Llega la última película de los legendarios hermanos belgas Dardenne.
Los hermanos Dardenne —o sea Jean Pierre, el mayor, y Luc— vienen trabajando juntos en las películas desde 1975. Sus historias de corte social les han dado dos Palma de Oro de Cannes (por Rossetta en 1999, y El niño en 2005), un mérito importante y bastante inédito cuando se consigue dos veces.
Han construido esa clase de prestigio con películas que muestran el lado poco promocionado del "Estado de bienestar" europeo, en general sintetizado en su pequeño pueblo industrial belga, Seraing. Allí, el universo está poblado de obreros, inmigrantes, desclasados y desocupados. Un personaje intenta superar adversidades y la cámara de los Dardenne se limita a seguirlo en ese periplo.
Lo hacen, eso sí, con un afán naturalista y proletario que le debe tanto al neorrealismo como al cine documental, el género del que surgieron estos sexagenarios hermanos belgas en la década de 1970.
En Uruguay se han estrenado casi todas las películas de los Dardenne, incluyendo La promesa, El niño y la bicicleta, El hijo, El silencio de Lorna y Dos días y una noche.
Su cine es directo y va al asunto político desde un punto de vista humanista. A diferencia de Ken Loach (de quien se está dando en Uruguay, Yo, Daniel Blake) sus películas evitan cualquier concesión de género, aunque puede haber atisbos de comedia y siempre bastante drama.
Al igual que muchos de sus personajes, la doctora Jenny Gavin, la protagonista de La chica sin nombre —su película de 2016 que se estrena hoy en Uruguay— se enfrenta a un desafío personal en circunstancias adversas. Médica de un barrio pobre y de inmigrantes, una noche decide no atender un llamado después de hora en la puerta de la policlínica de la que es jefa. Al otro día se entera de que la muchacha que llamó a la puerta apareció muerta, probablemente asesinada.
Desde ahí, la película sigue a la doctora mientras intenta averiguar quién era esa muchacha, darle una tumba con nombre y, sobre todo, reconociliarse con su culpa.
Como suele suceder con sus historias, los Dardenne acompañan tanto la odisea física como la interior de sus personajes. En ese sentido, es muy parecida a Dos días y una noche, su anterior película con una Marion Cotillard en una ronda similar.
Así se va revelando ante la mirada bastante impávida de la doctora una realidad de desempleo, cierta promiscuidad y otros ingredientes de una sociedad que, como los Dardennne han dejado claro en todas sus películas, suele ser injusta con los que van quedando abandonados por el sueño europeo.
Sin embargo, en lo que parece ser un juego de los directores, la doctora Davin parece meterse en la tradición de los investigadores de las clásicas novelas policiales. Incluso está enfundada en un anorak que le da un aire a Sherlock Holmes.
La actuación de Adele Haenel, en el papel principal, está marcada por un tono distante y frío que le termina ganando a toda la película. La chica sin nombre ha sido recibida con críticas que están lejos de la unanimidad.
"Estamos interesados en la doctora Jenny, ella se siente responsable cuando nadie más se hace responsable", le dijo Luc Dardenne a The Guardian. "No abrió la puerta y lo debería haber hecho a pesar de que la policlínicia ya estaba cerrada. Jenny, en realidad, dispara el hecho de que al final todos terminan diciendo la verdad y confesando su parte en la muerte de esta muchacha".
Ese derrotero moral individual ha estado siempre presenta en el cine de los Dardenne. Y se acompaña con ese entorno de mujeres emigrantes que terminan en la prostitución, y una sociedad local que se ve amenazada y asustada por esa nueva realidad.
Los Dardenne son —junto a los Taviani y los Coen— de las sociedades de hermanos que más se han mantenido en el cine. Nunca está claro dónde empieza el aporte de Jean Pierre y dónde el de Luc.
"No hay secretos", dijo alguna vez Jean-Pierre sobre la larguísima colaboración con su hermano. "Somos una sola persona. No se ve así porque somos personas físicas. Pero somos uno".
Directores que siguen enarbolando ideales.
Aunque se trate de dos personas que se ubican claramente en contra la ideología de derecha que suele promover privatizaciones y flexibilización laboral, los Dardenne también tienen palabras duras para la izquierda. En una charla con el medio español El Periódico, Luc aseveró que "la izquierda ha dejado de ejercer su papel" como transmisor de valores como la solidaridad. Además, agregó que "ningún autor de cine social debe decirle al espectador lo que tiene que pensar. De otro modo está haciendo propaganda". Su hermano Jean Pierre, en tanto, dijo: "Lo fácil habría sido hacer una película en la que los europeos sean malos y los inmigrantes sean buenos", lo cual no es interesante.
LA CHICA SIN NOMBRE