"Europa interesa sólo como ilusión de futuro y amenaza"

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La cuestión. ¿Cómo perciben los turcos, a mitad de camino de Oriente y Occidente, la cercanía de Europa?

La respuesta / Otros colores

A menudo el premio Nobel de Literatura reconoce la carrera de un escritor que ya dio lo mejor de sí. José Saramago es un ejemplo de esto. No es el caso del turco Orhan Pamuk, que nacido en 1952 es de esperar que tenga mucho para decir con ese género en extinción que parece ser la literatura con cierta exigencia. En Otros colores (Mondadori, distribuye Sudamericana), se recopilan ensayos políticos y literarios, entrevistas y relatos autobiográficos, que, como en toda su obra, permiten ver cómo es Turquía, un país que Pamuk ama y a su vez padece: sus posiciones contrarias al gobierno le han valido más de una reprimenda.

Para los que, como yo, viven sumidos en la imprecisión de las fronteras de Europa y entre libros, Europa ha sido siempre un futuro, un sueño; un deseo bueno o malo, querido o temido, un objetivo o un peligro que se acerca. Un futuro pero nunca una evocación.

Por eso, mis recuerdos relacionados con Europa, en la medida en que son dramáticos, dejan de serlo y se convierten en sueños: yo no tengo ningún recuerdo real de Europa. Por los que son como yo, Europa solo es interesante en cuanto ilusión de futuro y amenaza.

(...) Dostoievski, al escribir en un periódico hace 130 años sus impresiones de Europa, se pregunta: "¿Cuántos de los rusos que leemos periódicos y revistas no conocemos el doble Europa que Rusia?" -Y luego añade, medio en broma, medio furioso-: "En realidad conocemos Europa diez veces mejor, pero he dicho el doble que no quedara feo". El hecho de que el interés por Europa se convierta en obsesivo es una tradición centenaria para muchos intelectuales que viven en las fronteras del continente. Si una parte de los componentes de esta tradición ve la nostalgia excesiva por Europa como algo, en palabras de Dostoievski, "feo", la otra parte la considera inevitable y "natural". La lucha entre ambas aproximaciones al fenómeno tiene su literatura, a veces áspera y airada, a veces filosófica y metafísica, a veces irónica, y yo me siento más parte de esa literatura polemista que de Europa, de Asia, o de cualquier otra tradición.

La primera norma de esta tradición es no permanecer indiferente ante Europa. En este debate de "¿Qué vamos a hacer con Europa?" con el que tanto tiempo llevamos en Turquía y que resurgió con renovados bríos con la llegada al poder del islamista partido Refah como miembro de la coalición de gobierno, el primer paso que hay que dar es diferenciar entre el Occidente que se imagina como una pesadilla. He oído tantos consejos de tantas bocas, del liberal al islamista, del socialista al miembro de la alta sociedad, sobre la Europa que debería subrayarse -la Europa humanista, la Europa demócrata, la Europa cristiana, la Europa tecnológica, la Europa rica, la Europa respetuosa con los derechos humanos- que, como el niño que se hace el distraído harto de las discusiones en la mesa sobre Dios y la religión, a veces prefiero olvidar todo lo que oigo al respecto. No obstante, tengo un par de recuerdos divertidos que me gustaría compartir con mis lectores europeos, un par de secretos relacionados con la vida privada de las naciones que vivimos en la periferia de Europa. Presten atención a los recuerdos de la Europa que he vivido en Estambul.

1. Una frase que vengo oyendo desde que era niño en nuestra occidentalizada familia de clase media-alta: "En Europa se hace así". Se está preparando una ley de pesca, está usted escogiendo cortinas nuevas para su casa, está planteando alguna maldad contra sus enemigos...Esta frase mágica acaba de un golpe con todas las discusiones sobre los métodos, colores, estilo contenidos, etcétera.

2. Europa es un paraíso sexual. Una suposición relativamente cierta comparándola con lo que ocurre en Estambul. Como muchos varones turcos aficionados a las letras, vi por primera vez la imagen del cuerpo desnudo de una mujer en las revistas que venían de Europa. Este debe ser mi primer recuerdo de Europa y el que más me impactó.

3. "¿Qué dirían los europeos si nos vieran?" Es un temor y un deseo. A todos nos da mucho miedo que se fijen en los aspectos en que no nos parecemos a ellos y nos los reprochen. Es por eso por lo que queremos que se reduzcan las torturas en las cárceles o que al menos se hagan sin dejar marcas. Aunque a veces nos gusta vivir los placeres de exhibir que somos completamente distintos a ellos: pertenecen a este tipo de sentimientos el deseo del terrorista islamista de ser conocido, o el de que sea un turco el primero en disparar a un Papa.

4. Después de decir "Los europeos son muy educados, muy sutiles, muy cultos y muy elegantes", añadir, "mientras no se toquen sus intereses" y dar un ejemplo adecuado al grado de furor nacionalista: "Como el taxista del coche que cogí en París le pareció poco lo que le di de propina..." o "¿No lo sabías? Pues fueron ellos quienes organizaron las Cruzadas y los campos de concentración...".

Posteridad literaria

"Creo cada vez menos en la eternidad para los autores. Leemos muy pocos libros de los que se escribieron hace 200 años. Las cosas están cambiando tan rápidamente que los libros de hoy probablemente se hayan olvidado dentro de un siglo. Dentro de 200 años quizás cinco libros escritos hoy seguirán vivos. ¿Estoy seguro de estar escribiendo uno de esos cinco?"

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