Los Batlle: "El viejo se nos fue en su mejor momento"

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Raúl Lorenzo Battle: "Lo que más rescatamos es el corazón que tenía". Foto: D. Borrelli
Raul Batlle Lamuraglia, hijo del Dr Jorge Batlle, ND 20161028 foto Darwin Borrelli
Archivo El Pais

Nunca han dado entrevistas, y se han mantenido alejados del primer plano de la política con un total perfil bajo. Dicen que son militantes de a pie que durante toda la vida acompañaron a su padre en las campañas electorales, pero nunca necesitaron salir.

"Con él estaba más que cubierto cualquier tipo de aparición pública", dice Raúl Lorenzo. En estos días tan especiales para la familia, aceptaron dar esta entrevista. A modo de homenaje, confiesan.

—¿Cómo era Jorge Batlle como padre?

—Raúl Lorenzo Batlle: El viejo estaba siempre recorriendo el país y cuando éramos chicos estaba bueno porque podíamos acompañarlo. Siempre estábamos ahí, molestándolo.

Beatriz Batlle: Hay una anécdota de un discurso que estaba haciendo papá y Mono (apodo de Raúl Lorenzo) hablaba y hablaba; papá no lo veía, pero lo escuchaba por ahí abajo. A cada rato decía "callate Mono"; y lo decía con el mismo tono con que daba el discurso. Y quedó el "callate Mono". A donde papá iba, allá marchábamos nosotros con mi madre.

—¿De qué campaña son esos recuerdos?

—RLB: Eran los 60 y 70, y hasta la dictadura. Yo siempre digo que la dictadura nos volvió a regalar un padre. Uno trata de sacar cosas buenas de todos lados, pero esa época complicadísima para todos hizo que nuestro padre estuviera mucho más en casa. Estaba proscripto en todo sentido, políticamente y económicamente, era como mala palabra, no tenía entradas de ningún lugar, tuvo que trabajar en el agro. Hacía mucho tambo en el sur y hacía ganadería en Rocha, Rivera y del lado brasileño donde tiene muchísimos amigos. Esa etapa fue linda porque lo teníamos cerca y nos ayudaba con los deberes.

—Cuando estaba en familia ¿era igual de conversador que en la política?

—BB: Hablaba de todo. Y como todos los caminos conducen a Roma siempre terminábamos hablando de política. Si empezaba con las abejas, el tambo, o lo que fuera, en algún momento llegaba a la política.

RLB: Sí, siempre terminábamos ahí. La política era el centro de conversación de la familia en cualquier momento y quien fuera que estuviera: primos, parientes amigos, todos en la mesa sentados a la hora de cenar, en un café. Siempre peleábamos; pensábamos que era obligación pelearse por política.

—Pero ustedes no se dedicaron a la política ¿Nunca sintieron la presión de tener que seguir sus pasos?

—BB: Siempre acompañamos, hemos hecho todas las campañas con papá. Lo único que no estábamos expuestos ni ocupamos nunca un cargo. Pero siempre estuvimos en la línea de frente, ensobrando, siendo delegado de mesa, lo que fuere.

RLB: Siempre fuimos militantes, mucho más de estar con la gente trabajando que arriba con él decidiendo. Pero siempre estuvimos. No te podés escapar. El otro día en el sepelio era increíble, gente que venía y me decía: Mirá la foto que tengo tuya, y me la querían regalar y yo les decía: No, quedátela vos, que yo ya la tengo. Es lindísimo. De las cosas que nos ha dejado nuestro padre y de las cosas que se han dicho en estos días, calificándolo como un político de fuste, apasionado por sus cosas, muy inteligente, lo que más rescatamos es el corazón que tenía. Tenía amigos por todos lados que aparecen ahora para abrazarte. Es como si nos abrazara él a cada minuto. El afecto de la gente es la mejor herencia.

—Una de las cosas que se repitió en estos días es que Jorge Batlle fue el último de una estirpe. Ahora que ya no está, ¿sienten el impulso de entrar en política, o de que alguno de sus hijos lo haga?

—RLB: Ella es más política que yo, lo puede contestar.

BB: Batlle hay un montón, el último de una estirpe no sé…

—Por eso, quizás alguno de sus hijos se puede dedicar a la política

—BB: Y no sé, no tengo idea.

RLB: Es una familia de políticos. Sin duda que todos de alguna forma hacemos un poco más o un poco menos. Siempre vamos a estar ahí para apoyar al Partido Colorado porque está en nuestra sangre. Vamos a seguir estando. Lo importante es estar donde la gente nos necesite. Y si algún día nos toca hacer algo un poco más comprometido, lo vamos a hacer seguramente porque a nuestro padre le hubiera gustado. No es nuestra profesión, obviamente, pero lo tenemos en la sangre. Para nosotros está primero el país y después el Partido Colorado. Mi padre vivió por y para el Uruguay. Y en el momento en que lo agarró la parca estaba en eso. Siempre nos decía: Quiero morir luchando por mis principios. Y así fue.

—¿Entonces lo pensarían si se lo pidieran?

