¿Por qué no es bueno que haya baja generalizada de precios?

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Foto: Archivo El País
Hombre en una verdulería.
Foto: Archivo El País.

En 2016, 25 países cerraron con deflación, lo que se asocia a crisis económicas.

Aunque un razonamiento ligero presentaría como ideal una economía donde los precios bajan de forma generalizada y a los consumidores les rinde más su dinero, ese escenario de deflación es indeseado y hasta considerado más peligroso que la inflación (suba generalizada de precios) por sus efectos.

Según un ranking mundial de evolución de precios difundido la semana pasada por El País, hay 25 países que cerraron 2016 con deflación (Chad con - 4,4% y Benín con -2,80% encabezan el listado) y otros siete culminaron el año pasado con un registro nulo. Lo que quiere decir que este fenómeno económico afecta a buena parte del mundo, en especial a naciones subdesarrolladas de África.

A nivel técnico, la deflación está asociada a una reducción de la demanda y un exceso de capacidad productiva, lo que normalmente redunda en una recesión económica de la que resulta difícil salir y evitar un contagio que lleve a una crisis generalizada.

"El problema más grave que trae la deflación es que hace aumentar el valor de las deudas en términos reales, es decir que genera problemas serios de capacidad financiera y repago", explicó a El País el economista de CPA, Alfonso Capurro.

Es que al caer el valor de los bienes comercializables, se reduce la ganancia de las empresas y esto lleva al recorte de empleos o una disminución de los salarios, generando dificultades para que las personas hagan frente a las deudas contraídas, que no varían su monto excepto que estén indexadas a la evolución de los precios (como sería el caso de las Unidades Indexadas (UI) en Uruguay, que varían en función de la inflación).

"Cuando hay una deflación a nivel general en un país, lo que sucede es que caen los ingresos de las personas y las empresas en términos nominales, pero las deudas quedan fijas a los valores viejos", señaló Capurro.

Esa cadena de complicaciones puede llevar a la economía a un espiral del que es muy difícil salir. "La deflación en general está acompañada de una crisis en la demanda. Entonces si vos sos un consumidor o un empresario que va a invertir dinero, pero ves que los precios están bajando no haces la compra ahora sino que esperas porque va a ser más barato. Esa postergación deprime más la demanda y refuerza un espiral que puede volverse peligroso, por eso la deflación es tan temida", detalló el analista.

Al ser un fenómeno poco habitual en los países desarrollados, no hay tantos estudios ni formas probadas de combate para la caída de los precios. "La deflación para la disciplina económica es mucho temida que la inflación, entre otras cosas porque ocurrió menos veces en la historia", sostuvo Capurro.

También puntualizó que las crisis deflacionarias "siempre favorecen al que tiene capital", una diferencia relevante respecto a la inflación. "Cuando vos tenés ahorros la inflación te hace caer el valor de ese dinero, pero si hay deflación tu saldo monetario sube", subrayó. Por el contrario, mientras que para enfrentar la suba sostenida de precios se recomienda tener activos, estos pierden valor cuando los precios caen. "El cash le gana a los bienes cuando hay deflación", remarcó Capurro.

Ejemplos.

El caso más resonado de deflación general de un país durante el Siglo XX es la denominada "Gran Depresión" que sufrió Estados Unidos desde 1929, que arrastró por el mismo camino a varios países y generó un deterioro de la economía mundial. Este proceso se inició con el derrumbe de los mercados bursátiles el "martes negro" (29 de octubre de 1929) y provocó un espiral deflacionario: el Índice de Precios al Consumo (IPC) estadounidense se redujo 24% desde esa fecha hasta marzo de 1933.

Más cerca en el tiempo, Japón atraviesa un proceso deflacionario que comenzó en la década del 90 y aunque tuvo períodos de recuperación, los precios llevan una caída del 25% hasta la actualidad. También Europa vivió episodios de este tipo como consecuencia de la crisis financiera de 2008.

Aunque son pocos los casos a nivel histórico de caída sostenida de los precios, Capurro entiende que en el mundo "está lleno de minicrisis de sectores que son deflaciones". En esa línea, el economista se preguntó "qué es la caída del precio de la soja sino una crisis de deflación para los productores".

Otro ejemplo claro es la crisis hipotecaria en Estados Unidos de 2008, que arrastró al país norteamericano y a buena parte del mundo a una recesión financiera. "Fue una crisis particular de un sector, pero fue una deflación de activos. Alguien había comprado una casa a un precio y tomó un crédito por ese valor, pero un día la casa empezó a bajar de precio y el valor de la deuda en comparación con el costo de la casa empezó a aumentar cada vez más", explicó Capurro.

Pese a que lógicamente la receta más recomendada por los economistas es evitar llegar al espiral deflacionario, cuando se está en esa situación lo sugerido es controlar la oferta de dinero a través de una política monetaria expansiva. De esa forma logró la recuperación Estados Unidos tras la "Gran recesión", con Franklin Roosevelt asumiendo la presidencia en 1933 y apostando a potenciar la demanda para cubrir el desfasaje existente con la oferta.

Otro método es aplicar una política fiscal expansiva, como han hecho Japón, Europa y el propio Estados Unidos tras la crisis global de 2008. Capurro indicó que en este caso el objetivo "es que mejore la actividad y se mueva la demanda, para que haya más empleos y los precios no caigan", pero la contracara de esto es un aumento del endeudamiento público para financiar la reactivación de la economía.

Un ejemplo uruguayo para ver la deflación.

El fenómeno de la deflación y sus implicancias "puede resultar difícil de entender para los uruguayos porque nunca lo vivimos", señaló Alfonso Capurro. Es que según los registros del Índice de Precios al Consumo (IPC) del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) que comienzan en 1938, hubo solamente dos años donde el país terminó con un registro negativo: 1941 con -0,28% y 1949 con -1,83%. Pero el analista de CPA plantea el siguiente escenario para comprenderlo: "Uruguay en 2002 sufrió una crisis de deflación en dólares. La población estaba endeudada en esa moneda y saltó el tipo de cambio, lo que generó una deflación en dólares. Es decir nuestros ingresos medidos en la divisa cayeron y no había capacidad para pagar las deudas contraídas al viejo valor del dólar. Fue claramente un problema de deflación de una economía dolarizada, porque se nos volvió impagable una deuda nominada en una moneda que se nos deflacionó". En efecto, el dólar comenzó el 2002 en Uruguay con una cotización de $ 14,30 y culminó el año en $ 27,30. Esto provocó el efecto espiral ya mencionado, con empresas que no pudieron afrontar sus deudas en dólares y debieron cerrar o despedir personal.

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