Dúo de risas

| Michell de León y Rafa Cotelo unieron sus monólogos para un espectáculo que se presentará en el hipódromo de Maroñas

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Por: Mariel Varela

Malhumorado, pesimista, apagado y callado. "Mi mujer te puede corroborar que soy insoportable", se define Rafael Cotelo, columnista de Telemental (Canal 12) y Segunda pelota (Océano FM), murguista e integrante de la obra de stand up De pie

"Depresivo, terco y caprichoso", son las palabras que utiliza Michell De León para autodescribirse fuera de las tablas o cámaras. De León es quien imita a Cacho de la Cruz y a Orlando Petinatti en Terapia de pareja.

Malhumor de lado, los dos humoristas se han juntado para una serie de shows de monólogos. El primero ya se vio en el boliche La City y el próximo será el domingo 15 en el Hipódromo de Maroñas. Allí, claro, aflorará de nuevo el "yo público" que los ha transformado (cada uno en lo suyo) en dos de los cómicos más destacados del país. Fuera de las presentaciones, como dicen a Sábado Show, no tienen el chiste tan a flor de piel, no se sienten cómicos, en una palabra, no son los animadores de los asados. Prefieren, en cambio, la tranquilidad.

Ninguno de los dos es proclive a desentrañar los defectos del otro porque consideran que no se conocen lo suficiente como para mencionarlos. Coinciden en remarcar las virtudes que los caracterizan.

"Tiene un poder de observación tremendo porque logró captar la esencia de un personaje (Cacho de la Cruz) que está metido en el imaginario colectivo de todos. Por momentos he logrado descubrir que Cacho es una imitación de lo que él hace", dice Rafa acerca de las imitaciones de Michell.

"Es muy observador, sencillo, e inteligente en la manera de hacer humor. Está empapado de la jerga popular, la urbe, el carnaval y la calle. Es dueño de un estilo propio", responde Michell acerca de Rafa.

Tres semanas atrás, el dúo tenía previsto visitar Pizza a Carballo, pero Canal 12 le impidió a Cotelo acudir al ciclo dominical del 4. El humorista explica: "Canal 12 tiene unas políticas muy especiales con sus empleados y no me permitieron visitar a Luis (Carballo). Eso generó un encontronazo entre la gente de la producción y yo. Y Luis aprovechó para contar lo que había pasado; yo me había comprometido con él porque básicamente uno de los derechos humanos es la libertad de circulación y hay una cuestión que es curiosa y es que yo no soy empleado de canal 12. El argumento es porque estoy en esa pantalla. Yo la veo completamente distinta y todavía le debo una reunión a la producción (de Telemental) porque por más que no lo pueda ir a otros canales, tengo ganas de decirles personalmente lo que pienso sobre esa determinación. Seguramente ellos saben más de televisión que yo y algún argumento tendrán".

SOBRE LAS TABLAS. La primera vez que compartieron el escenario fue el viernes 23 de octubre en el boliche La City. El espectáculo nace a partir de una iniciativa de "los amigos de La City" quienes los invitaron por separado para desarrollar un monólogo, comenta Rafa. Agrega que se da por casualidad más que por causalidad, ya que, a pesar de lo que muchos especulaban, nunca habían trabajado juntos, ni tampoco se conocían de antes. "Lo que pasa es que sintonizamos muy buena onda", redondea Michell.

Luego de esa primera aparición surge "el pique" en Maroñas. El evento se enmarca dentro de la Triple Corona, y consiste en dos monólogos de aproximadamente 20 minutos cada uno. Durante el show, los dos humoristas exponen su propio guión, y sólo se cruzan al final en un marco de pura improvisación.

El espectáculo apunta a un público amplio -de 20 a 60 años- ya que lo único importante es que estén dispuestos a divertirse, y sonreír.

Dentro de una carpa que tiene capacidad para albergar alrededor de 200 personas, "se monta un pequeño escenario donde los invitados comen y chupan gratis. Está bueno porque el público borracho es el mejor. Todos los chistes son mejores cuando uno está ebrio", argumenta Cotelo con una mirada cómplice que va dirigida a su compañero. "De arriba un rayo", complementa De León, acostumbrado a las increíbles salidas del fanático de Cerro.