—BB: Eso es interpretación tuya.

RLB: Nunca dejamos de estar, siempre estuvimos. Nunca fuimos de mostrarnos, siempre fuimos de perfil bajo. Con el viejo estaba más que cubierto cualquier tipo de aparición pública y siempre nos gustó verlo como un líder, como un referente. Esta pérdida para nosotros es muy fuerte. Siempre es muy doloroso perder a un padre, a cualquier edad. Mucha gente nos decía: Lo pudiste disfrutar hasta los 89 años, pero te juro que no fue suficiente. Uno siempre pide más a la vida, y el viejo se nos fue en el mejor momento. Yo nunca lo vi tan lúcido. La tenía clarísima. Para nosotros se nos fue por partida cuádruple: se nos fue un padre que amamos, un líder político, un referente en la vida porque nos enseñaba con el ejemplo todo el día, y una cajita de sabiduría infinita. Al lado del viejo no precisabas leer porque te contaba todo. Era tener Google antes de que existiera. Lo que quisieras saber, allá estaba él para explicártelo.

—¿Discutían con él? Cuando no estaban de acuerdo con lo que hacía ¿se lo decían?

—BB: Somos una familia con mucha opinión de todo, de discusiones acaloradas. Así como lo veías discutir por política con cualquiera, era así en cualquier reunión, en los cumpleaños.

RLB: La última reunión familiar que tuvimos con él fue el 6 de octubre en el cumpleaños de mi hijo Lorenzo. Estaba instalado todo el tema de la seguridad, había sido una semana muy difícil y terminamos discutiendo. Estábamos todos de acuerdo, pero era una discusión como si fuéramos de partidos políticos diferentes. Eso era lo que lo caracterizaba. Además defendía sus ideas a morir. Estaba siempre en la discusión, en el intercambio.

—¿En algún momento sintieron que era una carga ser un Batlle?

—BB: No. Para nada. Es como todo en la vida, tenés muchas alegrías y tristezas con tu apellido o con el mío.

RLB: Una de las cosas que rescato de mi padre como padre, es su actitud en los momentos más difíciles; en la época de la guerrilla y en plena dictadura donde tuvimos episodios bastante complicados, porque lo persiguieron de un lado y después del otro, tuvimos que escaparnos y exiliarnos, pero nunca sentimos temor o miedo de que nos iba a pasar algo, porque él nunca te transmitía que estábamos complicados, siempre estaba con una sonrisa, y haciendo el cuento como si fuera una película de James Bond. Nos contaba cuando lo vinieron a buscar —vivíamos en la calle Caracé, cerca de Villa Biarritz— y nos hacía el cuento de cómo iba saltando de edificio en edificio hasta llegar abajo donde tuvo que entrar inesperadamente en una casa y sorprendió a una señora. Y ella le dijo: Jorge, somos correligionarios y lo tuvo esa noche allí hasta que al otro día decidió entregarse… Decíamos: Mi padre es como James Bond.

—¿Cómo vivieron los peores momentos de la crisis de 2002 en los que todo el mundo lo responsabilizaba por lo que pasaba?

—BB: Somos muy unidos y siempre lo apoyamos. La gente estaba enojada con él y con nosotros también. Más de un rezongo nos hemos comido.

—¿Qué les decían?

—BB: Yo que sé, no reparábamos. La gente estaba horrible, nosotros lo sabíamos. Mi padre estaba horrible. Nosotros pensábamos que se podía morir, que se le iba a partir el corazón. Pero teníamos que entender: si encontrás al hijo del culpable de la razón por la que creés que estás pasando mal, seguro que algo le vas a decir.

RLB: Cuando estás ahí tenés que asumir las culpas y responsabilidades y está bueno tener a quien culpar porque te saca la rabia de arriba. Pero obviamente que pasamos mal, igual que cualquier uruguayo y peor, porque estabas ahí viviéndola. Igual tuvimos la suerte de tener a un estadista que la supo remar mejor que nadie, que aprovechó toda su sabiduría y todos sus contactos para sacarnos adelante. Una de las cosas que más me enorgullece de su gobierno es que con la peor crisis del Uruguay que las generaciones modernas hemos vivido, salimos con fuerza, enteros, con todo prolijo y con el país preparado para crecer. Y no era solo él, tenía flor de equipo, en el agro, en economía con (Alberto) Bensión que, pobre, se ligó las más duras, y después "el Flaco" (Alejandro Atchugarry) que fue un ídolo y es un referente, y parte de la familia, y "el Lito" (Isaac Alfie), no quiero empezar a dar nombres porque fue un equipo increíble. Es una de las cosas que mi padre tenía: lograba reunir a la gente con el objetivo de sacar al país adelante, y no le importaba el costo político.

BB: Además papá era un optimista por naturaleza, y contagiaba ese optimismo en todo. Así como lo era para cualquier cosa, lo era para esto.

—¿En esos momentos complicados lo veían con frecuencia o era imposible?

