Estafó a 21 personas con el cuento de una herencia

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La Jefatura intervino tras la denuncia sobre la mujer. Foto: Archivo El País
Fachada Jefatura de Policía de Treinta y Tres, 20120612, foto Marco Rivero, Treinta y Tres, Archivo El País
Archivo El País

Se hacía llamar “Doña Bárbara” , estanciera de Treinta y Tres.

La mujer de 43 años se hizo pasar por hacendada, contratando a 21 trabajadores rurales a los que les dijo que había heredado una estancia de 18 mil hectáreas en el departamento de Treinta y Tres, por lo que iba a necesitar mucho personal: dos cocineras, administradores, capataces, peones de campo, una secretaria y hasta un mayordomo. Les dijo que les pagaría sueldos de $ 18.000 y $ 38.000, y hasta de $ 60.000 para el administrador general, más la alimentación para todos a fin de cada mes.

En primer lugar, habló en su propia casa de la Avenida Italia de Melo con un joven de la zona de Cañas (Cerro Largo) llamado Leandro Calvette. Le pidió que abandonara su trabajo en otra estancia, en la que hacía siete años que cumplía tareas, prometiéndole un sueldo de $ 38.000 para que le consiguiera 20 peones más, de confianza y responsables, y que le daría el cargo de administrador más adelante.

Calvette accedió, renunció a su trabajo y se puso en una intensa campaña de búsqueda de trabajadores. Logró que 18 personas renunciaran a sus puestos en varias estancias para aceptar el ofrecimiento de "Bárbara".

"Le conseguí a 18 amigos míos y se los llevé, los recomendé y ella les pidió a todos que renunciaran a sus puestos y les habló del sueldo, les dijo que la estancia tenía 18 mil hectáreas y que ella tenía en el Banco depositado siete millones de dólares. También les dijo que el 21 de noviembre en el Juzgado le iban a hacer entrega del campo que heredó y que desde ese momento se debían presentar a trabajar", sostuvo Calvette. "Yo ni dormía por las noches ilusionado con ese trabajo", agregó.

La mujer los fue reuniendo semanalmente para explicarles detalles de funcionamiento del establecimiento y planificar mejoras en el local. Les dictó algunas charlas de convivencia y los seguía convenciendo.

Ayuda económica.

Sin embargo, cerca del 19 de noviembre (dos días antes de la supuesta entrega del campo), los convocó a todos y les pidió dinero. "Nos dijo muy seria y formal, además de una forma creíble, que al estar todo en manos de la Justicia ella debía entrar en gastos de timbres, abogados, trámites y otras erogaciones que le insumiría esos asuntos y nos pidió $ 20 mil a unos, $ 6 mil y $ 7 mil a otros, y que cuando nos tocara cobrar el sueldo, a fines de noviembre, nos devolvería diez veces más. También pidió que la acompañáramos al Juzgado a festejar el recibimiento del bien.

Hecha esa propuesta, Calvette vendió su moto en $ 3.000 y le acercó el dinero, gustoso con la acción hacia su patrona. La que había sido contratada como secretaria vendió varios electrodomésticos de su casa y le entregó $ 7.000. Y así sucesivamente los restantes 17 trabajadores, confiados en la intención de la mujer, le entregaron sus pocos ahorros, esperando ser resarcidos en su momento. Se presume que la imputada logró reunir casi $ 70.000.

La audiencia que no existió

El 21 de noviembre los trabajadores fueron a la sede judicial a festejar junto a su patrona la entrega del campo de la herencia, pero ella no estaba. Personal de la oficina les informó que no había ningún audiencia convocada para ese día y mucho menos para entregar una herencia. El viernes, 7 de 18 trabajadores habían logrado recuperar su trabajo anterior. La mujer fue a la cárcel, pero sin devolver el dinero.

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