Hay pocos departamentos con un campo tan despoblado como Salto. Salir de la capital departamental y tomar la ruta 31, hacia Tacuarembó, es iniciar un viaje en el que uno se transportará, durante kilómetros y kilómetros, al "medio de la nada", como dice el médico Ramón Soto. El 80,5% de la población salteña se encuentra en la capital, bien contra el río Uruguay. Allí viven 99.072 de los 123.120 pobladores, según el censo de 2004. El resto del departamento está muy despoblado, salpicado por pequeños pueblos o caseríos.
El fotógrafo Gerardo Fiorelli retrata esa desolación del interior salteño en esta página.
Cementerios y panteones perdidos en la mitad del campo, vehículos abandonados y parajes donde más que nada hay gente mayor y niños es algo de lo que se puede ver en el camino desde Rincón de Valentín hasta Paso Cementerio. Los jóvenes no están: ni bien pueden, se escapan a la ciudad.
En Arerunguá la gente camina lento y la gran atracción es bañarse en la cañada. En Carumbé hay una combi con chapa de Quaraí abandonada hace unos años: era de un brasileño que andaba en un circo. En Cerro Chato un parroquiano toma cerveza, mientras espera que pase el largo y caluroso día. Son postales del interior profundo.