Los avances tecnológicos constantes y las nuevas formas de escuchar música han desplazado al disco como objeto físico. Estas épocas en que el vinilo fue revalorizado y artistas y sellos volvieron a apostar a editar en ese formato, hacen pensar en cuánto tiempo de vida real le queda al CD.
Ante este panorama desalentador, el hecho de que Maciegas haya cuidado hasta el mínimo detalle la estética de su flamante trabajo discográfico, Atrapasueños, alimenta las ganas de escucharlo. Al final, el resultado no defrauda y las canciones logran satisfacer al oyente, sea o no interesado por el folclore.
El grupo variopinto que lidera Roberto Valdivieso desde sus orígenes celebra en 2015 sus 35 años de vida, con 16 temas de espíritu festivo reunidos en este álbum. Mantiene el estribo en el folclore, es cierto, como siempre. Pero continúa refrescándolo con influencias heterogéneas.
Es esa heterogeneidad la que le quita peso a una duración larga, de casi una hora. El multiinstrumentista Gabriel Araújo, miembro de Maciegas, hizo un trabajo preciso como director musical y productor del álbum, dándole fluidez y tomando riesgos medidos. Las guitarras eléctricas que abren "Adelante con los sueños", por ejemplo, podrían considerarse atrevidas, pero sirven para romper el hielo.
De riesgos saben los Maciegas, y siempre que los han corrido han salido bien parados. Desde que la batería y la distorsión irrumpieron en su panorama musical, se transformaron en un sello distintivo y fueron elementos claves para alejar su sonido de la tradición típica. Pasa el tiempo y la banda, con sus voces potentes y su canto por muchos momentos coral, define más su identidad. Y esa identidad suena cada vez menos uruguaya.
No hay ningún problema con eso; al contrario. La propuesta de banda, la energía que transmiten sus canciones y la falta de esa pincelada gris tan presente en la música nacional, y fundamentalmente en este género, distinguen a Maciegas del resto. Eso y la necesidad de innovar, de absorber todas las influencias latinoamericanas e incorporar elementos de samba brasileña y de géneros más tropicales.
A pesar de que cada vez hay más instrumentos a disposición de la banda, su distintivo sigue siendo la madera. El charango y las guitarras aún son el sustento sonoro de su repertorio, lo que los emparenta todavía más con la musica latinoamericana y los saca de la casilla estrictamente nacional.
Atrapasueños es un trabajo enérgico y alegre —resaltan "Ritmo de mi tierra" o "Polca de Tres Puentes"—, que tiene también pasajes de calma con interpretaciones como la de "Zamba del reencuentro" o "Pueblito blanco".
Es en el plano compositivo en el que el grupo presenta, todavía, algunas dificultades. Musicalmente la labor está más aceitada, y en eso se nota el talento musical de todos sus integrantes. A Valdivieso (guitarra y charango) y Araújo (bajo, guitarra, mandolín y violín) los acompañan Rodrigo Cabeda, Diego Galasso y Marcos Zerboni en voces; Pablo Stanisich en batería y bombo, Gerardo Vázquez en percusión, Martín Tejeda en guitarra y Fernando Espinosa en piano y teclados; un equipo que funciona bien.
La diferencia está en las letras, en las que las ajenas todavía son más contundentes que las propias. "Mal pensado" es una de las canciones más logradas, con coro de murga y mucho desparpajo. Porque Maciegas también arriesga con el humor, y no le sale nada mal.
Por allí pasa la debilidad del nuevo álbum de Maciegas, que encuentra su mayor fortaleza en lograr trasladar el sonido del show en vivo al trabajo de estudio. Atrapasueños es un disco entretenido y dinámico, que se escucha prácticamente de un tirón y que colabora en la causa de acercar el folclore a públicos más jóvenes. En general, esa ha sido una de las claves de esta banda treintañera.
El nuevo discode Maciegas se aleja del folclore tradicionalBELÉN FOURMENT