hay momentos en que somos 500!", insistió Juan Veronese. El matrimonio tampoco convalida eso de que la convocatoria haya mermado por la chimenea humeante de Botnia. "Por el contrario, se fortaleció nuestro espíritu de lucha. Todo Gualeguaychú tiene nuestra camiseta puesta", dijo Gilda de Veronese, quien corrigió a González: cuando Qué Pasa pasó la barrera el jueves a media tarde no habían "dos o tres" personas durmiendo sino "ocho parejas".
"Con nuestra movilización y nuestros contactos en toda América Latina, Botnia se va a tener que ir. Pero aunque La Haya falle a favor de Uruguay, de acá no nos sacan. El Estado argentino acatará pero nosotros no tenemos por qué", dijo Veronese. Su generación, dijo, se quedará de por vida en Arroyo Verde, y ya se sumaron hijos y nietos. "Lo de ellos es una traición a la humanidad".
Un integrante de los ambientalistas explicó -antes de volver a terminar su pollo adobado- por qué a algunos no les cae bien el pintoresco De Angeli: hay quienes creen que buscó acercarse a la asamblea en procura de réditos políticos para su Federación Agraria, cuando los ambientalistas no querían grupos políticos. "Igual, siempre estuvo cerca y se movió como uno más", dijo esa fuente.
Una hora antes, De Angeli -en directo para todos los canales argentinos desde la ruta 14- había dicho que el campo iba a aguantar a pie firme hasta el final y le pedía flexibilidad a Cristina.
Con las cámaras apagadas, reconoció que le había pedido "prudencia" y "cautela" a sus colegas más radicales que le habían exigido endurecer el piquete no dejando pasar autos y colectivos. "Si dejamos pasar a algunos sí y otros no, la mina se nos va a cagar de risa", se escuchó decir a un productor. "Hay que dejarlos pasar, porque sino acá se arma un quilombo", les contestó De Angeli. Ni que fuera vidente...
A la medianoche del jueves 12 sólo quedaban periodistas, camarógrafos y técnicos de todos los canales en el kilómetro 53 de la ruta 14. Estaban apostados allí desde hacía un par de días por error. "Los medios enviaron cronistas porque estaba previsto que vinieran del Sindicato de Camiones de Hugo Moyano, el de la CGT, pero no vino... entonces, ya que estábamos acá, apostamos a la curiosa figura de De Angeli", dijo el periodista Bernardo Magnagno, de C5N.
Magnagno finalmente reportó desde el lugar la represión de los gendarmes a los chacareros y la detención del propio De Angeli y 18 productores rurales más, el mediodía del sábado.
Viernes 13, ¡maldición! A las 10 horas del viernes el corte de camioneros ya estaba instalado nuevamente en la ruta 14.
Tres productores desplegaron sus reposeras y se sentaron cómodamente a tomar mate frente a la larga cola de cinco kilómetros de camiones con zorra estacionados. Al lado de ellos estaban los gendarmes, tan tranquilos como siempre.
Entre los manifestantes estaba Heber Banchero, un uruguayo de 42 años radicado hace un par de décadas en Gualeguaychú. Banchero transportaba soja y girasol, por lo que es un afectado de primera mano. Pretendía llevar su carga a Rosario para que luego sea exportada a China. Pero no, su jefe tiene la soja guardada. "Para mí esto se va a agravar", dijo. "Si Cristina no afloja, se va tener que ir. Este país ha tirado tantos presidentes que uno más no va a ser problema".
Cuando un camionero brasileño pretendió pasar a como diera lugar, los periodistas prendieron sus micrófonos y los productores se sentaron en el piso para no dejarlo pasar. Explicó que debía llegar esa noche a Buenos Aires para la función del Cirque du Soleil. Sus colegas argentinos le pidieron una colaboración: que se adhiriera al paro dando la vuelta para tomar otra ruta no cortada. El brasileño se negó, pero al final cambió de opinión y se fue aplaudido.
