En Chile la oferta académica está desarrollando el nuevo nicho de mercado de estudiantes senior.
Los 60 son los nuevos 50. Actividades que antes a esa edad parecían casi imposibles de realizar, hoy son una opción real entre los seniors, como estudiar cursos y diplomados en las casas de estudios superiores.
Ante la mayor demanda por aprender, en Chile la oferta académica ha ido también al alza entre las instituciones que ofrecen estas opciones, como las universidades Católica, Mayor y Autónoma. En otras, como la UDD, si bien no hay cursos específicos para los mayores, la asistencia de estos ha aumentado en los cursos que se dictan.
"La razón por la que los seniors están estudiando más desde el punto de vista emocional es la autonomía y la necesidad de sentirse vigentes. Con estos espacios se abre para ellos la posibilidad de seguir haciendo cosas productivas y sentir que están al día con los temas de interés, para conversarlos en familia, en sus trabajos o asesorías que presten. Los mantiene actualizados y con la sensación de ser útiles", asegura Raúl Carvajal, psicólogo de la Clínica Santa María.
El experto agrega que la actividad cognitiva puede ser positiva desde varios aspectos, ya que permite mirar a futuro, junto con mejorar su trabajo, estimular la actividad cerebral y tener sensación de vitalidad.
Se ha comprobado que la educación, formal o no formal, en el continuo de la vida es un factor de "buen envejecer". A nivel individual se identifican siete beneficios duraderos: la autoactualización, el autoenriquecimiento, la autoexpresión, la renovación del yo, la mejora de la autoimagen, la interacción social y la idea de pertenencia a una actividad, aseguró Patricia Alanis, directora del Centro de Estudios Universitarios para la Tercera Edad, de la Universidad Mayor.
Perfil profesional.
Según coinciden actores del mercado, los seniors interesados en estudiar en general son profesionales jubilados, de diversas áreas de estudio, curiosos e interesados en seguir educándose en sus áreas de interés mediante cursos y talleres presenciales como un lugar de interacción permanente, donde potencian nuevas redes y vínculos sociales.
Macarena Rojas, directora del Programa Adulto Mayor UC, PAM, explica que en cifras duras, sus alumnos tienen en promedio 70 años y cerca del 47% cuenta con estudios universitarios. "La mayoría son mujeres (76%), y solo el 24% son hombres", indica.
"En algunas áreas se ven iniciativas familiares (participan abuelos, nietos, padres e hijos) que enriquecen las relaciones familiares y los conocimientos en forma conjunta y generan temas de conversación que traspasan el aula", dice Paulina Artigas, directora de Extensión y Capacitación de la Universidad del Desarrollo, donde también han visto un alza de clientes mayores.
El estímulo de una «dieta intelectual»
Una buena razón para continuar estudiando en las últimas etapas de la vida son los beneficios que supone para la salud mantener la mente activa. "Estudiar en la madurez adulta —a partir de los 50 años en adelante— influirá en cómo nos encontraremos a nivel biológico, psicológico y social cuando estemos sobre los 70 años. La educación permanente tiene como desafío fomentar la autonomía, potenciar el envejecimiento activo y brindar una dieta intelectual para estimularlos cognitivamente y prevenir así enfermedades", dice Patricia Alanis, directora del Centro de Estudios Universitarios para la Tercera Edad, U3E, de la Universidad Mayor. Un ejemplo de ello sería el alzheimer, que es una enfermedad degenerativa que, según varios estudios internacionales, se podría prevenir en gran medida haciendo ejercicio físico y mental y con una buena alimentación. (El Mercurio / GDA)
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