Descubrimiento: los casados tienen mejor salud que los no casados; los niños que viven con ambos padres biológicos sufren menos abusos. Son contribuciones de la familia al Sistema Nacional de Cuidados.
Tres investigadores de la Universitat Autònoma de Barcelona, Nezih Guner, Yuliya Kulikova, and Joan Llull, emplean dos potentes bases de datos (conocidas como PSID y MEPS) para estudiar la relación entre matrimonio y salud. Su foco son los individuos entre 20 y 64 años (personas en edad de trabajar). Dan a conocer sus resultados en enero de 2015.
Encuentran que: 1) las personas casadas tienen mejor salud que las personas no casadas; y, 2) aun teniendo en cuenta la diversidad de puntos de partida —en cuanto a salud inicial, ingresos, educación, ascendencias, etc.—, la diferencia de salud a favor de los casados es persistente a los 55-59 años de edad. Los autores sugieren que esa asociación positiva entre estar casado y tener una mejor salud a los 55-59 años de edad provendría del efecto "protección" que experimenta quien está casado: el matrimonio como Sistema Natural de Cuidados.
Evidencia empírica.
Las personas casadas tienen mejor salud que las no casadas y viven más. Guner, Kulikova, y Llull señalan que este hecho ha sido documentado ya desde el epidemiologista británico William Farr más de 150 años atrás. Pero, ¿por qué existe esa asociación positiva? ¿Es que casarse aumenta la salud? ¿O quizás es que los que tienen mejor salud tienen más chance de casarse? Los autores aprovechan las bases de datos disponibles para responder estas preguntas y encuentran que ambos mecanismos están presentes simultáneamente: más salud aumenta la probabilidad de casarse, y casarse aumenta la salud.
Las bases de datos empleadas han sido claves para arribar a esas conclusiones. No solo dan información de lo que le pasa hoy a las personas, sino que contienen la historia de cada uno: han seguido a cada individuo a los largo de decenas de años, y por tanto tienen la información de cómo era su salud cuando eran aún pequeños.
La base de datos PSID (Panel Study of Income Dynamics) comienza en 1968 y llega hasta nuestros días. Hace el seguimiento de 18.000 personas que viven en 5.000 familias de Estados Unidos: la muestra es representativa de todo el país.
La segunda base de datos empleada es la MEPS (Medical Expenditure Panel Survey). Consta de un set de encuestas a familia e individuos sobre sus proveedores de salud, y es la fuente de datos más completa sobre costos de la salud y cobertura de seguros de salud.
Efecto protección.
Los resultados del estudio de los investigadores de la Universitat Autònoma de Barcelona muestran que las personas casadas se hacen chequeos médicos preventivos con mayor frecuencia que las no casadas.
Y esto sucede aun teniendo en cuenta variables socioeconómicas como el ingreso o los seguros de salud de casados y no casados: a modo de ejemplo, los individuos casados que tienen entre 50 y 54 años asisten 6% más a controlarse el colesterol, a examinarse de la próstata o a hacerse una mamografía.
¿Qué puede explicar que los individuos casados se hacen controles preventivos de salud en mayor medida? Una posible explicación, documentada en la literatura médica, es que tener un cónyuge anima a los individuos a ir efectivamente a las consultas médicas, a los chequeos, etc. (por ejemplo, porque le hace acordar de la cita con el médico, o le insiste en la importancia de ir, o le descubre síntomas que pasarían inadvertidos a un observador casual, etc.). Otra explicación posible es el hecho de que los individuos casados presentan una mayor probabilidad de tener seguros de salud.
Los datos también señalan que el casamiento también promueve hábitos saludables: una persona soltera tiene 13% más de probabilidad de dejar el cigarrillo si se casa que si permanece soltero. Más aún, si nos enfocamos solo en las personas que reúnen al mismo tiempo las características de: a) haberse casado; y b) haber abandonado el cigarrillo, se constata que la gran mayoría (72%) abandonó el cigarrillo precisamente mientras estaban casados (y no antes, cuando estaban solteros).
El comportamiento en materia de salud también se puede estimar en base al patrón de gastos en salud.
Los casados gastan el dinero en salud cuando son jóvenes y saludables, mientras que los solteros terminan gastando más cuando son mayores y menos saludables.
Finalmente, otro resultado destacado es que el total de años que un individuo lleva casado (no solamente el hecho de hoy estar o no casado) tiene un efecto positivo sobre la salud. Es decir, a mayor cantidad de años casado, mayor salud. Los autores interpretan estos resultados como un indicador de una mejor "producción" de salud dentro del matrimonio.
El mejor entorno.
El sociólogo W. Bradford Wilcox, profesor de University of Virginia, lideró una publicación donde intervinieron también quince investigadores de otras universidades de Estados Unidos. En Why Marriage Matters, Twenty-Six Conclusions from the Social Sciences, se propusieron resumir la literatura científica contemporánea sobre los efectos de la estructura familiar sobre diferentes aspectos sociodemográficos.
En el capítulo que dedican a la violencia doméstica, una de las conclusiones a las que llega la evidencia empírica es que los niños que no viven con sus dos padres biológicos tienen mayor riesgo de sufrir abusos y malos tratos (por ejemplo, la violencia que puede provenir de la pareja de su madre o padre).
Otra trabajo que citan los autores encuentra que, en promedio, los niños que viven en hogares con madres solas experimentan niveles más altos de mortalidad debida a lesiones deliberadas. W. Bradford Wilcox continúa el capítulo señalando que también la estructura familiar está asociada a la violencia contra la mujer. Sea cual sea la metodología empleada, los estudios producen resultados similares: las parejas no casadas, en promedio, sufren más violencia doméstica que las casadas. El autor concluye notando que estos resultados traspasan las líneas de la ascendencia étnica, la cultura y la clase social.
Los más beneficiados.
Guner, Kulikova, y Llull han documentado el efecto "protector" que tiene el matrimonio sobre los cónyuges, y su manifestación en una mejor salud personal.
Señalan los autores que este descubrimiento está presente sin importar la ascendencia étnica o la educación alcanzada: se cumple tanto para blancos como para afros, para individuos con mucha o con escasa educación formal. Pero, ¿quiénes son los más beneficiados? Los investigadores de la Universitat Autònoma de Barcelona descubren que la mayor ganancia en salud la experimentan los casados más pobres.
Las comunidades, los adultos, y especialmente los niños, pagan un precio muy alto cuando la familia se deprecia. Para diseñar un buen Sistema Nacional de Cuidados, hemos de tenerlo en cuenta.
ALEJANDRO CID | COLUMNISTA INVITADO