Esa tarde el presidente de la Federación de Transportistas Rurales, Carlos di Nuncio, le comunicó a los camioneros que cargaran cereales porque el gobierno garantizaría el tránsito. Lejos de eso, al otro día Cristina quiso emular la fortaleza de su par español Rodríguez Zapatero ante un dilema similar y le ordenó a Gendarmería que retirara a los piqueteros para garantizar el tránsito y así volver a llenar las góndolas vacías de la capital.
Una "pueblada" autoconvocada hizo el resto. La represión terminó con De Angeli y 18 productores presos por unas horas. Volvieron las banderitas argentinas y entrerrianas (artiguistas) a la ruta, como hace dos años en Arroyo Verde.
En ese mismo momento, González seguía cortando el paso a Uruguay con la consigna "Fuera Botnia, viva la Patria". Y decía que de ahí lo sacarían "muerto". Es la versión masculina de Sira Muñoz, una mujer de 65 años que fuera destacada por el enviado de La Nación por ser quien, con su sola presencia, mantenía vivo el corte en la 136.
Muñoz hacía unos días que no iba porque había desatendido mucho a su familia (por el corte) y la habían rezongado. Desde su casa confesó que por estar tantas horas en el piquete anti-Botnia había puesto en peligro la unidad familiar. "Cuando no voy extraño horrores, es mi segunda casa".
"Los uruguayos son mansos, pero nosotros los vamos a ayudar a que tomen conciencia del daño. Son como un niño chiquito al que hay que enseñarle a caminar y dar sus primeros pasitos".
"¡Ustedes, los uruguayos, nos van a ayudar a ganarle a Botnia y hacer que se vaya! Fijate que con la contaminación van a morir chicos con cáncer... Hasta el presidente de ustedes, que es oncólogo, puede morirse de cáncer", advirtió.
Para Sira Muñoz el piquete es su modus vivendi, esa forma de protesta que tanto gusta a los argentinos. u
La soja: un ¿yuyo? vital para el país
Los cultivos de soja representan 16,9 millones de hectáreas, más de la mitad de la tierra sembrada en Argentina. La cosecha fue de 47 millones de toneladas el año pasado. El 95% de la soja se exporta. Es el principal producto de exportación de Argentina, país que es el tercer productor y exportador mundial de esta oleaginosa. Desde 2001 a 2008 el precio de la soja aumentó casi cuatro veces: pasó de 150 dólares por tonelada a 530. Se estima que para este año la exportación de soja sea de 24.000 millones de dólares y que la recaudación oficial sea de 11.000 millones. Cristina Fernández, que en algún momento la calificó de "yuyo", anunció el 9 de junio la construcción de hospitales, viviendas y caminos rurales con los fondos de las retenciones.
Periodistas
"Que continúe"
Gabriel Gamarra, otro de los periodistas apostados en la llamada Ruta del Mercosur, cubriendo para el Canal 26, del cable. "Desde Buenos Aires da la sensación que lo de Botnia es una batalla perdida, aunque no es la guerra, y que lo que único que se puede hacer es cortar la ruta y perjudicar el turismo. Ojalá no contamine y se hagan todos los análisis que hay que hacer. Está bien que ese corte continúe, pero esto (el conflicto del campo) es prioridad hoy. Cuando esto se solucione el otro volverá a ser convocante porque las papeleras destruyen el ecosistema", opinó.
Bolsillo porteño
Lucas Martínez, productor del programa argentino TVR para su sección Cámara Registro, fue uno de los que cubrió las incidencias en el corte rural de la ruta 14. Opinó sobre cómo cree que los porteños ven ambos piquetes que se desarrollan en Gualeguaychú. "Se ven como desde lejos, como que ellos no tienen nada que ver y hasta los apoyan, hasta que les tocan el bolsillo. Ahí es cuando saltan y empiezan los caceroleos. El porteño piensa: `está todo bien, mientras no me jodan a mí", dijo. "Creo que son dos protestas totalmente diferentes. En ésta nosotros los periodistas aprovechamos la figura de De Angeli" y su diente rebelde.
