Entrevista con Gabriel Rozman, presidente de la Cámara de Comercio Uruguay-China.
—¿Cómo observa la situación actual de China, con el desplome de sus bolsas, las medidas para evitar ese desplome y el enlentecimiento de su economía?
—En China las cosas no pasan por casualidad ni por suerte. Lo tienen estudiado. Tienen un sistema de gobierno donde no tienen que ir al Parlamento, lo resuelven ellos rápidamente.
Creo que sí hay un problema y es que los costos internos le han aumentado muchísimo. Y están empezando una guerra de monedas. Están tratando de abaratar los costos de sus productos, las mismas empresas chinas están buscando fabricar en otros mercados, como Indonesia o Vietnam, por ejemplo, para abaratar sus costos. Ya no son tan competitivos, pero esos movimientos que están haciendo son muy peligrosos. Los chinos habían prometido no seguir devaluando mucho, pero nunca se sabe lo que ellos piensan que es mucho.
—Suena raro escuchar que los chinos están tratando de abaratar sus costos productivos porque les han subido cuando siempre se dijo que, por ejemplo, la mano de obra para producir tenía un costo bajísimo.
—Tiene un poco que ver también en que hoy hay muchos más chinos que están dentro de una economía de mercado en la que entienden mucho más los costos de las exportaciones e importaciones. Estos movimientos, China los justifica diciendo que están entrando en una economía de mercado y por tanto dejan flotar el yuan más libremente. Nunca sabremos si es por eso o solamente están haciendo una flotación sucia. China tiene cientos de millones de personas todavía que no están dentro de la economía y tiene que seguir proveyendo de empleo a cientos de millones a través de industrias de exportación porque el mercado interno, el consumo, no va.
—¿Cómo observa la relación comercial actual entre Uruguay y China?
—Está incierto el panorama. Creo que debemos luchar para tener otros productos para exportarle a China que no sean solamente los commodities. Que China vea a Uruguay como un punto de entrada a América Latina. Tenemos que buscar otras cosas que nosotros sabemos hacer: industrias livianas, servicios globales, audiovisuales, películas. Muchas cosas que Uruguay puede proveer a China que todavía no lo estamos haciendo. Tenemos que poner las antenas en otras cosas, no solamente en la soja. Buscar cosas en las que somos competentes. Software, servicios globales. Sabemos cómo hacerlo, no hay tantos países que lo saben hacer y creo que vale la pena intentar. Hay que trabajar las oportunidades que se presentan.
—Más allá de los commodites.
—Creo que hay un mercado más allá de los commodities.
—¿Cree que Uruguay dependió en los últimos años demasiado de la soja, se descansó en los commodities y no generó por eso nuevas alternativas industriales para exportar y poder hacerle frente así a un escenario complicado?
—Creo que no aprovechamos bien la bonanza que tuvimos y no previmos cuándo se podía terminar esa bonanza. No previmos que íbamos a tener otro escenario adelante nuestro que necesitaba otras herramientas. Y eso va a pasar de nuevo. Los escenarios cambian y uno siempre tiene que estar preparado para el próximo. Con China es muy difícil de prever cuál es el próximo escenario. La embajada de Uruguay allá es más pequeña que la de Viena o Lisboa. Tenemos dos consulados, tendríamos que tener más. Tener más personal. Las visas, por ejemplo, son un problema para los chinos. Demoran muchísimo. Tenemos que tener un sistema de visas que les permita a las personas de negocios poder llegar a Uruguay mucho más rápidamente que ahora y con menos burocracia.
—¿Cómo pesan los acuerdos comerciales más recientes que China firmó con Nueva Zelanda y Australia?
—Eso es una cosa que nos perjudica. Si Nueva Zelanda hace un acuerdo con China a nosotros se nos hace difícil entrar con un precio competitivo. Buscar acuerdos de libre comercio o cooperación con China es un esfuerzo que deberíamos estar haciendo, dentro o fuera del Mercosur. Creo que la idea está allí, el gobierno sabe que tiene que buscar nuevos acuerdos. Hay que hacerlo, tenemos que movernos rápido. Precisamos gente que se mueva rápido y quiera hacer las cosas antes que las hagan los demás.
—¿Cuáles son los principales objetivos que se plantea desde la presidencia de la Cámara de Comercio Uruguay China que asumió el mes pasado?
—El de mejorar el sistema de visas sería uno de ellos. Proveer a los comerciantes e industriales de China una manera fácil de llegar a Uruguay. Otra sería tener alguna conexión aérea que le haga más fácil a ellos la llegada. Ya hay conexión hasta Brasil, habría que extenderla. No tenemos un banco chino, en Argentina hay. Sería interesante convencerlos que tuvieran un banco chino en Uruguay. No tienen problemas de reservas, no es un problema de inversión. Tienen muchísimo dinero para hacerlo, habría que ver cómo eso nos podría beneficiar a nosotros como se benefició Argentina.
—¿Más allá de la coyuntura actual cómo observa el futuro de la relación comercial entre ambos países?
—China es importantísimo para nosotros, hay que trabajar. El gobierno, los privados. Ir, viajar, conocer, trabajar activamente para tener presencia en China. Ellos están siendo cortejados por todo el mundo; hay que tratar de atraer inversiones.
—¿Cree que nos cuesta más relacionarnos con China, con Oriente, que con Europa por un tema cultural, occidental?
—Nosotros venimos de Europa, nos es mucho más fácil. Pero, personalmente, tengo la experiencia de Tata (N. de la R.: fue vicepresidente para Mercados Emergentes en Tata Consultancy). Cuando empecé con Tata, fuimos desarrollando cosas. Eso se fue ganando con el tiempo. Hay que hacer eso; hay que tratar de conseguir alguna empresa significativa que arrastre a las demás a venir a Uruguay. Después que viene una compañía grande siempre es mucho más fácil.
—Estuvo la automotriz Chery, que terminó mal, con el cierre de la fábrica.
—Debemos de mirar qué empresas atraemos. Uruguay no es un mercado automovilístico industrial. La intención de Chery pudo haber sido bastante buena, pero competir con Brasil y Argentina no tenía tanto sentido comercial. Hay que atraer otro tipo industrias y no solamente alimentos a granel.
UN SOCIO COMERCIAL EN APUROS