EN TODAS LAS CANCHAS. Si se trata de trabajar, Rafa y Michell son bastante hiperactivos, e incapaces de quedarse con lo mínimo. Apuestan a abarcar la mayor cantidad de áreas posibles, y están alertas a los cambios que acontecen en el medio, así como dispuestos a aprender de quienes tienen experiencia, e innovar para diferenciarse.

Parafraseando a su compañero de Segunda Pelota, Jorge Piñeyrúa, Cotelo utiliza una analogía futbolera para referirse a las diferencias entre los medios.

"Una cosa es jugar en cancha de once, otra es el fútbol cinco, el de salón o en la playa. No necesariamente uno tiene que destacarse en todos, y no lo hace a eso mejor o peor jugador", indica al respecto.

Tele, radio y carnaval son lenguajes bien distintos, y a menudo cuesta lograr manejarlos. Rafa los conoce pero considera que no domina ninguno, aunque explora e investiga en cada uno de ellos. "El que me tiene enamorado es la radio. Es alucinante, y te abre posibilidades para hacer lo que tengas ganas", cuenta.

"Uno va vestido como quiere, barbudo", agrega Michell, mientras asiente a los comentarios de su colega sobre el medio radiofónico, que permite jugar con los cinco sentidos, "te envuelve y es mágico".

Lejos de la superficialidad y lo masivo que resulta la televisión, el espacio radial te da la chance de "estar vestido como un pichi y ser Napoleón", remata Rafa.

Los dos humoristas y actuales compañeros están de acuerdo en que lo esencial es lograr que el público renueve la ilusión cada día. Así, Michell compara la labor del comunicador, imitador o cómico con la de un mago. Sabe lo simple y sencillo que es el truco que realiza, pero lo interesante es que sepa cómo transmitir esa ilusión en el público. Para el humorista no tiene que ver con varitas mágicas, ni palomas, o conejos, sino que la clave es lograr divertir al espectador, y hacer que entienda el juego y esté dispuesto a ser partícipe.

El ingrediente es la creatividad que redunda en un producto interesante capaz de diferenciarse en un mercado tan competitivo.

Michell entiende que hoy por hoy la falta de recursos económicos determina que la solución más fácil sea "automatizar una radio". Pero no por ello es la más acertada, ya que se ha comprobado que dicha práctica genera que el medio "pierda lo fresco y espontáneo" que posee.

Entiende que existen tres pilares que deben respetarse: entretener, informar y educar. Es preciso "dejar algo" en el oyente, y no caer en lo simple. "Quienes apostaron a proyectos banales pasaron sin revolucionar"; sin gloria y sin pena.

UNO Y UNO. El último detalle en el que repara Michell para elaborar una imitación es la ropa. Pero lo curioso es que necesita estar caracterizado para poder entrar en personaje. "Con Olmedo, sólo me sale la voz si estoy disfrazado. En el caso de Pettinati, no hay problema", comenta.

Para construir esta suerte de caricaturas comienza por grabar la voz, observar fotografías, mirar grabaciones, y hacer foto montajes. Le interesa mucho la personalidad de los protagonistas, y por eso se basa en el conocimiento que tiene de ellos detrás y delante de cámara. En los casos en que no tiene conexión, investiga y pregunta a los más allegados cómo son, y a partir de esos datos "los voy sacando", dice.

Intenta siempre potenciar lo bueno, aunque tiende a jugar mucho con el absurdo pero sin caer en la ofensa. "Está hecho desde el respeto y el cariño", señala.

Con respecto a su imitación de Cacho de la Cruz, Michell explica que "está tomado como un tipo que labura desde hace años con los niños, pero para el sustento del programa van los avisos, los chivos. Es una máquina de crear, y armar cosas. Es más, ahora debe de estar planeando las vacaciones de julio", bromea.

