En las últimas semanas las noticias económicas han sido el centro de atención de los medios y, supongo, de buena parte de la población. En términos generales refieren de manera directa a la precaria situación de las finanzas públicas, conjuntamente con el devenir de la coyuntura que comienza a tornarse más difícil que en los últimos 10 años y se materializa en el cierre de algunas empresas de cierta relevancia.
Lo cierto es que la posición absoluta en los valores de las variables sigue siendo en general buena, pero también es correcto que a lo largo de este período la carencia de acciones y reformas de largo plazo que nos potencien la producción, aunado a la exacerbación fiscal de lo que mundo nos mandaba, complica el presente en función del desalineamiento de algunas variables claves y la necesidad de reducir erogaciones en un momento donde los recursos no abundan como antes.
Inversiones.
Desde antes de asumir la presente administración las señales en esta materia fueron de "volver a las fuentes" es decir, el estudio, montos, control y coordinación global de las inversiones de todo el Estado volvería a ser hecho por la OPP y el MEF, como fueron hasta 2004. Las libertades otorgadas dejaron a las EE.PP. fuera de control y los resultados están a la vista.
El gobierno está en funciones desde hace 4 meses, pero efectivamente comenzó hace 7. En los hechos se perdió medio año sin tomar medidas, para ahora tomarlas todas juntas. La suspensión por tiempo indeterminado del Antel Arena, la fibra óptica y una serie de obras en Ancap, más allá de los montos involucrados, entiendo que obedecen mucho más a una evaluación económica, donde claramente el retorno es negativo, que a los montos involucrados en sí.
En efecto, dados los plazos que involucran las obras y su costo, difícilmente el recorte de inversiones en estos entes por los proyectos mencionados, supere el 0,2% del PIB anual, durante los próximos dos o tres años, para luego desaparecer. El problema central está en que, en general, estos emprendimientos son a fondo perdido y, peor aún, los gastos de funcionamiento y mantenimiento imponen un aumento permanente de las erogaciones por encima del aumento de ingresos. Diferente es el caso de los recortes de inversiones en distribución de UTE donde sí, a mi entender, estaría pesando su cuantía (la necesidad de caja), porque son necesarios y rentables.
Al mismo tiempo que se paralizaban las obras de Antel, se informó que los recursos se canalizarían para obras de OSE, en función de los problemas en la calidad del agua potable en la zona Metropolitana. De ser así, más justificada aún la decisión, porque claramente es imperiosa la mejora por cuestiones sanitarias.
Por cierto que resulta curioso que OSE no haya sido capaz de planificar e invertir en lo que debe ser su primera prioridad, cuando los recursos abundaron, cuando casi no se recuerdan casos como los actuales en toda su historia.
Del lado del Gobierno Central y, en cierta medida de los departamentales, habrá que ver las asignaciones para este rubro en el Presupuesto Nacional y el plan de obras que se piensa realizar mediante la participación privada. Por el momento no ha habido reducciones, al menos plasmadas en la caja hasta mayo.
Otros gastos.
De la ejecución de caja que mensualmente publica el MEF, aun no se advierte ningún tipo de una contención en los gastos de funcionamiento. Los salarios, gastos no personales y transferencias siguen creciendo por encima del 3% real y, estimo que muchos de estos rubros lo seguirán haciendo. He aquí el mayor de los problemas. Miradas en su conjunto, las cuentas del Estado no han mejorado de un año a esta parte, pese a que el conjunto de las empresas públicas sí lo hicieron en 1,1% del PIB al impulso básicamente de UTE y Ancap (tarifas). Por tanto el desequilibrio se ha vuelto más duro de arreglar.
Dentro de la expansión del gasto está el insólito aumento, una vez más, en el número de funcionarios públicos que prácticamente llegó a 293.000 personas, a las que hay que sumarles 15.600 vínculos laborales de No Funcionarios (contratos de diverso tipo, becarios, pasantes, etc.), en total casi 310.000 vínculos. Esto representa más de 63.000 funcionarios que cuando el FA asume su primera administración, 9.300 de las cuáles sólo durante el 2014 cuando existe prohibición constitucional de contratar ¿?
Más allá de la cifra en sí, vale la pena tener presente que del Estado solían egresar entre 25 y 30 mil personas por año (44.000 egresaron en 2014), lo que quiere decir que en estos diez años ingresaron no menos de 400 mil personas, un guarismo sorprendente para el número de habitantes de Uruguay.
Más sorprendente es el aumento de personal en las empresas públicas, donde la tecnología lo hace innecesario por completo. El ejemplo de ello es que estas empresas crecieron y mucho a partir de 1980, a la vez que iban reduciendo su personal. Otro aspecto importante es que ha variado la forma de contratación aumentando los presupuestados, que los vuelve inamovibles. Ciertamente se ha involucionado en todo sentido. El crecimiento en el número de funcionarios implica una erogación anual de aproximadamente 1,25% del PIB anual (el 40% de la recaudación del IRPF) además de constituir desempleo encubierto.
Mercado de trabajo.
Los últimos datos conocidos corresponden al mes de abril y mostraron un importante deterioro de este mercado. Debemos esperar algunos meses, en función de la volatilidad que la información oficial muestra, para calibrar la real situación, aunque los indicadores indirectos están sugiriendo caída en la demanda de trabajo. El empleo cayó, el desempleo aumentó, al tiempo que hubo retracción en el ingreso real.
En este sentido, los lineamientos que el PE dio a conocer para la negociación de salarios también nos sugieren que su visión de corto plazo es que este mercado tiene algunas dificultades, e intenta alivianar la presión vía una factible caída temporal o al menos el no aumento del salario real, de manera de evitar mayor desempleo.
Precios.
Pese a que la inflación subyacente sigue cerca de llegar al 10% y la general medida en 12 meses móviles crece desde enero, lo que hace a algunos colegas hablar de presión inflacionaria, lo cierto es que en la descomposición de precios se percibe una fuerte presión deflacionaria a nivel de bienes transables con el mundo que está posibilitando la suba del dólar sin que ello impacte mayormente sobre la inflación en general. También aquí se debe ser cuidadoso para que no se desmadre.
Actividad real.
Los indicadores de la industria, podríamos decir son más "estructurales". El corazón de esta actividad está estancado desde hace unos 3 años y el crecimiento obedece básicamente a la producción de celulosa. La pérdida de puestos de trabajo es constante, algo lógico con producción que no crece y los imprescindibles aumentos de productividad, que al menos deben acompasar a los del resto del mundo para poder sobrevivir.
Del lado del comercio exterior está, hasta el momento, lo más significativo. En primer lugar son las cifras "más cercanas" en cuanto al retraso en su divulgación, exceptuando la de los precios.
En segundo término nos muestran las dos caras de la moneda; la demanda externa (exportaciones) y la interna, nuestro consumo e inversión en donde, a su vez, también es posible tener cierto panorama de las expectativas de las personas y la marcha de la industria. En todos los casos las últimas cifras divulgadas, en especial los dos últimos meses, nos marcan un cambio importante respecto a lo anterior.
En resumen, es evidente que estamos ante un cambio de lo que hemos visto y vivido en los últimos 12 años. Por el momento el mismo no reviste dramatismo. ¿Cuán grande será? No lo sabemos, tampoco el tiempo que durará. Naturalmente que a mayor profundidad y duración la carga para la población será más pesada, máxime cuando todas las reservas que se pudieron formar en un tiempo inigualablemente benévolo, no se constituyeron.
Isaac Alfie