"Yo no me escondo en el escenario"

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Raúl Castro. Foto: Darwin Borrelli

Entrevista con el fundador de Falta y Resto, que el martes hace "Anarquía" en el Auditorio.

Hace 10 años Falta y Resto presentó el espectáculo Anarquía, que introdujo por primera vez música inédita y presentó a un personaje, Viruta (un desaparecido de la dictadura), que quedaría grabado en la memoria de los carnavaleros.

Una década después, la murga se prepara para reeditar esta puesta en escena casi con el mismo plantel, el martes a las 21:00 en el Auditorio del Sodre, y con entradas agotadas. Raúl Castro, que en el espectáculo interpreta a Tatita, recita versos de memoria con la mirada perdida, y recuerda la época en la que llevaba Anarquía a los tablados y reconocía a Viruta en cada esquina, en las vidas y las historias de muchos otros.

—Van a celebrar los 10 años de Anarquía, un espectáculo clave de Falta y Resto. ¿Estaba presente ese aniversario?

Anarquía lo tengo muy marcado, pero el que hizo hincapié en el festejo fue Felipe, mi hijo, porque releyó todo y vio que el discurso era exactamente utilizable ahora. Y yo disfruto como loco porque el de Tatita, el borracho del Mercado del Puerto, es un personaje que hago que amo. Y a Viruta lo amo porque es mi amigo, como Tatita y también como Raúl Castro.

—¿Cuál es la historia de Viruta, que es el protagonista de este espectáculo?

—Es la historia de los luchadores sociales, de los tipos que se imaginan que puede haber un mundo mejor. Viruta es un soñador, pero se la juega en cada escrache. Trata de bajar a la realidad su sueño, y ahí está su victoria. Y creo que es muy hermoso, porque es el propulsor de la poesía como un instrumento contra la violencia.

Si no puede ver el video, haga click aquí.

—¿Qué otros personajes de la murga tenés más presentes?

—Uh, muchos. Tengo el cuplé de la pelota que fue el primero que escribí, y lo hacía Jorge Todeschini. Veo al Canario Luna cantando "Brindis por Pierrot", al flaco Roberto García haciendo "Murga La", a Pinocho Routin haciendo el Pepe Revolución. Veo a Felipe, mi hijo en su primer año. Lo veo acá, a un metro adelante mío, y yo casi en la punta izquierda. Siempre ahí.

—Tu, con Falta y Resto al menos, has tenido mucho de Viruta en eso de ir tras el sueño.

—Y viste que los personajes que uno hace son reflejo de uno mismo, y uno le pone lo bueno y lo malo, los diablos y los ángeles. Este personaje en particular lo descubrimos después en todos lados: había Virutas en todos los barrios, tipos que decían haberlo conocido y te contaban la historia.

Anarquía fue innovador en el carnaval: fue la primera vez que hubo música inédita, y hacían una bajada por la mitad, no sólo al final.

—Claro. Tenía en la mitad una bajada, porque Viruta no podía esperar y tenía que bajar. Tiene letra de Felipe Castro y música del Zurdo Bessio.

—¿Cuándo entró Felipe, tu hijo, a la Falta?

—En 1996, 19 años tenía. "¿Me puedo ir a probar, papá?", me dijo. "Y yo alguna fuerza puedo hacer", le dije. Y fue impresionante porque está mal que yo lo diga, pero es del haras, ¿viste? Es un animal murguero mi hijo Felipe, y todo este proyecto de Anarquía es para él un reconocimiento, como músico carnavalero y uruguayo.

—Ya están pensando en el espectáculo del Carnaval 2018. Cuando enfrentás una nueva idea, ¿buscás hacer pensar, emocionar o hacer reír?

—Yo escribo lo que me sale, con la cabeza siempre en la poética murguera porque son mis maneras, mi poesía. El año que viene hoy se llama Misa murguera, y en mi cabeza tiene un coro mixto.

—¿Te hubiese gustado dedicarte más a la música, más allá de la murga?

—Hice un disco solista, pero me aburre, me pierdo la de compartir y la de pararme en la barrera. Igual siento que soy solista, yo soy muy egocéntrico y trato de desviar el cuadro para acá, y que cada uno haga lo mismo. Cuando actúo, sé que tengo mi peso en el lugar donde estoy: me la creo y me subo con quien quieras. Yo no me escondo jamás en el escenario, pero lo hago siempre sin querer sobresalir por encima de un compañero.

—Arriba y abajo del escenario, como Tinta Brava y como Raúl Castro, tu defendés tus ideas sobre el poder de la murga, sobre la política y también sobre el fútbol. Te costará muchos hinchas.

—Pero para eso está la poesía, porque si vos con la poesía ya le ganás el corazón, ya pasás a no importar. Que es lo que hacía Viruta, y por eso quedó. Para que veas: estoy en el Banco República, cuatro o cinco años después de Anarquía, y viene un policía y me dice: "¿Usted es Castro?". "Sí señor". "¿Qué fue de la vida del Viruta?". "Usted vio, cuando se sepa qué fue de los desaparecidos se sabrá algo de Viruta, mientras tanto estamos a ciegas", le digo. Y el hombre me dice: "¿Sabe por qué le pregunto? Porque yo soy el que se lo llevaba preso". Wow. Yo conocí Virutas y conocí Tatitas, ¿pero milicos que te vengan a decir eso? Yo me emociono, por eso me gusta tanto lo que hago.

—Con más de 30 carnavales a cuestas, ¿ves que cambió el concepto "murga"?

—No, creo que se mantiene y se potencia, que cada vez la muchachada entiende mejor la murga y la transforma en una cosa más linda y popular. Tengo la ilusión de estar caminando por el puerto de Liverpool de Inglaterra, dar vuelta una esquina y así como en mis años mozos acá me encontraba a cuatro pibes tratando de imitar a los locos de allá, encontrar allá un coro de ingleses tratando de hacer una murga uruguaya.

—Lindo sueño.

—¿Qué te parece? Terrible utopía.

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