—RLB: Una de las cosas buenas que tuvo la presidencia es que sabías dónde estaba, era fácil encontrarlo. En la crisis estuvimos muy juntos, siempre al lado de él, también para darle una opinión porque uno estaba en el llano. A veces cuando estás arriba, las cosas no te llegan tanto.

Raúl Lorenzo:
Raúl Lorenzo: "Lo que más rescatamos es el corazón que tenía". Foto: D. Borrelli

Las banderas las tiene el nieto famoso.

Durante el velatorio del expresidente Batlle en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo, el féretro fue cubierto por una bandera uruguaya como indica el protocolo. Luego durante el cortejo que partió hacia el Cementerio Central, adonde fue sepultado, se le sumó una bandera del Partido Colorado. Las dos banderas fueron entregadas al nieto del exmandatario, Gerónimo Batlle. "Originalmente —dice Raúl Lorenzo— estaba pensado que el partido se las quedase. Eso era un honor para nosotros, pero después vino Germán Cardoso (secretario general del Partido Colorado) y muy gentilmente se las regaló a uno de mis hijos, que las puso arriba de la cama y durmió con las banderas toda la noche".

"¿El hijo que recibió las banderas es Gerónimo, el cantante de cumbia?

Sí, es el más famoso de la familia. Ese tiene más votos que todos los otros juntos", respondió entre risas.

Once días de internación después del accidente.

Los hijos contaron que después del accidente que lo mantuvo en coma durante 11 días, nunca despertó. "En el inconsciente estoy seguro de que nos escuchó, tenía movimientos de ojos, algunos movimientos corporales cuando le hablábamos, se ve que el inconsciente reconocía una voz y quería exteriorizarlo. Seguramente eso fue en algún lugar de su cerebro, que sería como un sueño donde ojalá estemos nosotros, en ese sueño", confió su hijo.

Algunos "mitos" sobre la Familia Batlle.

Raúl Lorenzo es administrador de empresas con especialidad en finanzas y trabaja en un banco. Tiene dos hijos: Lorenzo (22) y Gerónimo (18). Beatriz es psicóloga y también tiene dos hijos: Nicolás (24) y María Paz (15). Según Beatriz, uno de los "mitos de la familia Batlle" es que su hermano vivió en el exterior. Raúl Lorenzo aclaró que estudió dos años en Chile y luego viajó (y viaja) mucho por trabajo, pero siempre vivió en Uruguay. Otro mito, dice Beatriz, es que Batlle apostaba a las carreras de caballos. Si bien tenía caballos y le apasionaban las carreras no sólo no apostaba, sino que les prohibía apostar a ellos.

LOS MOMENTOS DE MÁS TRISTEZA Y LOS DE MAYOR FELICIDAD.

“Parecía un niño chico, estaba feliz, nunca conoció la vejez”.

-¿Cuál fue el momento de la vida de Jorge Batlle en que lo vieron más triste?

-Raúl Lorenzo Batlle: Yo te diría que en el momento de la crisis, aunque no era tristeza, era preocupación. Si estás triste es difícil que tomes acciones, si estás preocupado sí porque te vas a ocupar de las cosas. Te diría que el momento más triste fue cuando murió la madre. Y después, cuando se separó de mi madre.

-¿En qué año ocurrió eso?

-RLB: Los problemas empezaron en el año 1981. Lo bueno es que todo terminó muy bien porque ahora somos una familia más grande. Ayer (por el jueves) cenamos en la casa de Mercedes (Menafra), con mi madre, la familia de Mercedes y nosotros. Hemos pasado cumpleaños, fiestas de Navidad y fin de año todos juntos, así como los cumpleaños de mi mamá y mi papá.

-¿Y en qué momento lo vieron más feliz?

-RLB: Cuando llegó a la Presidencia porque fue un logro personal, pero hubo muchos momentos. Te diría que ahora estaba más feliz, parecía un niño chico. La gente de 50 años era vieja para él. Estaba siempre rodeado de gente joven.

Beatriz Batlle: Era un tipo que disfrutaba estar con la gente y tenía esa risa exagerada. Una amiga mía me dijo: ‘Es increíble, tu padre murió de casi 89 años y nunca conoció la vejez’. Es verdad.

-Otra característica que alguien destacaba en estos días era que se creía inmortal.

-RLB: Todos creíamos eso (risas) BB: Estábamos en el sanatorio y me decían: ‘Recién ahora caigo de que no es inmortal’. La felicidad le dio esas ganas de vivir.

-Ambos tienen un parecido físico con su padre ¿qué heredaron de su personalidad?

-RLB: La calentura (bromea) Estamos siempre riéndonos. Estos días siempre estuvimos tratando de hacer algún chiste porque en el Sanatorio Americano -al que tanto agradecemos- había todo el tiempo gente y tratábamos de levantarles el ánimo.

BB: Somos de risa fácil, de contestaciones rápidas y mucho sentido del humor aunque sea un momento horroroso. Manejamos el dolor y la tristeza con humor.

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Raúl Lorenzo y Beatríz Batlle, los hijo de Jorge Batlle. Foto: Darwin Borrelli

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