"No avalamos cortes"
Tras la represión del sábado 14 a los productores rurales y camioneros en el kilómetro 53 de la ruta 14, el gobierno decidió dar una conferencia de prensa. Un periodista comparó la actitud del Ejecutivo ante el piquete del agro con la mantenida ante el corte de ruta por el conflicto con Botnia, y tomó la palabra el jefe de gabinete, Alberto Fernández. El dirigente dijo que "el gobierno no avaló nunca ningún corte. Pero los hay de características distintas. La diferencia (con el corte de Arroyo Verde) es que éste impedía el tránsito internacional y no desestabiliza el tránsito o el suministro en Argentina". Fue el único momento en que se vio enojado al jerarca durante la conferencia, junto al ministro de Justicia, Aníbal Fernández, tras reunirse con la presidenta. Fernández agregó que tras pedirle tres veces al ruralista Alfredo de Angeli que sacara a su gente de la ruta se decidió enviar a la Gendarmería porque ese corte (y otros 200, en ese momento) estaban afectando el abastecimiento del país. Pidió a los manifestantes que reclamen al costado de la ruta.
"Si el ministro (Fernández) quiere liberar la ruta, que venga a sacarnos", había dicho De Angeli, cuando delegados de la fuerza de seguridad quisieron negociar la liberación de la llamada "Ruta del Mercosur". A la una de la tarde del sábado 14 fue detenido en medio de forcejeos con los gendarmes.
Patiño los hizo enojar
n El 25 de mayo el embajador argentino en Uruguay, Hernán Patiño Mayer, pidió el levantamiento del bloqueo del puente binacional que une Fray Bentos con Gualeguaychú. El corte "daña la hermandad entre los pueblos" y constituye "una metodología agotada", porque "Botnia se muere de risa y sigue produciendo", dijo. "Ya no tiene sentido", dijo, y pidió que los asambleístas confíen en las negociaciones en La Haya. Algunos de los ambientalistas consultados en Gualeguaychú le contestaron. "Es una declaración fuera de lugar, sobre todo por su rol de diplomático. Es uno de los grandes culpables de que sigamos cortando la ruta porque estamos haciendo cosas que debería hacer el gobierno al que representa", dijo José Pouler. "¡Patiño habla a favor de la postura uruguaya! ¿Cómo puede chuparle las medias así? Si La Haya llega a fallar a favor de Uruguay le tenemos que pedir al gobierno que lo saque de ahí", sentenció Juan Veronese. Por su parte, Jorge Fritzler, dijo que el embajador "dice lo que le dicen que tiene que decir. Si dijera: `sigan con el corte que van bien`, lo sacan en un ratito".
Un conflicto que lleva más de 100 dias
El conflicto por el campo comenzó el 11 de marzo con el anuncio del entonces ministro de Economía, Martín Losteau, del aumento a las retenciones a la exportación de soja (del 35 al 44%) y de girasol (del 32 al 39%). Dos días después el sector agropecuario comenzó una serie de paros y protestas que ya lleva más de 100 días. Cortes de ruta, marchas de tractores y renuncia de comercializaciones de granos, carne y leche en todo el país fueron las principales medidas de manifestación. La Sociedad Rural Argentina, que reúne a los 10.000 empresarios más grandes del país, así como la Federación Agraria Argentina (200.000 pequeños y medianos productores) se pusieron la protesta al hombro. Los dirigentes agrícolas acusaron al gobierno de aumentar tributos de manera abusiva para capitalizar las fuertes ganancias por el alza internacional de precios, sobre todo de la soja, un 70% (en dólares) el año pasado.
En Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos se dieron los principales piquetes contra el tránsito de camiones como medida de protesta contra el Ejecutivo de Cristina Kirchner. Hasta la semana pasada eran 200 los cortes de ruta en todo el país y el fantasma del desabastecimiento llenó los informativos televisivos. Góndolas vacías, estaciones de servicio sin combustible y camiones lecheros tirando leche caldearon los ánimos de la cúpula gobernante que envió gendarmes a la ruta 14 para normalizar el tránsito.
El martes pasado la presidenta, en un giro conciliador, anunció el envío de un proyecto de ley al Congreso para que los legisladores respalden (o no) las polémicas retenciones móviles.