La caracterización de Orlando Pettinati está más vinculada a ese humor ácido que cultiva el conductor de Malos Pensamientos, donde se "coloca en un plano superior, y le toma el pelo a la gente", explica Michell. Agrega que se para desde la perspectiva de su éxito en la televisión, y no lo plantea como un tipo de radio.

Consultado acerca de la reacción de ambos comunicadores, De León cuenta que no habló con el licenciado, pero sabe por Karina Vignola que se lo tomó bien.

Sí tuvo contacto con Cacho, con quien estuvo charlando durante tres horas. "E incluso me llamó para una propuesta de trabajo que estoy evaluando", concluye.

EL ANIMADOR. En el show que hacen a dupla, las imitaciones de De León apenas aparecen y lo hacen solo con la voz. Del otro lado, Rafa Cotelo llevará su personaje Edison Campiglia, "el presentador de la familia". Un presentador de tablado, malhablado, esta suerte de presentador de tablado, "muy chanta, y que armaba lío", según lo define Cotelo.

Los orígenes de Edison Campiglia se remontan al carnaval de 2002. En aquel entonces, Agarrate Catalina hacía un espectáculo para la murga joven donde se montaba un teatro amateur en un barrio imaginario.

"Yo no sé cantar, entonces tenía que hacer un personaje que hablara", recuerda Cotelo, quien junto a los hermanos Cardozo son los inventores del presentador de la familia.

En 2003 la murga se presentó al carnaval pero no tuvo mayor trascendencia que el puesto 11, y "ahí murió Campiglia".

Renació este año, con la llegada del murguista a Segunda Pelota. "Cuando arreglé con Océano FM la única condición que puse fue que no quería hacer personajes. Me preguntaron qué idea tenía, y curiosamente dije la de un personaje", cuenta Rafa con ironía.

Bajo la máscara de Edison Campiglia, logra cultivar una comicidad libre de prejuicios respecto a las malas palabras.

"En definitiva, el humor es muy cruel. Vos estás ahí y tenés que hacer reír, punto", redondea.

HUMOR BLANCO. Michell retoma la comparación futbolera al afirmar que la risa "se juega en todos los puestos de la cancha". Es responsabilidad del humorista saber equilibrar la balanza para un lado o para otro.

Rafa subraya la tesis de que hay temas que es recomendables tratarlos de forma cómica, ya que se facilita su comprensión. Existen otros, en cambio, que prefería que previo a hacer chistes se trataran "seriamente".

A la hora de trabajar, Cotelo y De León evitan el humor negro, e intentan no ser ofensivos con el público.

Es recurrente confundir agresión con humor, y Rafa es consciente de que cae seguido en "ese pecado".

Ambos aspiran a evitar que el público acabe "víctima del humor", en una práctica que entienden es propia de los argentinos.

Michell explica que está a favor de hacer participar a la audiencia del show, pero prefiere tomarse el pelo a sí mismo, y no poner al espectador en ridículo. La forma de hacer reír y divertir no puede ser utilizando a la gente como un recurso, donde la persona se sienta "ultrajada", sino que el objetivo debe ser que "el público salga bien parado. Y jugar con el humor desde la buena fe", insiste Michell.

PUNTO EN COMÚN. Ambos son profundamente autocríticos, y duros consigo mismo. Rafa Cotelo intenta no verse ni escucharse, ya que es muy raro que le guste o le parezca graciosa su participación en el escenario.

Michell coincide en esa percepción. "Cuando pasa un año digo, `qué horrible`. Cuando transcurre más tiempo pienso, `no pude haber hecho esto`", se queja.

Con la murga, a Rafa le ocurre algo especial porque el trabajo es grupal, y al no poder apropiárselo un 100%, se siente "escudado, y contenido por sus amigos".

Escuchar el canto de la Catalina, o verse con el resto de sus compañeros sobre las tablas le fascina. Pero cuando la masa se diluye y aparece él solo en escena, como protagonista, "ahí cambio", remata. Ahí vuelve, tal vez, el malhumorado, el apagado, el callado...

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